Cuando
‘Ay mi llanura’ se convirtió en el himno del departamento del Meta
Octubre 30 de 2017
El primero de julio de 1979 el pasaje ‘Ay mi llanura’, de
Arnulfo Briceño Contreras (q.e.p.d.), fue elevado a rango de himno oficial
mediante decreto 387.
Y el pasado viernes 27 de octubre, durante la XII Feria
Empresarial Briceñista de la institución educativa que lleva el nombre del
artista, en Villavicencio, su familia le hizo entrega al Instituto de Cultura del
Meta el discurso oficial de aquel día.
Aquí, el texto completo, en el que además Arnulfo Briceño
recuerda la historia de su composición:
“La exaltación de mi pasaje ‘Ay mi llanura’ a la
categoría de Himno del Departamento del Meta, constituye indudablemente la más grande
satisfacción en mi modesta vida de compositor.
“Ya van corridos prácticamente doce años desde cuando ‘Ay
mi llanura’ nació como canción y en mi mente bullen atropelladamente tantas
ideas que si apenas puedo coordinar y dar rienda suelta a algunas de ellas. Por
ejemplo, me asaltas siempre la pregunta de miles y miles de colombianos de
todas las regiones que indagan. ¿Porque siendo cucuteño le canta tanto al Llano?
Y cuántas veces he tenido que responder que le he cantado al Llano porque se ha
metido en mi alma, porque lo siento tan mío como un llanero bien nacido y cómo
lo debemos sentir orgullosamente todos los colombianos. Que todo empezó en mis
épocas de estudiante de bachillerato en el Colegio Gremios Unidos de mi ciudad
natal de Cúcuta. Por entonces hube de realizar un trabajo de historia patria en
el que en cartulina blanca dibujaba toda la ruta de la gesta libertadora que
culminó con la batalla decisiva del 7 de agosto de 1819 que marcó para siempre
el inicio de nuestra vida libre como nación soberana
“Fue así como leyendo y releyendo, se me fueron
cincelando en mi vida los actos heroicos de aquellos hombres desarrapados que
lo dejaron todo por el amor supremo del ideal de la patria y la libertad. Hombres
que desafiaron el hambre y la desnudez, que cambiaron el tibio sol llanero por
las gélidas cumbres andinas donde rindieron sus vidas, ya a manos de las
inclemencias del hambre y del frío, ya en las armas de los españoles altaneros
que mecían sus banderas y nos obligaban a doblar la cerviz. Pero el cometido se
cumplió en la historia y, así como dije antes, se grabó en mi vida.
“Repasando e hilando hechos, reconozco que, por alguna
razón especial, aparte de mis vivencias anteriores, cuando escuchaba los sones
llaneros, el corazón se me henchía de júbilo y alegría. También por aquella
época hizo su aparición por mi ciudad de Cúcuta el gran compositor llanero
Miguel Ángel Martín, cuando su inmortal Carmentea irrumpía en el ámbito folclórico
nacional con nítidos destellos. Él no me recuerda porque entonces las
circunstancias de la época no me permitieron ser su amigo. Pero yo sí sé que lo
recuerdo y lo he tenido siempre presente. Algo más tarde, cronológicamente,
apareció en un festival folclórico que se realizó en la cancha de basquetbol de
mi ciudad natal, el jilguero del Llano, Luis Ariel Rey. Lo oí cantar con su
grupo llanero con tal reciedumbre, con tanto amor por su tierra, que
complementó definitivamente mi panorama afectivo hacia los Llanos.
“Ya en Bogotá, en mis años de universitario, devoraba
toda la literatura que cayera en mis manos y que hablará de los Llanos. Las hermosas
descripciones de José Eustasio Rivera en su obra inmortal ‘La Vorágine’, sobre
amaneceres y atardeceres, de borrascas, de cielo y aromas de los Llanos Orientales
de Colombia. Mis conversaciones con gente que era de, vivía en, o conocía el Llano,
terminaron por fin la obra. Yo tenía un Llano en mi alma, en mi mente, en mi
corazón. Así, un día cualquiera de 1967 comencé a trabajar en una canción para
los Llanos orientales de Colombia. Sin mucha pretensión, pero sí con amor, una
canción que hablará de su paisaje único en el mundo; una canción que hablará del
valor de sus gentes y que dijera en nombre de Colombia todo cuanto significan
para nuestra vida republicana. Así nació ‘Ay mi llanura’.
