El
singular librero del centro de Villavicencio
Febrero 19 de 2018
Desde hace 34 años, Juan Bautista vende libros en una
de las esquinas del parque central de Villavicencio, desde donde ha visto la
transformación de la ciudad.
Su nombre hace recordar aquel personaje que bautizó a
Jesucristo a orillas del río Jordán. Juan Bautista tiene ahora 70 años y aunque
su misión no es profética, ni cargada de un mensaje celestial, no deja de tener
una relación directa con la sabiduría y la enseñanza.
En la esquina que conecta la calle 38 con carrera 32, en
pleno centro de Villavicencio —frente a la plaza Los Libertadores—, Juan se
estaciona con cuatro libros en su mano, abiertos cual abanico y va gritando: “¡Mitos
y verdades de Colombia, así se roban la tierra!” “¡La nueva constitución
política!” “¡El nuevo código penal!” mientras los transeúntes pasan por su
lado, algunos se detienen y preguntan por libros que él vende.
La característica boina gris a cuadros de la que logran
escapar hebras plateadas junto a un bigote negro y una marcada sonrisa conforma
su actual sello. Un punto de referencia para cualquier transeúnte que pase por
la parte más céntrica de la ciudad. Es su identidad para los miles de habitantes
que han pasado por aquella esquina y le han visto, o comprado algún libro, o
siquiera preguntado por uno.
Por su negocio pasan todo tipo de personas;
universitarios, madres, niños, funcionarios públicos y otros vendedores
ambulantes que ya lo conocen y preguntan por el libro que les interesa. Don
Juan con la seguridad de quien conoce lo que tiene, cuando se le pregunta por
la existencia de alguno, responde si lo posee y le da el precio que tiene, si
no es así, recomienda el lugar donde lo puede conseguir como quién guía a un
turista al mejor destino.
Un estante de dos metros y medio de largo y dos de alto
se alza exhibiendo su colección de libros, que mezcla clásicos literarios con
novelas para adolescentes, libros de autosuperación con libros académicos,
cartillas para niños con atlas universales. Con precios que van desde los 3 mil
pesos hasta los 35 mil, se puede encontrar en su puesto una variedad tanto de
género literario como de precios.
En aquella esquina, desde 1984 y con más de 43 años vendiendo
cultura a la mano, puede decir que ha visto a Villavicencio transformarse frente
a sus ojos. Recuerda, por ejemplo, cuando la plazoleta Los Centauros era solo un
camino de piedra y tierra, o cuando la plaza Los Libertadores tenía un gran
jardín, así puede recordar también que por su puesto han pasado mandatarios
locales, dice, “los conocí como muchachos, ahora son funcionarios públicos”, por
nombrar algunos de los más conocidos menciona a la actual senadora Maritza
Martínez Aristizábal y los exgobernadores Luis Carlos Torres, Alan Jara y Darío
Vásquez Sánchez.
Además, cuenta que muchos funcionarios públicos que han
pasado por su puesto le preguntan por recomendaciones, a las que siempre don
Juan Bautista se remite a los clásicos; a García Márquez, a Vargas Llosa, a
Jorge Isaacs, a Carrasquilla, entre muchos otros.
Heredero de un negocio de familia, su padre, como él,
fue pionero en la venta de los libros. Él, también Juan Bautista, hacia los
años 50 inicia su travesía desde Cundinamarca hacia el departamento del Meta,
con un costal al hombro mientras vende lo que puede, entre ello, libros de
vaqueros, de Tarzán, de Santos y otras obras literarias.
Cuenta a Agenda
Hoy con orgullo y mucho de nostalgia, que su vida ha sido marcada por las
obras literarias, como también las llama “manuales de vida” que desearía todos
los metenses y los colombianos en las zonas más recónditas leyeran, aunque sea
por 10 o 20 minutos al día para que, según él, no nos dejemos meter tanto
cuento de los políticos y remata en sentencia: “Necesitamos despertar al pueblo
colombiano”.
Su trabajo ha tenido tanto momentos gratificantes como
difíciles, entre una recompensa por ver la alegría en el rostro de sus clientes
como también vivir ante la amenaza de los organismos gubernamentales que lo han
atropellado en otros momentos, en un
presente incierto donde los organismos de espacio público cada día atacan más
al comerciante informal.
Todos los días es un constante devenir de situaciones
inciertas, su día laboral arranca desde las 7 de la mañana y va hasta las 6 de
la tarde, siempre con la calidad humana de un colombiano a quién la vida en sus
70 años ha marcado su paso.
La venta lo lleva a ser un hombre ahorrativo, que
cuenta con un dinero para reinvertir en su negocio, cuando tiene lo suficiente
viaja hasta Bogotá y pasa por diferentes librerías donde se provee del material
que lleva a la puerta del llano, a su estante con los más variados títulos de
la literatura universal y académica.
Para él la vida es un constante aprender y también un
constante enseñar, aconsejando a jóvenes y adultos en una postura parecida a la del apóstol, a la de un
profeta y a la del maestro.
Su despedida para quienes hacen la compra es casi
siempre la misma y de alguna manera lo es para quien leen su historia: Feliz
día, que Dios lo bendiga, muchas bendiciones.
Ferney Ibarra Palacios
Agenda Hoy
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