Así nació ‘Ay, mi llanura’
Primero de julio de 2020
El
primero de julio de 1979 el pasaje ‘Ay, mi llanura’, de Arnulfo Briceño
Contreras (q.e.p.d.), fue elevado a rango de himno oficial mediante decreto
387.
Arnulfo Briceño, autor del himno del Meta. Foto: Archivo familiar. |
Agenda Hoy recuerda el discurso pronunciado por Arnulfo Briceño:
“La exaltación de mi pasaje ‘Ay, mi llanura’ a la
categoría de Himno del Departamento del Meta, constituye indudablemente la más
grande satisfacción en mi modesta vida de compositor.
“Ya van corridos prácticamente doce años desde cuando ‘Ay
mi llanura’ nació como canción y en mi mente bullen atropelladamente tantas
ideas que si apenas puedo coordinar y dar rienda suelta a algunas de ellas. Por
ejemplo, me asaltas siempre la pregunta de miles y miles de colombianos de
todas las regiones que indagan. ¿Porque siendo cucuteño le canta tanto al
Llano? Y cuántas veces he tenido que responder que le he cantado al Llano
porque se ha metido en mi alma, porque lo siento tan mío como un llanero bien
nacido y cómo lo debemos sentir orgullosamente todos los colombianos. Que todo
empezó en mis épocas de estudiante de bachillerato en el Colegio Gremios Unidos
de mi ciudad natal de Cúcuta. Por entonces hube de realizar un trabajo de
historia patria en el que en cartulina blanca dibujaba toda la ruta de la gesta
libertadora que culminó con la batalla decisiva del 7 de agosto de 1819 que
marcó para siempre el inicio de nuestra vida libre como nación soberana
“Fue así como leyendo y releyendo, se me fueron
cincelando en mi vida los actos heroicos de aquellos hombres desarrapados que
lo dejaron todo por el amor supremo del ideal de la patria y la libertad.
Hombres que desafiaron el hambre y la desnudez, que cambiaron el tibio sol
llanero por las gélidas cumbres andinas donde rindieron sus vidas, ya a manos
de las inclemencias del hambre y del frío, ya en las armas de los españoles
altaneros que mecían sus banderas y nos obligaban a doblar la cerviz. Pero el
cometido se cumplió en la historia y, así como dije antes, se grabó en mi vida.
“Repasando e hilando hechos, reconozco que, por alguna
razón especial, aparte de mis vivencias anteriores, cuando escuchaba los sones
llaneros, el corazón se me henchía de júbilo y alegría. También por aquella
época hizo su aparición por mi ciudad de Cúcuta el gran compositor llanero
Miguel Ángel Martín, cuando su inmortal Carmentea irrumpía en el ámbito
folclórico nacional con nítidos destellos. Él no me recuerda porque entonces
las circunstancias de la época no me permitieron ser su amigo. Pero yo sí sé
que lo recuerdo y lo he tenido siempre presente. Algo más tarde,
cronológicamente, apareció en un festival folclórico que se realizó en la
cancha de basquetbol de mi ciudad natal, el jilguero del Llano, Luis Ariel Rey.
Lo oí cantar con su grupo llanero con tal reciedumbre, con tanto amor por su
tierra, que complementó definitivamente mi panorama afectivo hacia los Llanos.
“Ya en Bogotá, en mis años de universitario, devoraba
toda la literatura que cayera en mis manos y que hablará de los Llanos. Las
hermosas descripciones de José Eustasio Rivera en su obra inmortal La
Vorágine, sobre amaneceres y atardeceres, de borrascas, de cielo y aromas
de los Llanos Orientales de Colombia. Mis conversaciones con gente que era de,
vivía en, o conocía el Llano, terminaron por fin la obra. Yo tenía un Llano en
mi alma, en mi mente, en mi corazón. Así, un día cualquiera de 1967 comencé a
trabajar en una canción para los Llanos orientales de Colombia. Sin mucha
pretensión, pero sí con amor, una canción que hablará de su paisaje único en el
mundo; una canción que hablará del valor de sus gentes y que dijera en nombre
de Colombia todo cuanto significan para nuestra vida republicana. Así nació ‘Ay
mi llanura’.
