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Una ola amarilla y verde embellece la perla del río Manacacías

 Gracias a ellas, las calles de Puerto Gaitán brillan como una perla


Enero 7 de 2018

Son las 6:00 de la mañana y la música sigue sonando, algunos turistas beben los rezagos del trago de la noche anterior, el ambiente es de fiesta y el sol resplandece, pero los efectos colaterales de ese ambiente festivo están presentes, las basuras arrojadas horas atrás tratan de opacar el brillo de esa perla del Manacacías, como se le conoce a Puerto Gaitán, municipio del Meta ubicado a unos 314 kilómetros de Bogotá.

Mientras los turistas disfrutan del Festival de Verano, las operarias de barrido mantienen limpia la zona.
Es el tercer día de su tradicional Festival de Verano y mientras en el malecón algunos empuñan una botella de licor, un grupo de mujeres, la mayoría madres cabeza de hogar, llevan en sus manos escobas y recogedores. Son sus herramientas de trabajo, con las que levantan las basuras para luego depositarlas en bolsas que apilan en la calle paralela al malecón.

En los barrios las conocen como escobitas, pero en realidad son operarias de barrido y hacen parte de la Unidad Técnica y Operativa de Servicios Públicos de Puerto Gaitán. “Son unas guerreras”, dice, entre dientes, un joven que todavía está de fiesta mientras las sigue con su mirada. Gracias a ellas, en pocas horas, el municipio quedará nuevamente limpio. Son mujeres guerreras, la mayoría están en condiciones de vulnerabilidad y todas se sienten orgullosas de su municipio.

Después de las noches de fiesta, estas mujeres se encargan de dejar la ciudad limpia, como una verdadera perla del Manacacías.


Myriam Mota Nieto es una de ellas. A sus 35 años es madre de dos niñas, de 14 y 7 años. Cuando se le pregunta si es un trabajo difícil, sorprende con su respuesta. “No es duro ni vergonzoso, porque de mi trabajo dependen mis hijas, las saco adelante”, repite, mientras enfunda una de sus botas, antes de salir a trabajar. Su día empieza a las 3:15 de la mañana. A esa hora se levanta de su chinchorro, que guinda del techo, justo arriba de la cama donde duermen sus hijas. “Luego, explica, salgo a la ruta a recoger las basuras para que nuestro municipio se vea limpio y aseado, como siempre lo encontramos”.

Myriam Mota trabaja de lunes a sábado para ver limpio su municipio Puerto Gaitán (Meta).


La ruta a la que se refiere es uno de los 60 recorridos que hace el grupo de operarios de barrido, integrado por el mismo número de empleados, 58 mujeres y dos hombres. Tardan entre 4 y 5 horas y recogen, a diario, unas 11 toneladas de residuos sólidos, incluyendo las bolsas que la comunidad saca los días de recolección. Tienen la tarea diaria de barrer 45 kilómetros de cuneta de vía y 15 hectáreas de zonas verdes y parques. En época de festival se recolectan unas cuatro toneladas adicionales de basura. Para este trabajo, el municipio cuenta con tres vehículos recolectores, capaces de cargar 10 toneladas en cada viaje.


El grupo de operarios de barrido de Servicios Públicos de Puerto Gaitán está integrado por 58 mujeres y dos hombres.
Las basuras, donde más de 50 por ciento son residuos orgánicos, 30 reciclaje y el resto productos inservibles, son llevadas al relleno sanitario Parque Ecológico Reciclante de Bioagrícola, en Villavicencio, a 197 kilómetros del municipio.
Según Edilberto Estévez Troncoso, jefe de la Unidad Técnica y Operativa de Servicios Públicos de Puerto Gaitán, también hay más de ocho recicladores de oficio, que aunque no hacen parte de la empresa, reciclan un poco más de 20 toneladas, que evitan ser llevadas al relleno sanitario.

“Son recicladores particulares, pero estamos orientándolos para que creen su propia cooperativa, más formal”, explica Estévez, mientras observa el trabajo de los operarios. Poco a poco, el malecón, a orillas del río Manacacías, vuelve a brillar.


Marleny Henao (derecha) encontró en la Alcaldía de Puerto Gaitán una oportunidad de trabajo.

Allí también está Marleny Henao. Por su acento, la mujer, de unos 50 años, es oriunda del Eje Cafetero, pero se siente portogaitanense. Se refleja en sus palabras. Explica que ha sido una bendición el trabajo de operaria de barrido. “Si no estuviera aquí, seguramente mi situación sería otra, muy difícil”, agrega. Y es que muchas de ellas eran amas de casas a las que les cerraban las puertas, mujeres con sueños y que aportan más que un granito de arena para que su municipio brille como la verdadera perla del Manacacías.




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