El hombre detrás de Foto Herrera
Agosto 9 de 2018
Guillermo Herrera conserva todavía sus primeras cámaras. Fotos: Óscar Bernal. |
Nadie imaginaría
que aquel señor de voz pausada y pelo cano, ese que pese a sus 85 años aún
refleja la vitalidad propia de los niños cada vez que toma una foto, y quien
convirtió su marca —Foto Herrera — en la empresa más tradicional del arte de
congelar el tiempo en Villavicencio, hubiese llegado a enamorarse de la
fotografía a empujones, casi que obligado por su padre.
Guillermo
Herrera Vargas no nació en Villavicencio, pero es quizá quien tiene el mayor
número de fotografías antiguas, ha inmortalizado la historia de la ciudad.
Llegó en busca de progreso hace 78 años procedente de Fresno (Tolima), junto
con sus padres y siete de sus 16 hermanos. De allí es oriundo.
El lema de su
padre siempre fue estudiar o trabajar. Por la historia política del país disparó
por la segunda opción. Con el magnicidio de Jorge Eliécer Gaitán las clases se
suspendieron. Para la época estudiaba en una escuela del barrio San José,
arriba del Hospital Departamental, rodeada de potreros en los que jugaba a los
pistoleros, influenciado por las películas del oeste, aquellas protagonizadas
por Tim McCoy y Gene Autry. Tampoco se imaginaba que en una época de su vida
pasaría de trabajar en el Teatro Ariari y de ser portero del extinto Teatro
Cóndor a proyectar los largometrajes de los que se enamoró en su infancia.
Cohibido de
juegos, el pequeño Guillermo se dedicaba también a los quehaceres de la casa.
Preparaba arepas antioqueñas que su familia vendía a petroleros en hoteles y
cargaba lavazas para los cerdos que cebaban en la amplia casa paterna.
Su padre
trabajaba en una sastrería en el centro de Villavicencio. “El viejo insistía en
que tenía que ayudarle, me ponía a hacer ojales, a poner botones, pero no me
gustaba”, recuerda, con algo de nostalgia, y enseguida atina a explicar que el
local vecino pertenecía a su maestro, don Tulio, quien le ayudó a revelar su
futuro. Se trataba de la empresa Fotografía Santamaría. “Entonces, mi padre
—agrega—, le comentó que por qué no me daba empleo. Y así fue”. Pero el joven
tampoco quería ese oficio, le temía al cuarto oscuro de fotografía. “Pero ese
era el destino mío, quedarme con él, trabajando”, enfatiza el que es hoy un
enamorado de la fotografía.
En la década de
los 50, don Tulio se ve obligado a viajar a Maracaibo (Venezuela). Le vende,
entonces, los implementos fotográficos y nace Foto Herrera, reconocida empresa
ubicada en el sector de El Barzal —junto a La Báscula—, hoy con otras sedes en
el Parque del Hacha y en el barrio Camoa, en Villavicencio, estas últimas de
propiedad de dos de sus ocho hijos.
Allí, en su
negocio, donde entrega atención personalizada a sus clientes, toma un receso y responde
algunas preguntas, mientras sigue pendiente del servicio al cliente.
¿Qué significa para usted la
fotografía?
Es un arte que
adoro mucho, que me dio lo que tengo, nos es que sea mucho, pero eduqué a mis
hijos y sigo trabajando. Es mi adoración. A mi edad, a los 85 años, aún anhelo
seguir tomando fotografías.
¿Cuáles fueron sus primeras fotos?
Fueron de
documentos, cubrí sociales, iba a matrimonios, primeras comuniones, abundaba
trabajo, no existía lo digital y quedaba bastante trabajo. También hice
fotografías de reportaje, en primeras comuniones y en clubes.
¿Qué extraña de la fotografía antigua?
Se extraña algo,
pero antes era más sacrificante. Hoy es digital, que gracias a Juan (su hijo),
que trabajó en EL TIEMPO, me trajo la
idea, eso fue en el 2000.
¿Cuántas ha tomado?
Millones, pero
solo se mueven cuando hay temblores, pero ahí están los negativos, y eso que
hace años me llevé una cantidad al campo y quemé un poco. Me dolió. Algún día
los hijos se aburrirán con eso y los quemaran, pero mientras viva se seguirán
conservando.
¿Cómo ve el negocio de la fotografía?
Debido a lo
digital ha decaído, porque ya todo el mundo tiene su celular, su maquinita
digital, ellos procesan sus mismas fotos o las archivan. Pero en épocas malas o
buenas estoy ahí, frente a eso, frente a mi arte.
¿Ha pensado en dejar la fotografía?
Hay momentos que
sí quisiera dejarla, porque ya me siento como cansado, pero quiero mucho este
arte, como para abandonarlo de la noche a la mañana. Lo digital es más rápido
para trabajar, más descansado, en cambio, blanco y negro tiene un proceso, es
más cansón, más sacrificante.
¿Cómo ve su legado?
Me gustaría que
mis hijos siguieran con ese legado de Fotografía Herrera, y que algún día ellos
vean, o mis nitos, en pantalla, el mensaje Foto
Herrera: 100 años.
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