'Estuve 15 minutos con Esperanza Gómez'
Juan Leguizamón (*) es docente y coordinador de un colegio público de Villavicencio y tuvo la fortuna que desearían muchos de conocer a una de las figuras públicas que más admira por su belleza, a la actriz porno Esperanza Gómez. Su esposa, además, le dio permiso y lo dejó ir con uno de sus amigos a un show exclusivo, en la inauguración de un club nocturno de la ciudad. Esta fue su experiencia.
No tenía idea de que había un concurso, pero fui uno de
los ganadores de una entrada para subir a ver a Esperanza Gómez, en su
camerino, antes de su primer show erótico en Villavicencio.
Varios amigos comenzaron a comentar, a manera de broma,
que sus mujeres les daban o no permiso para ir a ver a Esperanza Gómez. Luego
leí un mensaje, el cual estaba acompañado de un certificado firmado por la
esposa de un amigo en el que autorizaba a ver el show de la señorita Esperanza.
El documento estaba firmado por la esposa y la suegra.
Una tarde, de esas de desocupe, bajé la foto y la posteé
en Twitter. ¡Vaya sorpresa! Me respondió la señorita: “Buenísimo el certificado.
Cómo hago para contactarme con tu amigo”, me preguntó. Le di el dato, y me sugirió, además, que publicara una petición para irla a ver, y si
mi esposa me daba permiso, entonces, me invitaba. Así que lo hice y mi mujer,
no solo aceptó sino que me alcahueteó. Ella misma hizo un video y lo subió.
Con mi esposa llevo 12 años de casado. Una cosas es
mirar y otra probar, me dijo, vaya, mire, conozca, diviértase, ría, posteé la
foto para que los amigos que molestan les dé envidia. Hay mucha confianza.
Así que llegó el día. Era la inauguración de un club nocturno de Villavicencio. Por lo que vi son seis pisos, de hecho, el
camerino de Esperanza Gómez fue habilitado allí. Era una habitación grande,
como de motel, con jacuzzi y televisor. Ella es hermosa, yo la admiro por su
belleza.
Llegó el día, y antes del ingreso hablamos con el que parecía
ser el manager. Nos citó a las 5:00 de la tarde del viernes 14 de octubre para
recoger las manillas. Sí, nos citó, porque a mi amigo también le dieron una
entrada. Las recogimos y luego volvimos como a las 11:00 de la noche. Entramos
y esperamos durante una hora hasta que, a la media noche, llegó Esperanza y su
comitiva. Aquel señor que nos citó nos
saludó muy amablemente. Esperemos que ella se ubique, nos dijo. Al rato nos
llamaron para subir.
Llegamos al sexto piso. Ella, con un vestido sensual ceñido
al cuerpo, estaba acompañada de otra
mujer, hermosa y joven. Esperanza es una persona muy conversadora, muy amable.
Se ve muy profesional. Nos empezó
preguntar la historia de cómo nos motivamos a participar, si lavé la losa, y es
que mi mujer, en el video, dice que si yo venía a su encuentro tendría que
lavar la losa durante varios días. También quiso saber del certificado de mi
amigo. Nos permitió hacer las fotos que quisiéramos, claro, no la clásica del
desnudo, ella estaba muy en los suyo, repito, muy profesional. Como, yo me
destapo en público, y aquí solo hablamos.
Pero en ese momento uno no atina a preguntarle nada.
Uno no tiene ese espíritu de periodista. De pronto, preguntas como qué tal te
pareció Villavicencio, pero no más. De hecho dijo que no había tenido mucho
tiempo, y del hotel no había salido. Ese encuentro duró como unos 15 minutos,
porque, por suerte, detrás nuestro subió una pareja de Granada (Meta). Era un
médico y su esposa, también ganadores. Cuando a Esperanza le pedíamos grabar un
video, ella siempre hacía referencia a entregarles consejos a las mujeres.
Sepan lo que tienen, valoren lo que son y no tengan miedo de ello, denle confianza
a sus esposos. Y a mi amigo, con una frase contundente, lo bajó de la nube: Téngalo
por seguro que yo no podría estar con alguien como usted, expresó. Al rato
empezaron a subir empleados del lugar, mucha gente. “Ella se va a alistar,
podemos cerrar la puerta”, replicó. Ahí se terminó el sueño de conocer
personalmente a Esperanza Gómez, la estrella porno.
Una vez abajo, nos ubicaron, quizá, donde el precio de
la entrada costaba unos 250.000 pesos. Pero cuando salió al escenario, el que
quisiera acercarse a la tarima (pasarela) lo podía hacer sin ningún problema. Apareció
en dos oportunidades. En la primera presentó un show de striptease. Lucía un
pequeño vestido de empleada del servicio doméstico, eso sí, muuuy sexy. Daba
botes, bailaba, se contoneaba, el manejo de la barra era hasta muy deportivo.
Tiene un cuerpo muy tonificado y unas piernas espectaculares. Se notan las horas
de gimnasio. Ese show sí lo grabe, porque el baile es arte, pero en su segunda
salida no lo hice. No era un show triple x sino como cuatro x, además, lésbico.
En tarima había dos mujeres más. Era un trío. Si en el primer show todo el
mundo se comportó, en este, un locutor tuvo que exigir que tomaran la distancia
y que tampoco colocaran los celulares muy cerca.
En los intermedios hubo presentación en vivo de música
popular, y quienes quisieran podrían invitar, pero pagando, a alguna otra
muchacha para realizar un show personal, pero así uno no pagara, uno termina
viendo los shows de los vecinos.
Siendo sincero, esta era la primera vez que yo entraba a un club nocturno, para mi es algo nuevo,
pese a mis 43 años. Yo que soy docente de un colegio en Villavicencio y viendo
tanta mujer bonita en ese sitio, uno queda aterrado de la cantidad de mujeres
jóvenes y bellas que trabajan en ese oficio. Ahí es donde podría empezar un
trabajo de pedagogía con los estudiantes, preguntarse, por qué están en ese negocio,
qué pasa, son inteligentes y jóvenes, vale más ese negocio que el estudio.
Puede ser un buen punto de conversación y debate con los estudiantes.
Si me preguntan si por ser docente estaría mal hacer lo
que hice, no lo creería. De todas formas, la admiración es por ser una mujer
bonita, así como cualquier otra persona puede seguir a Miss Colombia o Amparo
Grisales, yo sigo a Esperanza Gómez, me parece espectacular, no le veo el problema.
Hoy, por redes sociales y por la masificación de la información, los
estudiantes saben quién es ella, qué
hace, yo lo vi de la manera más normal. De hecho, muchas compañeras docentes se
dieron cuenta, y decían, ¡uy, caramba, espectacular! En el caso mío despierta admiración.
Todo el mundo era preguntándome eso. Es un bombón de mujer, de resto, no lo veo
ningún pero, como lo que se buscaba era eso, conocerla.
* Nombre cambiado.
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