“En los albores de ‘Ay mi llanura’ surgieron las
impresiones favorables para mi canción. Los hermanos Carlos y Jaime Agudelo, este
último muy conocido hoy en el ámbito nacional como gran humorista, oriundos del
Valle del Cauca, le otorgaron su primer aplauso y con su tiple, sus voces y sus
guitarras, la cantaron conmigo la primera vez. Después, el también laureado compositor
vallecaucano Marco Rayo, me dio la oportunidad y el aliento para enviarla al
Festival de la Canción Colombiana de Villavicencio en 1967, donde surgió a
concepto de los jueces, uno de ellos desde entonces mi gran amigo Manuel J. Larroche,
como ganadora. Era director, como hoy, mi amigo Raúl Mojica García.
“Desde entonces ‘Ay mi llanura’ tomó un camino vertiginoso
que yo jamás llegué a sospechar. Ha sorteado la crítica nacional e incluso
internacional con rotundo éxito. Valga la ocasión para recordar, por ejemplo,
una reunión informal con algunos compositores mexicanos, de cuya asociación soy
miembro. Después de que la hubiera oído, comentaron que esta canción podía ser
para Colombia lo que ‘Alma llanera’ para Venezuela. En Varsovia, la capital
polaca, cuando nos presentamos con el Ballet de Colombia de Sonia Osorio, la
interpretamos en la Sala Congresowa de aquella ciudad, con mi amigo, compañero
y eximio arpista el doctor Fernando Lizarazo. Ocurrió que al día siguiente el
embajador plenipotenciario ante el gobierno de Polonia fue a felicitarnos y nos
manifestó su orgullo de colombiano por cuanto los embajadores de otras naciones
americanas que asistieron a la función lo habían felicitado por esa canción ‘Ay
mi llanura’. Hace unos cuatro años en Caracas, Venezuela, estando cantando en
el Hotel Tamanaco acompañado del gran músico, ahora residente en los Estados
Unidos, al interpretar ‘Ay mi llanura’, una noche fui invitado a una mesa y
quién se me presentó dijo ser el hijo del entonces embajador en Colombia Numa
Quevedo. Me dijo “Te felicito, chico. Tú cantas muy bien la música venezolana”.
Le informé que ‘Ay mi llanura’ era colombiana y me dijo, “¿Estás seguro?” Le
contesté, “Seguro, esta canción ganó el Festival de la Canción Colombiana y yo
soy el compositor”. Me dijo, “Te felicito, chico. Es una hermosa canción”.
“Y así, son muchos los conceptos, Berenice Chávez,
nuestra máxima folclorista me dice siempre, “Te puedes morir tranquilo, Arnulfo,
que con ‘Ay mi llanura’ tienes para tu gloria”. El maestro Jorge Villamil me
saluda siempre y en toda ocasión con mucha deferencia, diciéndome, “¡Ay mi
llanura!”. Se podrían decir tantas cosas, pero consideró, como decimos en el
argot jurídico, de mi parte, que hay suficiente ilustración.
“Ustedes se servirán escucharme por este recuerdo que no
pude evitarlo. Es la máxima satisfacción de un hombre modesto y sencillo que se
enamoró de los Llanos y le cantó al paisaje, a su historia y a sus gentes, poniendo
su corazón en las manos y en los labios. Muchas gracias por esta inmensa satisfacción
que yo quiero dedicar a la mayoría de los compañeros artistas que ya se
marcharon para siempre, sin conocer ni saborear los frutos de reconocimiento a
su labor. En lo que a mí queda, ustedes han tenido la bondad de poner esa anota
en el transitar por el camino de mi propia vida y por ello os digo, que Dios y
la Patria os premien. Muchas gracias”.
Xd
ResponderEliminartas bien uwu
EliminarPoto
EliminarLa música Venezolana sigue traspasando fronteras,ya hasta en la China hacen música Venezolana, sólo que no se quieren adueñar del gentilicio Venezolano como lo quiso hacer Colombia en 2014 y 2020
ResponderEliminar