La artista que pinta en su fábrica de helados
Marzo 23 de 2017
Cuando apenas era una niña, Diana Zoraida Hincapié
reciclaba las hojas sobrantes de sus cuadernos escolares para dibujar allí
personajes infantiles que vendía por algunos pesos. Niña, le repetían, del arte
no se vive, niña, eso es para gente que no tiene compromisos, y así, hasta la
adolescencia escuchó, niña, eso es para personas de poca responsabilidad.
Diana Zoraida Hincapié utiliza con frecuencia la técnica de la espátula para darle vida a sus pinturas. |
Por eso, sumado al hecho de haber estudiado en un colegio
de monjas en el que el énfasis fue la formación comercial, tomó la decisión de
estudiar administración financiera.
Pero Diana Zoraida nunca dejó de ser artista. No vive de
sus pinturas, así como se lo repitieron, pero es empresaria, y sus productos,
aunque comestibles, tienen algo de arte. Son helados artesanales que vende en
el centro de Villavicencio. Ella misma los prepara, y desde hace tres años, la
fábrica de helados artesanales Gelato Ice Cream, en la que emplea a cinco
personas, es también su galería y taller de arte.
Allí, en donde el olor a dulce y pintura se mezclan, no
solo produce desde bananas Split hasta helados de quesadillo, lulo, mielmesabe,
manjar blanco y sabores poco imaginados, sino que mientras sirven las
deliciosas y refrescantes preparaciones, ella les da vida a sus obras con
pincel y espátula, y hasta dicta clases personalizadas tres días a la semana.
“Cuando coloqué la empresa, desde un principio decidí que
quería los dos espacios al mismo tiempo”, explica. Por eso, en la oficina, que
queda sobre un pasillo a unos tres metros de donde sirven los helados, lo
primero que instaló fueron los rieles y las luces típicas de una galería de
arte. Es además paso obligado para quienes quieren llegar a las mesas.
En las mañanas, Diana Zoraida se dedica a su heladería, y en las tardes pinta en su taller. |
La formación comercial de esta ibaguereña se gestó en la
Universidad del Tolima y en el municipio de Chaparral, en el que inauguró una
ya liquidada fábrica de jugos, mientras que su lado artístico lo explotó en
Villavicencio, donde se radicó hace casi tres lustros.
En los primeros años fue autodidacta. Pintaba y dibujada
paisajes en cartulina y lienzo, hasta que encontró en un clasificado de prensa
la posibilidad de realizar dos talleres de pintura y dibujo en la Casa de la
Cultura Jorge Eliécer Gaitán. De la mano de Luis Enrique Ballén, exploró el
óleo y la acuarela, y después se preparó en el taller de Gabriel Hoyos, donde
aprendió la técnica de pintura al pastel y a usar la espátula, una herramienta
que maneja como pincel.
Su más reciente logro fue ser finalista del Concurso
Unidos por el Arte, en el que uno de sus diseños fue plasmado en una obra
metálica en forma de cachirre (caimán). Participó en el 15 Salón Regional de
Artistas y fue una de las ganadoras del V Salón BAT de arte popular ‘Colombia
Pluriétnica y Multicultural’. Para este último presentó una balsa muisca
formada con piezas pintadas en lienzo, un ensamble que refleja su evolución,
una búsqueda por fusionar la escultura y la pintura y sacar formas que nunca
lograría solo con el lienzo.
Pese a que varias de sus obras pasan la raya de lo
comercial, no se identifica con quienes defienden el arte como negocio ni con
quienes critican desde la academia. Simplemente su pasión, como lo dice ella,
“es pintar, porque me gusta, la empresa es para mí como el espacio y las alas
para poder volar en el arte, para poder hacer lo que hay en mi mente, en mi
corazón, en mi sentir”.
Andrés Molano Téllez
Director Agenda Hoy
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