Ya lo había intentado una vez
Agosto 23 de 2019
Juan Bautista, el librero que vende textos en la esquina
más concurrida de Villavicencio, quiere repetir la hazaña de Lucho, el
lustrabotas bogotano, pero en la capital del Meta: llegar al concejo de la
ciudad.
Juan Bautista. |
Y precisamente frente a sus amigos lustrabotas de la
Plaza Los Libertadores tiene su directorio independiente, su oficina, que no es
más que dos metros de andén en una de las esquinas de la plaza central y una pared
en la que exhibe los libros, desde cartillas de superación hasta grandes obras
de la literatura.
Juan Bautista Bustos López cumplirá 71 años en octubre
próximo y se hizo librero hace 45 años, un oficio heredado de su padre. Nació
en Bogotá, pero llegó a los siete años y nunca piensa marcharse; ama y le duele
la ciudad, dice. Por eso, se inscribió como candidato al concejo de
Villavicencio por el Polo Democrático.
“Un vendedor de verdad, Juan Bautista, por un concejo
digno y transparente”, pregona su eslogan en plena calle. Su número es el
cuatro en el tarjetón y de los libros que venda sacará el dinero para su
campaña. Hasta hoy hay invertido 60 mil pesos de un adelanto que le pagó a un
diseñador hace varios días para que le imprimiera seis pendones pequeños y
algunas tarjetas, que todavía no recibe.
“No sé qué pasa, antier estuve allá, hablé con él y no ha
salido con nada, le pregunté, hermano, dígame si me va hacer el trabajo”, refunfuña
Juan Bautista. “A este soldado nadie le echa el hombro”, agrega.
Pero esta no es la primera vez que aspira tener una curul en el Concejo de
Villavicencio. Ya lo había intentado hace unos 12 años, cuando se quemó con 274
votos. En aquella oportunidad su número fue el 43 y todavía conserva el afiche.
“Me tocará traer esa misma cartelera, borrar el número
tres y dejar el cuatro, y me las estoy ingeniando con este cacharro blanco para
tapar el tres”, dice mientras saca un corrector líquido, hace una pausa y
esboza una crítica:
“Mi compromiso no es como muchos creen, que uno va es por
la plata, a mí la plata no me engaña, a mí lo que me engaña es la ingratitud de
los malos funcionarios que han incumplido solo para engordar los bolsillos
económicamente”, sentencia.
–¿Por qué decide lanzarse al concejo?
—Por dos razones, la primera, porque vi mucha
deshonestidad en este concejo actual, que estos concejales luego de defender
los intereses de la comunidad hicieron lo contrario, crucificar a la comunidad.
—¿De qué manera la crucificaron o la están
crucificando?
—Queriendo entregar lo que es el alumbrado público a
manos de foráneos, siendo el patrimonio de todos los villavicenses y siendo
patrimonio del pueblo llanero, y el señor alcalde participando en ese juego de
rotación. En eso no estoy de acuerdo con esos concejales, de esa ingratitud con
la que les han pagado a sus electores.
—¿Y la segunda razón?
Porque los vendedores ambulantes hemos sido discriminados
y seguimos siendo discriminados por las administraciones municipales y por la
fuerza pública, a nosotros nos han perseguido y nos persiguen peor que a los delincuentes,
peor que a guerrilleros, como si nosotros fuéramos como esos chicos malos que
se la pasan fumando marihuana o bazuco en las calles o en los parques de la vía
pública.
—¿Hasta qué grado de educación hizo?
—Yo, en la actualidad y con los años que tengo, me ha
pesado, dos maneras, no terminar mi bachillerato. Hice hasta tercero de
bachillerato, y la segunda, era muy inquieto por el derecho, quería ser
abogado, porque eso siempre lo he escudriñado desde que tenía 14. Yo veía ciertas
arbitrariedades desde mi niñez y me decía, como así, a todo el mundo lo
atropellan y no hay nadie quien los defienda.
—¿Ha recibido críticas por eso?
