Un historia como salida de Macondo
Noviembre 22 de 2018
Gabriel Murillo
Morales y Gavilán, su caballo, viven una historia mancodiana en el aeropuerto
de La Macarena (Meta).
En el aeropuerto de La Macarena (Meta) todavía se usa la tradicional zorra para recoger el equipaje. Foto: Óscar Bernal / Agenda Hoy. |
Los ojos de
Gabriel Murillo Morales son claros y se acentúan con la presencia de lo que
parece ser un glaucoma en cada uno de ellos, piel indígena, rasgos mestizos,
sombrero de llanero, camisa clara y pantalón oscuro, la vida ha pasado por él y
cuenta ahora con 70 años.
Su caballo,
Gavilán, fiel y abnegado compañero, apenas se acerca a los 20 años, que en su
cuenta como rocín darían los 60 años humanos. De pelaje alazán claro, ha visto
por medio de sus ojos grandes y mirada caída como los años han pasado por ese
pueblo colombiano llamado La Macarena, en el departamento del Meta.
Gabriel Murillo y su caballo Gavilán. Foto: Óscar Bernal /Agenda Hoy. |
Ambos han
trabajado su vida entera, cargado las maletas, los morrales y las encomiendas
sobre sus lomos.
Gabriel, por su
parte, cuenta su historia con la claridad y los detalles de una memoria joven,
concisa y tranquila. Recuerda las calles polvorientas de La Macarena del año 75
cuando llegó al poblado venido de su natal Huila, también, de su primer trabajo
como jornalero en una de las fincas del caserío y su paso como dueño de un
asadero durante 25 años, finalmente, narra cuando terminó haciendo acarreos en
el municipio con una carreta jalada a caballo o zorra, como les llaman en
Colombia.
Don Gabriel recibe la carga de algunos aviones que aterrizan en La Macarena. Foto: Óscar Bernal / Agenda Hoy |
Durante sus
primeros siete años como zorrero trabajó de manera independiente, años en los
que cargó mucho plátano, yuca y remesas, tiempos en los que la violencia se
recrudeció y la guerrilla de las Farc, con las que el Gobierno firmó el año
pasado un acuerdo de paz, eran los mandamases del poblado. Recordando aquellos
años, Gabriel cuenta que trabajaba con ellos como ahora con cualquiera, lo
buscaban y le decían: “Camine me lleva un viaje a tal parte”, él les contestaba
sin importar su rango: “Vamos comandante”.
—De ellos nunca
tuve una queja —cuenta Gabriel—. Cuando no había plata me daban remesa en pago,
pero siempre me pagaron.
Recordó que una
vez, cuando una de las tropas guerrilleras estaba a las orillas del río
Guayabero con siete marranos, que amarraron y echaron a la carreta y que
posteriormente llevó a uno de sus cuarteles, le dijeron:
—Mi hermano, no hay
con qué pagarle, llévese un marrano —cuenta Gabriel mientras se ríe con malicia—.
Me llevé un marrano como de cuatro arrobas y ese diciembre la pasé bien.
Luego de la descarga del equipaje, este es llevado hacia los hoteles del municipio o a la empresa de envíos. Foto: Óscar Bernal/Agenda Hoy |
Tiempo después,
con la llegada de la fuerza pública y el incremento del turismo, Don Gabriel, como
otros treinta zorreros, entraron a trabajar en el aeropuerto, cargando y
descargando avionetas, aviones grandes y el famoso Douglas DC-3. Ahora es el
último que queda.
Quince años
después recuerda esos tiempos, dice que ahora está mejor. Antes se ganaba entre
seis mil y siete mil pesos por día, ahora, se gana treinta mil pesos y cuando
le va bien puede ganarse hasta cuarenta mil. Cuenta que su temporada alta, que
es la misma de turismo, va de junio a octubre, después sigue trabajando, pero
el ingreso es menor.
Durante más de dieciséis
años Gavilán y don Gabriel han sido fiel compañía, ambos se entienden muy bien,
nunca se han accidentado. El trabajo de don Gabriel ha sido honesto, sencillo y
humilde, por eso mantiene contratado por las agencias de turismo. Gavilán, por
su parte, nunca se ha enfermado, es noble y manso, solo pide su ración de
melaza, maíz o zanahoria.
—Para los
turistas ha sido algo exótico, muchos de ellos se suben a la carroza, se toman
fotos —dice con orgullo el último zorrero—, están por todas partes del mundo.
Cuando se le
pregunta por su retiro, responde: “Cuando cumpla los veinte años, entonces de
pronto la edad me sirva, yo he sido muy alentado.
¿Y el de
Gavilán?
—Apenas cumpla
los 25 años. Yo creo que me pensiono primero yo —suelta la carcajada-.
Ferney Ibarra
Agenda Hoy
0 Comments :
Publicar un comentario