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Presentadora llanera revela que fue víctima de maltrato intrafamiliar

Johanna Moreno y su lucha contra el maltrato

Noviembre 30 de 2017

La exitosa presentadora llanera, modelo y, ante todo madre, revela detalles de la pugna jurídica que viene librando para alertar sobre la violencia intrafamiliar y ser apoyo de miles de mujeres que sufren este problema en Colombia.

Johanna Moreno, periodista y presentadora llanera. Foto: Hernán Puentes.


Johanna Moreno es hoy voz visible de miles de colombianas que han sido y que son víctimas de violencia intrafamiliar. No por su imagen glamurosa de modelo y presentadora, sino porque ella misma es testimonio de uno de esos problemas crecientes que ponen en evidencia las fallas del aparato judicial y las enfermedades de una sociedad, que a pesar de las revelaciones y de los gritos, sigue de oídos sordos. Johanna tomó la palabra y está dando la lucha legal para librarse de un maltratador.

Pareciera increíble que, a una mujer como ella, bonita, reconocida y exitosa, le pasaran estas cosas, pero le han ocurrido. Es un ser de carne y hueso que no ha estado exento a la violación de sus derechos y su dignidad. Johanna decidió ponerle fin a tan tormentosa situación el día en que ─como lo afirma─ entendió que el miedo no podía ser superior a las amenazas, al rencor, al poder, el dinero y las influencias de quien hoy es su expareja, de quien no quiere revelar más detalles.

Pero es su pequeña, de tres años y medio, la razón más contundente para que esta exreina nacional del Bambuco y consolidada comentarista de deportes tomara la determinación de no permitir más violencia ni en su hogar ni en su vida. “¡Dios! No puedo dejar que mi hija crezca en este entorno de gritos, de malas palabras, en el que se ofende y empuja a mamá. Quiero que mi hija crezca rodeada de amor”, se dijo, y, de inmediato, se atrevió a denunciar.

Con las mismas agallas que dejó su desnudez a merced de una anhelosa serpiente de los Llanos Orientales cuando posó para una revista, Johanna Moreno emprendió hace más de tres años, con argumentos y con pruebas, el litigio al que ha llamado “el paseo victimario” y que espera pronto la libere del maltrato y la intimidación. Por esa misma prueba que la vida le impuso, desde hace más de seis meses viene dictando la conferencia ‘Nada somos sin amor’, donde concibe sus consejos y vivencias como una red de apoyo para decir “basta”.

En esa lucha para hacer justicia, le han dado respuestas desalentadoras en medio de un inexplicable sistema que termina en contra de la víctima y favoreciendo al victimario al brindarle herramientas para que dilate los procesos. Por ejemplo, Medicina Legal la sometió al interrogatorio de un estudiante de psicología que concluyó que el supuesto agresor no representaba peligro alguno. Ocho días después del dictamen, Johanna volvió a ser maltratada por la persona que la hace sentir insegura y desprotegida al salir a la calle, pues a pesar del proceso legal y los cargos imputados, la amenaza es permanente. Teme hasta ser atacada con ácido; de tal calibre son las advertencias.

Aunque ante los ojos de cualquier televidente que cada noche la ve hablar de fútbol al lado de los gurús del periodismo deportivo o cualquier admirador absorto en sus sensuales fotografías, Johanna podría estar en una posición privilegiada y segura, pero no es así. Se confiesa más vulnerable, precisamente por el hecho de ser una figura reconocida y de haber hablado y prendido las alarmas.

A pesar de los tropiezos y de una dura experiencia que la ha fortalecido, esta llanera sustenta su batalla desde el amor y las normas que aprendió en su casa. Joven, moderna y esplendorosa, se aparta de los cuentos en los que pueda envolverla la fama para seguir creyendo en el respeto e inculcarlo a su hija, de quien espera, como en su caso, que sus ídolos sean los cuentos de Rafael Pombo y un Dios en el que hay que creer, y al que hay que amar y temer.

En esa permisividad del mundo actual, en la que, se supone, los hijos saludan cuando quieren o no honran a sus padres, Johanna encuentra semillas de la descomposición social y de esas señales que deben indicarle a una mujer que está en peligro. “Cuando en un hecho tan simple como un trancón en la vía, ves que tu pareja grita, trata mal, insulta, es impertinente; ahí hay que salir corriendo”.

El otro problema es la complicidad del núcleo familiar y la dualidad de los maltratadores, pues en sociedad ellos suelen ser “los más divinos, los más bacanes, los más amorosos y los más generosos. Pero de puertas para adentro la realidad es otra”, advierte Johanna, quien no ve la hora en que termine esta zozobra cotidiana.

Johanna se reanima en su hija, el ser que ha puesto a prueba su arrojo y que le ha enseñado que el amor no tiene límites. Aún hoy desconoce cuáles sean las pretensiones de su agresor, pero sí sabe que la victoria final será, aunque suene duro, salvar su vida. La victoria será el día en que el sistema judicial escuche y reciba las denuncias, y cuando la integridad y la protección de la mujer estén por encima del dinero o de una factura que tase los daños y perjuicios de un episodio de maltrato en el que hasta las puertas terminan rotas.

Ese es el propósito esencial de una mujer admirada y querida, creyente y querendona de su tierra y su folclor, segura y de una voz firme que inevitablemente se conmueve cuando dice el nombre de su hija, dueña de una vida que, a pesar de estos tropiezos jurídicos, es exitosa. Pero más allá de eso, y del reconocimiento como modelo, reina, presentadora y periodista, Johanna Moreno está impulsada por una criatura luminosa y por la que puede asegurar que la felicidad es la vida, es el amor. Y que la maternidad es lo mejor que jamás haya podido vivir.


César Muñoz Vargas
Especial para Agenda Hoy


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