“En los albores de ‘Ay, mi llanura’ surgieron las
impresiones favorables para mi canción. Los hermanos Carlos y Jaime Agudelo,
este último muy conocido hoy en el ámbito nacional como gran humorista,
oriundos del Valle del Cauca, le otorgaron su primer aplauso y con su tiple,
sus voces y sus guitarras, la cantaron conmigo la primera vez. Después, el
también laureado compositor vallecaucano Marco Rayo, me dio la oportunidad y el
aliento para enviarla al Festival de la Canción Colombiana de Villavicencio en
1967, donde surgió a concepto de los jueces, uno de ellos desde entonces mi
gran amigo Manuel J. Larroche, como ganadora. Era director, como hoy, mi amigo
Raúl Mojica García.
“Desde entonces ‘Ay mi llanura’ tomó un camino
vertiginoso que yo jamás llegué a sospechar. Ha sorteado la crítica nacional e
incluso internacional con rotundo éxito. Valga la ocasión para recordar, por
ejemplo, una reunión informal con algunos compositores mexicanos, de cuya
asociación soy miembro. Después de que la hubiera oído, comentaron que esta
canción podía ser para Colombia lo que ‘Alma llanera’ para Venezuela. En
Varsovia, la capital polaca, cuando nos presentamos con el Ballet de Colombia
de Sonia Osorio, la interpretamos en la Sala Congresowa de aquella ciudad, con
mi amigo, compañero y eximio arpista el doctor Fernando Lizarazo. Ocurrió que
al día siguiente el embajador plenipotenciario ante el gobierno de Polonia fue
a felicitarnos y nos manifestó su orgullo de colombiano por cuanto los
embajadores de otras naciones americanas que asistieron a la función lo habían
felicitado por esa canción ‘Ay mi llanura’. Hace unos cuatro años en Caracas,
Venezuela, estando cantando en el Hotel Tamanaco acompañado del gran músico,
ahora residente en los Estados Unidos, al interpretar ‘Ay mi llanura’, una
noche fui invitado a una mesa y quién se me presentó dijo ser el hijo del
entonces embajador en Colombia Numa Quevedo. Me dijo “Te felicito, chico. Tú
cantas muy bien la música venezolana”. Le informé que ‘Ay mi llanura’ era
colombiana y me dijo, “¿Estás seguro?” Le contesté, “Seguro, esta canción ganó
el Festival de la Canción Colombiana y yo soy el compositor”. Me dijo, “Te
felicito, chico. Es una hermosa canción”.
“Y así, son muchos los conceptos, Berenice Chávez,
nuestra máxima folclorista me dice siempre, “Te puedes morir tranquilo,
Arnulfo, que con ‘Ay mi llanura’ tienes para tu gloria”. El maestro Jorge
Villamil me saluda siempre y en toda ocasión con mucha deferencia, diciéndome,
“¡Ay mi llanura!”. Se podrían decir tantas cosas, pero consideró, como decimos
en el argot jurídico, de mi parte, que hay suficiente ilustración.
“Ustedes se servirán escucharme por este recuerdo que no
pude evitarlo. Es la máxima satisfacción de un hombre modesto y sencillo que se
enamoró de los Llanos y le cantó al paisaje, a su historia y a sus gentes,
poniendo su corazón en las manos y en los labios. Muchas gracias por esta inmensa satisfacción
que yo quiero dedicar a la mayoría de los compañeros artistas que ya se
marcharon para siempre, sin conocer ni saborear los frutos de reconocimiento a
su labor. En lo que a mí queda, ustedes han tenido la bondad de poner esa anota
en el transitar por el camino de mi propia vida y por ello os digo, que Dios y
la Patria os premien. Muchas gracias”.
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ResponderEliminarMi admiración hoy y siempre para el maestro Arnulfo Briceño Contreras y, su hinmo "ay mi llanura", haciendo que el Meta, sea un departamento con mucho futuro en el contexto nacional.
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