El
ajedrecista de la plaza central
Junio 8 de 2018
Llegó de Medellín detrás de una mujer, pero terminó
viviendo de una reina y su séquito.
Carlos Cataño presta tableros y fichas de ajedrez en la Plaza Los Libertadores de Villavicencio. Fotos: Óscar Fabián Bernal / Agenda Hoy. |
Carlos Cataño no imaginó que luego de una corta visita
a Villavicencio iba a terminar aferrado a un juego de ajedrez que instaló en el
parque central del municipio: la Plaza Los Libertadores.
Él es el responsable de esa silente reunión de
pensionados que rondan una de las esquinas de la céntrica plaza de Villavicencio
y que han terminado fusionándose con el paisaje urbano. Peones de la vida que
mueven sus últimas fichas.
Mientras unos doce jugadores centran su atención en el
tablero, Cataño hace memoria. Recuerda que hace veintidós años llegó a la
ciudad tras las faldas de una mujer, una amiga quien cargaba a cuestas el duelo
de la muerte de su hijo. Ella quería estar unos años en el lugar donde falleció
su primogénito y él, por amor, sucumbió ante su petición de acompañarla durante
una semana, que se extendió por más de dos décadas.
Atrás dejó su oficio de farmaceuta y de vendedor de
droga sintética, pero naturista, puntualiza. Y en el 2009 invirtió 40.000 pesos
en dos tableros de ajedrez para instalarse en la plaza central donde hoy se
juega su suerte. La idea fue una copia que implementó de lo que había visto en
Medellín. Y funcionó. Los abuelos, y uno que otro joven —porque también hay
partidas en las que llegan niños—, hacían fila para jugar. Con el tiempo el
número de tableros de ajedrez llegó a 15.
Asegura que no fue el primero que colonizó el espacio
ajedrecista de la popular plaza. Cita a un hombre de apellido López, un
ingeniero agrónomo que hacía lo mismo por pasatiempo, algo más personalizado,
para una o dos parejas. Pero su antecesor se esfumó como el agonizante jaque
mate de una partida.
“Hace nueve años estoy aquí, me puse a pensar que sería
bueno que la gente que llegara aquí, a la plaza, no solo conversara 10 minutos,
como lo hacía, y se fueran luego de aburrirse. Así que puse ajedrez, comencé de
siete de la mañana a siete de la noche, luego seguí hasta las once”, cuenta el
paisa, antes de agregar que la hora pico del juego es entre las dos y las cinco
de la tarde.
En sus inicios tuvo problemas con funcionarios de Espacio
Público. Aducían, en aquel entonces, que causaba molestias, pues no entendían,
según el ‘rey’ de ajedrez, que este juego es del pueblo para el pueblo.
Carlos Cataño asegura que por ahí han pasado empresarios y políticos, como el actual alcalde de Villavicencio, Wílmar Barbosa, y el polémico exgobernador Alan Jara, quien no se salvó de su jaque mate. Argumenta, además, que sus mayores clientes son adultos mayores, porque el juego hace más llevadero el Alzheimer y el Parquinson. Insiste en que también llegan jóvenes y niños, pese a que a su alrededor hay algunos hombres de piel curtida y otros de pelo cano.
Niega que se hagan apuestas. Considera que la naturaleza
del hombre al ver perdida su economía es la búsqueda de la trampa. “Aquí lo
único que se gana es distracción y el honor de haber ganado”, recalca.
Pero el sol y la lluvia ponen en jaque su juego. Por
eso, antes de que acabe esa partida que inició como forastero, pide a los reyes
y reinas del gobierno que le den sillas y techo para el resguardo de sus
peones, aquellos que mueven en silencio sus últimas fichas.
0 Comments :
Publicar un comentario