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Con leguleyadas, directora de Casa de la Cultura se aferra al cargo y perjudica la entidad (Opinión)


Dignidad y decoro, por favor

Villavicencio, febrero 12 de 2020



JAIME FERNÁNDEZ MOLANO
ESPECIAL PARA AGENDA HOY

        Las dos palabras que inician el título de esta columna no obligan acudir al diccionario, porque corresponden al lenguaje habitual y al sentido común.
        Eso es exactamente lo que se le solicita a la señora Libia Díaz Cárdenas, quien funge como directora —a la fuerza desde el primer día hábil de este año— de la Casa de la Cultura ‘Jorge Eliécer Gaitán’ de Villavicencio.

Casa de la Cultura Jorge Eliécer Gaitán de Villavicencio.

Y me explico: la mencionada funcionaria, quien había sido nombrada el 17 de septiembre de 2017 por la junta directiva de esa entidad en la administración anterior, es decir, bajo el gobierno de Marcela Amaya García (que concluyó el pasado 31 de diciembre de 2019), y quien fuera nominada a título de cargo de libre nombramiento y remoción, fue la única funcionaria del gobierno departamental —con este tipo de rango— que, al entrar el nuevo gobierno, no quiso presentar renuncia a su cargo, asunto que por mera prudencia y discreción estaba obligada a hacer, precisamente por tratarse de un cargo de este tipo.
Y es que aquí se habla de funcionarios que, por estas características específicas, son nombrados como resultado de una plena confianza que el nominador tiene sobre el nominado. Y son, precisamente de libre nombramiento y remoción, para permitirle esa libertad a quien los nombra. Sin olvidar, además, que deben representar unos lineamientos específicos en temas de decisiones políticas y de directrices que respondan —como en este caso— a los planes de gobierno específicos de cada gobernante.
Por eso, la actitud de la señora Díaz Cárdenas no corresponde a la dignidad y el decoro mínimos que debe mostrar una persona con un cargo similar, cuando la junta directiva de la entidad es presidida por un nuevo mandatario que, como es lógico, llega con un equipo de su entera confianza.
Y claro, no se trata de que estos cargos deban responder a simples movimientos políticos. No. Porque, como ha podido ocurrir en el pasado o en otros casos, es factible que el nuevo gobernante, teniendo en cuenta excepcionales capacidades, idoneidad y resultados del personaje que merezcan tenerse en cuenta, decida ratificarlo en su cargo. Pero a ojos vista que este no es el caso, pues para nadie es un secreto que la señora Díaz Cárdenas fue menos que una sombra grisácea y de ingrata recordación en la historia de esta entidad, por su incapacidad de pensar, diseñar y ejecutar planes ambiciosos y transformadores para una entidad maltrecha y con una difícil situación jurídica, administrativa y financiera, que a todas luces requiere de un plan de choque para reorientarla y salvarla.
En este punto es bueno señalar que la Casa de la Cultura ‘Jorge Eliécer Gaitán’ es una entidad oficial que tiene una junta directiva que preside el señor gobernador y donde tiene asiento igualmente la directora del Instituto de Cultura del Meta, entidades (Gobernación e Instituto) de las cuales depende administrativa, política y financieramente la entidad.
Repito aquí, con el título: si la señora Díaz Cárdenas tiene un tris de sensatez, de dignidad y de decoro respecto de la situación que se presenta, lo menos que debería hacer era presentar su renuncia protocolaria, y no intentar en vano aferrarse con leguleyadas a un cargo que no merece hace mucho tiempo. Y menos en esta coyuntura protocolaria.
Es importante mencionar en este punto, que la actual administración departamental ha sido muy prudente y discreta con el tema, pues en primera instancia, y al ver que la señora Díaz Cárdenas no presentó su renuncia protocolaria, la abordaron vía telefónica, y ella manifestó que no renunciaba, y días después envió un oficio donde exponía unos argumentos jurídicos para no hacerlo; oficio que la secretaría administrativa de la Gobernación le respondió explicándole que sus argumentos no aplicaban, motivo por el cual se rechazaban sus pretensiones.
Posteriormente, la funcionaria respondió con un oficio de quince (15) folios radicado en la Gobernación y con copia a todos y cada uno de los miembros de la junta directiva, donde no solo ratifica su posición (con asesoría jurídica, por su evidente lenguaje y argumentos), sino que plantea que ella es una persona vulnerable económicamente, que vive en extrema dificultad económica y que, adicionalmente, es la responsable de velar por su anciana progenitora enferma, postrada y en estado de invalidez. Y llega al extremo de adjuntar allí fotos que en verdad —estas sí­— vulneran la dignidad de su señora madre.
Aquí, y solo para que no se nos pase, me permito un comentario: creo que no será difícil, para quienes conocen su diario vivir, la muestra permanente de su estatus económico y gustos estéticos y cosméticos, concluir que estos últimos, patéticos y falaces argumentos de la mencionada funcionaria para aferrarse al cargo, no solo se caerán de su propio peso en cualquier tribunal con mediana sensatez, en caso de que plantee una demanda, sino que hablan muy mal de la condición humana de alguien que es capaz de exponer impúdicamente el honor de quien nos merece el mayor respeto en la vida.
Si ella considera que le asisten unos derechos (bastante dudosos, por cierto), pues para ello están los tribunales; pero no puede seguir perjudicando a la entidad.
Y cuando digo que perjudica a la entidad, es evidente que la Casa de la Cultura ‘Jorge Eliécer Gaitán’ de Villavicencio, se encuentra completamente paralizada en sus planes de acción, proyección, planeación administrativa y financiera, y, por supuesto, en su orientación y dirección. En lo que va corrido del año, la entidad no ha logrado pagar salarios ni los mínimos compromisos administrativos. Está sin brújula, sin norte.
Este es un llamado para que se actúe ya frente a esta lamentable situación y se defina de una vez por todas la suerte de la institución, que hemos defendido siempre y que seguiremos defendiendo como patrimonio de la institucionalidad regional.
Creo que la paciencia se agota, y que la junta directiva (que no ha querido convocar la señora Díaz Cárdenas) deberá ser convocada por el gobernador, para que se proceda a declarar insubsistente a la actual directora enquistada y se nombre su reemplazo; todo, a la luz de las normas y las leyes vigentes.


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