Buscan
darle vida artística a ocho esculturas en Villavicencio
El Salón de Arte Llanero, que se llevaba a cabo en
desarrollo del Festival Llanero de Villavicencio, ahora será Concurso Unidos
por el Arte y saldrá a la calle convertido en esculturas urbanas.
Todas las propuestas presentadas serán exhibidas en la Biblioteca Germán Arciniegas. |
Ya no será una convocatoria para reunir, premiar y
exhibir obras en cualquier técnica y alusivas a la llaneridad, como se venía
realizando en la administración anterior, sino que este año pasará a ser un
concurso que busca darle vida a ocho esculturas, para luego ubicarlas en diferentes sectores de la ciudad.
Los participantes seleccionados no crearán la escultura.
Ellos harán la intervención artística de la obra, es decir, aportarán el diseño que las cobije, el cual debe hacer
referencia a las riquezas naturales de la región.
Los interesados en participar recibirán, al azar, la
imagen de una de las ocho esculturas, y con base en ella realizarán la
propuesta. Esta debe ser entregada antes del 31 de octubre, en las oficinas de
Corcumvi, ubicadas en la Biblioteca Germán Arciniegas de Villavicencio.
Las propuestas preseleccionadas serán subidas a la
página de Facebook de Corcumvi, y las que mayor número de ‘me gusta’ tengan,
serán las finalistas. El jurado de la organización será el encargado de escoger
las mejores ocho, las cuales serán premiadas de la siguiente manera:
Los artistas ganadores podrán participar en una exposición
colectiva que se realizará en la sala Guayupe, en 2017.
Los diseños harán parte de las esculturas, las cuales serán intervenidas en el taller del maestro Roa Iregui y luego permanecerán en un sitio público de la ciudad.
El primer puesto recibirá cinco millones de pesos.
El segundo puesto recibirá tres millones de pesos.
El tercer puesto recibirá dos millones de pesos.
Del cuarto al octavo puesto recibirán un millón
quinientos mil de pesos.
Además, todas las propuestas presentadas serán
exhibidas en la sala Guayupe de la Biblioteca Germán Arciniegas de Villavicencio, en desarrollo del Festival Llanero, en diciembre.
Es una obligación del estado apoyar a las culturas y las artes, eso no tiene discusión, pero este apoyo debiera ser consecuente con los intereses de la mayoría de los artistas. En específico, este concurso, no es una propuesta que colme los intereses de todos los artistas, por lo menos los míos no y yo soy un artista de Villavicencio. En que radica mi reclamo: es necesario superar la anquilosada idea del arte relacionado con los objetos bellos y sobre todo es necesario poner en discusión el concepto de belleza. El arte no es un productor de objetos meramente decorativos y esto lo digo con todo el respeto que se merecen los artistas de la ciudad y sobre todo los que participaron en este evento. El arte debiera ir más allá de un concepto puramente estético, preguntarse algo más que si una pieza artística es o no bella. El arte es un campo de pensamiento y por ende los objetos artísticos producidos debieran generar reflexiones sobre los problemas de nuestra sociedad ¿Será que las piezas premiadas en este concurso nos invitan a pensar en nuestras problemáticas? Yo sinceramente creo que no. Ahora, el concepto de belleza siempre será subjetivo, porque la belleza como otros conceptos son construidos por una cultura, por ende, si estas piezas llegasen a considerarse como objetos bellos, lo serian para unos cuantos y por consiguiente el concepto de belleza que subyace en éste concurso es excluyente. Pero sobre todo lo que me parece aún más grave, a partir de este concurso, es que la idea de “objeto decorativo bello” obedece a unas lógicas de mercado del arte local, dominado por unos cuantos “mercachifles” que solo quieren enriquecerse a costa de la producción de ciertos artistas locales que les siguen el juego; claro por necesidad, pero también porque salir del lugar de confort les da miedo o pereza (Disculpen la sinceridad, he buscado las palabras más sutiles) La reflexión va en este sentido: las piezas generadas de este concurso, que posteriormente fueron instaladas en el espacio público de Villavicencio, poseen la misma estética de los objetos (pinturas, esculturas, etc) que comercian los “mercachifles del arte” local, por ende, lo que hacen es configurar un gusto estético público que les permite seguir comerciando los objetos artísticos que les encargan a los artistas locales ¡Es un negocio redondito! En el mundo capitalista contemporáneo las lógicas del mercado permiten éstas aberraciones, que para nada son éticas, pues utilizar lo público para un negocio privado no es ético, esto podría ser hasta un delito, pero bueno, no soy abogado; los recursos públicos nos deben beneficiar a todos y a mí este concurso no me beneficia, ni a corto ni a largo plazo, pues se sigue perpetuando una estética basada en el “objeto bello”, una concepción del arte que no comparto.
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