El
empresario llanero que, siendo huérfano y vendiendo en la calle, inició su
camino al éxito
Junio 30 de 2017
Reviva el discurso del empresario Pedro Enrique Ruiz,
dueño del Hotel don Yo, vicepresidente de la Corporación Vamos Pa’l Pauto y el ‘papa’
de Parque Soft Meta, quien, siendo huérfano, y luego de trabajar en la venta de
pan de arroz en la calle, de ofrecer periódicos en los semáforos y de hacer cuentería,
se forjó un camino de éxito.
Pedro Enrique Ruiz, dueño del Hotel Don Yo (mirador turístico). |
Así les habló a los asistentes durante la Noche de los
Mejores de Fenalco, evento en el que recibió el galardón a toda una vida
dedicada al comercio. La ceremonia se realizó el 23 de junio, en el Estelar Villavicencio Hotel
& Centro de Convenciones.
“Les quiero contar una anécdota para que nunca olviden cuando
un hombre de 62 años empezó a trabajar: Huérfano a los 11 años, vendí pan de arroz
en un canasto, vendí periódico en la ciudad de Villavicencio, monté una
cuentería junto al Colegio La salle, donde vendía el periódico, las revistas y
cuentos colgados en unas pitas. Logré ser militar de la Armada de la República
de Colombia, pero no serví para que me dieran órdenes, siempre he estado
compartiendo mis ideas, he sido líder gremial hasta hoy, por más de 30 años, fundé
la Asociación de Comerciantes de San José del Guaviare, ayudé a crear la Cámara
de Comercio de San José del Guaviare, fui miembro de la junta directiva de la Cámara
de Comercio, de Fenalco, cuando estaba José Rafael Díaz, defendí petróleo,
todas las estaciones de servicio de este país, presidente de Cotelco, candidato
a la Alcaldía de San José del Guaviare, concejal por dos periodos de San José
del Guaviare, candidato a la Alcaldía de Villavicencio, y ahora el papá de la
empresa más importante de desarrollo tecnológico, que se llama Parque Soft Meta.
“Yo recuerdo que, cuando emprender necio, a los 22 años,
yo sé que algunos recordarán que donde queda el edificio Romarco, había un Banco
Popular, y había un restaurante donde vendían helado Cream Helado, me antojé de
comerme un helado y le pregunté al señor, que era un árabe, que como hacía para
montar un negocio de esos en San José del Guaviare, me dio la dirección de Bogotá,
fui, cuando ya había construido un cono de madera que ayude a construir en San
Jose del Guaviare, y me mandaban los helados en un avión desde Villavicencio, a
las seis de la mañana, llegaban a las siete y diez, y había una cola de 200
metros para que la gente pudiera comerse un helado en la selva. Todos los
veranos no alcanzaba a meterlos al congelador, la gente los compraba, sé que me
costaba 500 pesos, cada uno, y yo lo vendía en mil, me ganaba el 100 por
ciento, pero ese no es el meollo, cuando me di cuenta que se robaban el dinero
del estado, se lo robaban en las estaciones de servicio, y observé que un galón
de gasolina valía mil pesos al gobierno y averigüé cuanto costaba en Bogotá y transportarlo,
y se lo pude vender a 300 pesos, y pude montar la primera estación de servicio
en San José del Guaviare. San José del Guaviare lo adoro, le di 14 años de mi
vida, regalé una avenida de 500 metros por 40 de ancho, construí el terminal del
aeropuerto, fui el jefe de la torre durante esos 14 años, hice el Hotel El Aeropuerto,
allá monte un restaurante que se llamaba El Chucito, yo me ganaba, modestia aparte,
un millón de pesos, diario, vendiendo combustible, licores, restaurante, y
nunca se me subió el dinero a la cabeza, nunca, siempre he sido la persona
extrovertida, irreverente. Hoy no voy a decir groserías, ninguna güevonada.
“En conclusión, sé que, en Cámara de Comercio, cuando
ingresé como directivo, porque estuve en dos periodos y perdí uno por un voto,
que me ganó Mario, el del Banco de Colombia, Mario Echevarría, que era un gran
señor, no pregunté más nada, porque sabía que era un buen elemento.
“Hoy les confieso que empecé tan niño, y ya con 62 años,
aún tengo muchas cosas por hacer. En Villavicencio me dediqué a comprar una
manzana, diagonal al Hotel Rosado. Está la estación de servicio Villavicencio,
el Hotel Gramalote, me gasté ocho años comprando una manzana, construí la estación,
me gané un premio, porque la estación la hicimos en 93 días, porque teníamos todos
los recursos, lo teníamos todo planeado, fue el primer concurso de ingenieros y
arquitectos en licitación privada. Y este alcalde era un culicagado (Wílmar
Barbosa), recién egresado de la universidad, y le dije, maestro, voy a traer a
todos los dueños de estaciones de Colombia a mi tierra. Estaba de director de
Cultura del Meta y acababan de construir el auditorio de La Vorágine, me ayuda,
hágale, dijo, era un peladito. Pero apóyeme, necesitamos atender bien a esta
gente, camine hablamos con el gobernador Luis Carlos Torres.
“693 personas, el primer congreso en Villavicencio con ese
número, no teníamos hospedaje, anticipé y construí un hotel donde metí setenta
y pico de personas. El Hotel del Llano estaba clausurado, anécdotas, muchas, hicimos,
posteriormente, como presidente de todos los hoteleros, el congreso de los hoteleros
de Colombia en Villavicencio, y no me ayudaron, claudiqué en esa propuesta,
porque los hoteleros somos como de dedo parado, y desafortunadamente renuncié a
la agremiación, precisamente porque no fue el apoyo esperado. Mas, sin embargo,
hoy Fenalco, quiero enaltecerle esta contribución al emprendimiento, al
desarrollo, a buscar que nos unamos con todas las fuerzas para que nuestro
territorio, que no solamente es el Meta sino la región de la Orinoquia, por eso
soy el vicepresidente de la Corporación Vamos Pa’l Pauto. La mejor industria es
el desarrollo turístico, es la más limpia, y apostémosle en gran medida a ello.
Villavicencio, el Meta y la región se lo merecen.
“Y para todos ustedes, les voy a dar mi aplauso por ser
tan verracos como yo, muchas gracias, a mi familia, a mi esposa Sandra, a mis
hermanos y mis hijos”.
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