— Sí, yo soy
criticado, yo soy consciente de eso, dicen que para la muestra un botón, el
lustrabotas que estuvo en Bogotá para concejal, que parrandero y toda esa vaina,
pero no me incomoda y no me inquieta, porque primero que todo, no tomo, y no
soy parrandero, eso lo hice en mis años de joven y ya voy para 33 años que no
me tomo una cerveza. Da la casualidad que ni siquiera fumo cigarrillo, y lo
otro, soy como las ovejas, que cuando suena la campana pa’ dormirme a las ocho
de la noche ya estoy acostado, esa es la disciplina mía, dormir y levantarme
temprano para coger el azadón y salir aquí, al campo a arar la tierra para
buscar el jornal, eso es lo que yo siempre hago con mis retoños y conmigo.
—¿Hábleme de su familia?
— Estoy separado con mi señora, porque tuvimos unos
problemas, ella se quedó con el ranchito y allá están los pelados, ellos vienen
y yo cumplo con mi deber. Yo vivo donde viven los ricos, en El Barzal bajo.
—¿Cuántos hijos tiene?
— Con la propia tuve cuatro y con la segunda tengo dos.
La mayoría son profesionales, uno, por ejemplo, está en Rusia, otro en Estados
Unidos y la niña está acabando idiomas aquí.
—¿Qué le dicen sus hijos por lanzarse al
concejo?
El que está en Rusia se quedó asombrado, me dijo, lo
felicito, le mando plata, me preguntón, y le dije que no, que no me mandara,
porque con el tiempo me tiran una cachetada. A veces cuando uno tiene cualquier
disgusto, puede ser con amigos o familiares, lo primero que sale son los cueros
al sol, y yo prefiero seguir con mis propios cueros que no con cueros
prestados.
—¿Y nunca pensó o ha pensado irse con sus
hijos fuera del país?
—Cómo voy a cambiar, primero lo más hermoso de mi vida,
que es la libertad, cómo voy a cambiar mi forma de ser, cuando allá nadie me
conoce y al mismo tiempo no voy a entender lo que dicen. Eso es meterse en una
vara de 11 nudos, uno tiene que ser claro. A la hija mía, que está terminando idiomas,
ya se le sacó el pasaporte, por ahí dentro de un tiempo, cuando tenga platica,
la llevo a Bogotá para sacarle la visa.
—¿De ser elegido como concejal, cuál sería su
primer proyecto?
—El proyecto mío sería para buscar una solución para mis
compañeros, los vendedores ambulantes.
—¿Es entonces el candidato de los vendedores informales?
Pues si ellos me quieren colaborar defenderé mi bandera.
¿Algún político le propuso inscribir su
candidatura?
No, a mí siempre me gusta ir a las reuniones de mis
compañeros, yo estaba acompañando a la Colombia Humana, pero en la Colombia Humana
vi mucha indisciplina, mucha rasgadura de camisas y yo soy enemigo de eso, una
cosa son las ideologías y los buenos pensamientos, pero rasgadura por intereses
económicos, eso no es conmigo.
—¿No considera que lo pueden manipular?
—A mí me han ofrecido plata para que esté con ciertos
candidatos o ciertas personas, no las nombro porque soy apático a eso, pero sí
les dije muy claritico, si quieren ser amigos míos, como son, lleguemos hasta
cierta distancia. Me han dicho, pero usted necesita para su publicidad, y sí,
no lo desconozco, la publicidad la necesito, pero la publicidad tiene que
dármela esta mujer mía —señala con su dedo índice el exhibidor de libros—, esta
señora me da para vestirme, para vestir a los hijos míos, para alimentarlos, y así
como nos alimenta tiene que darme para la publicidad. Este vendedor informal no
se vende ni se compra a ningún valor, lucha por sus pensamientos, por sus
ideologías y por la libertad de un municipio.
—¿Y por qué votar por Juan Bautista?
— Nunca se les olvide que Juan el Bautista fue uno de los
grandes mensajeros de Jesús de Nazaret, el otro Juan Bautista, mi padre, está
arriba en el cielo y el otro está postulado al concejo. Yo tengo palabra y
honor, es la palabra que más vale, Juan Bautista es como las aguas limpias,
honestas y transparentes, en esa me la juego, por eso le digo a la gente, a mis
clientes, a mis conocidos y a las personas que pasan, que voten por el número
4, que no les dé pena, soy un vendedor, pero con dignidad y respeto.
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