Arte en espacio de reincorporación en Uribe (Meta)
Abril 4 de 2019
Un total de 12 pinturas en óleo sobre lienzo cuelgan de
las paredes de la finca El Diamante de la vereda El Vergel, en Uribe (Meta), uno de los espacios
territoriales de capacitación y reincorporación (ETCR) adonde llegaron algunos
de los excombatientes de la guerrilla de las Farc para adelantar el proceso de dejación
de armas, reincorporación y desarrollo de proyectos productivos que iniciaron
luego de los acuerdos de paz con el Gobierno.
La finca tiene cinco cabañas en guadua para recibir a los
turistas, pues desde la firma de los acuerdos de paz el sector empezó a resurgir
de las cenizas y este punto se ha convertido también en un destino turístico de
extranjeros que llegan atraídos por las historias que dejó la guerra con las
Farc. La vivienda principal conserva las características propias de una casa de
campo, una cerca de madera le da la vuelta al inmueble, tiene techo de zinc y cielorraso
en madera.
Finca El Diamante, en Uribe (Meta), espacio territorial de capacitación y reincorporación de los excombatientes de las Farc. |
La pared principal, frente a la entrada, está cubierta
por un pendón grande, tal vez de unos 5 metros de ancho y tres de alto. Tiene
impresa a color la imagen de Zeuxis Pausias Hernández Solarte, conocido por su
alias de Jesús Santrich, y con un letrero grande, en mayúsculas, piden su
libertad: LIBRE SANTRICH.
Detrás del pendón empiezan a aparecer una serie de
pinturas, que además de reflejar el trabajo del campesino, simbolizan la
libertad soñada por los excombatientes. En uno de ellos, una joven guerrillera,
que viste aún de camuflado, espera bajo el árbol la llegada de su hijo que
corre en libertad. Debajo su brazo, el mismo con el que cargaba un fusil en
tiempos de guerra, ahora guarda un libro con una frase impresa: “nuestra única
arma será la palabra”.
En otro de los cuadros se aprecia el abrazo que nace tras
el reencuentro entre un guerrillero y su madre.
Las pinturas se extienden a lo largo de la casa y en los
pasillos. En la sala principal, cerca al televisor led de pantalla curva desde
donde se enteran de los detalles del proceso de paz, aparecen los pincelazos
con los que le rinden homenaje a Pedro Antonio Marín, alias Manuel Marulanda Vélez
(Tirofijo). El colorido cuadro fue firmado en 2017 por Barreto,
un exguerrillero que ya no está concentrado en la zona y que, según Nicanor
Buitrago, otro excombatiente y quien administra el sitio, viajó a otro
territorio a buscar suerte.
Así como hay cuadros con pensamientos de libertad, hay
pinturas costumbristas, de paisajes, de mujeres y hasta uno en el que el mismo
autor es consciente de los efectos de la guerra. En su pintura, firmada como Jeco
y que fue hecha en 2003, en tiempos de conflicto, refleja el desplazamiento de
una comunidad, una familia entera carga a cuesta algunos de sus valiosos enseres,
entre los que destacan una biblia y una guitarra “solo para cantarle a Cristo”.
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