Un puro criollo pide debatir y reevaluar los conceptos cultura ciudadana y patrimonio
Santiago Rivas, presentador del extinto programa ‘Los puros
criollos’, quien fue invitado a participar hoy en el foro ‘Cultura Ciudadana:
Apropiación del Patrimonio Cultural’ en Villavicencio, evento organizado por
Corcumvi y la Unimeta, en desarrollo del Festival Llanero, aseguró que estamos
obligados a debatir y a reevaluar los conceptos de cultura ciudadana y de patrimonio,
cuyos términos se mantienen estancados desde una perspectiva estática de
conservación.
Santiago Rivas, presentador de 'Los puros criollos' durante su ponencia en el foro sobre cultura ciudadana y patrimonio, uno de los eventos del Festival Llanero de Villavicencio. |
Rivas, quien hizo su presentación de manera virtual, consideró
que la inteligencia y la creatividad deben ser vistas como trabajos colectivos
y no como cualidades individuales ni la cultura debe ser construida a partir de
obras o ideas sino de interacciones, de lo contrario, asegura, el mundo seguirá
siendo un territorio de control y no de diálogo.
La cabeza visible de ‘Lo puros criollos’ se identificó como
un antipatriota, pero porque entiende el patrimonio desde una perspectiva más
amplia, como un “patrimonio blando, líquido y expandido a las diferentes
facetas de la vida”, y dijo entender la cultura como un diálogo y no como una
imposición hegemónica.
“Creemos en la interacción y en la sinergia, pero estamos
dispuestos a darnos la pela y a vivir en un mundo que privilegia ante todo el
derecho de patentes; vivimos en un mundo que privilegia la innovación como un
trampolín para el desarrollo individual; creemos en un mundo que privilegia la libertad
como un motor para el progreso individual, y me parece que estamos meando fuera
del tiesto; en general, hemos construido un mundo en donde se privilegia la imposición
de una libertad sobre otra, y eso no funciona así”, puntualizó.
Rivas explicó que la creatividad y la inteligencia deben
ser entendidos como valores colectivos que se construyen a diario, en donde
cualquier cosa es susceptible a ser patrimonio o, incluso, a dejar de serlo,
tal como ha ocurrido con los derribamientos de estatuas impulsados por nuevos
colectivos.
Con Los puros criollos, y parafraseando a Levy Rincón,
dijo haber entendido que “los colombianos estamos hechos de maricaditas”, donde
el patrimonio impuesto desde lo oficial, desde la clase política y la burocracia
no es lo que nos define, sino las cosas sencillas que nos hacen sentir en casa,
las historias, esas que no parar de moverse. Pero además plantea la importancia
de conocer que el patrimonio no está definido, que está en constante cambio y pide
que no sea utilizado como una imposición.
“Estamos en la obligación de llamar a cuentas al poder, a
ese poder que está constantemente pretendiendo reflejarse en los símbolos patrios
y en el patrimonio", lo que permite, según Rivas, “reducir esa vergüenza a
la que nos hemos sometido, que es la fuente de nuestro racismo, clasismo, homofobia,
sexismo, de todas las maneras en que nosotros mismos elegimos discriminarnos, y
al mismo tiempo nos permite mantener una distancia sana de ese poder, que muchas veces
ha querido utilizar la idea del patrimonio para montársenos encima, para agarrarnos
la yugular y mantenernos sometidos e inmovilizados”, y ratificó la importancia de cuestionar, también desde el periodismo cultural, las visiones hegemónicas de las tradiciones.
Durante su intervención habló, además, de la existencia de
un capitalismo “fundamentado en el congelamiento de ciertas tradiciones”, manifestaciones
que deberían ser móviles. Puso como ejemplo a las agrupaciones Palo Cruza’o y
Cimarrón, a las que catalogó como fantásticas, pero que, si fueran estáticas,
como pretende ese capitalismo del que él habla, serían abominables.
La antropóloga Nancy Espinel, quien estuvo presente en el
auditorio, tomó la palabra y puso de ejemplo a Villavicencio como una ciudad
que ha recibido diferentes frentes de colonización con variadas manifestaciones
culturales, y que pese a ello se sigue imponiendo una llaneridad, una cultura
que, si bien es bastante amada, está pidiendo a gritos que se extienda, que se expanda
más.
“Me encanta lo de trascender lo llanero”, le respondió
Rivas y agregó: “llevamos mucho tiempo pensando en patrimonio como algo estático
y la cultura es un flujo, y el agua que se estanca se pudre”. Y aclaró que, aunque
“la globalización tiene sus cagadas, nos trajo el valor de la propia historia,
las nuevas generaciones están mucho más conscientes del valor de la propia
historia como un aporte a lo global, no es que todos tengamos que parecernos,
sino que tenemos una historia para contar”.
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