Rafting
de aventura
Son 17 kilómetros de aventura en medio de
milenarias formaciones rocosas, entre Mesetas y San Juan de Arama (Meta).
Cañón del río Güejar. Fotos: Óscar Fabián Bernal / Agenda Hoy. |
El río Güejar es uno de los afluentes
hídricos más bellos del departamento del Meta, y entre los municipios de
Mesetas y San Juan de Arama, sus aguas serpentean en medio de gigantescas
elevaciones rocosas de más de 1.500 años de antigüedad. Es la majestuosidad del
cañón del río Güejar, a unos 132 kilómetros de Villavicencio.
Hasta hace algunos años era imposible navegar
en sus aguas. Para algunos era casi un acto heroico llegar allí, para otros,
simplemente, un momento suicida. El conflicto armado interno de Colombia había
convertido el lugar en un fortín militar y económico para la guerrilla de las
Farc y los paramilitares.
Pero con los acuerdos de paz esa historia
quedó atrás y el cañón del río Güejar se convirtió en uno de los escenarios
favoritos para el canotaje o rafting,
una práctica deportiva y recreativa en la que un equipo de personas desciende
por un río a bordo de una embarcación a remo. Sus tripulantes se encargan de
dirigirla y sobrellevar de la mejor manera el cruce en los rápidos, donde el
torrente de agua circula más rápido por una pendiente del cauce.
Edison Vargas, representante de la empresa
operadora de turismo Travesía-Aventura, fue uno de los primeros profesionales
en practicar allí el canotaje, calcula que inició hace siete años con las
exploraciones del lugar.
“De ahí en adelante, agrega, todo el proceso
de paz nos dio esa facilidad de que la gente pudiera venir con tranquilidad a
disfrutar de este recorrido, de estos escenarios, y pues eso ha significado el
aumento de la práctica de rafting, de hace siete años a hoy, de más del 500 por
ciento, porque una vez se publicó esa firma de paz, la visita de extranjeros y
nacionales ha sido bastante notoria. Ahora viajan con más confianza”.
En el 2018, su empresa recibió a más de 1.200
turistas, los cuales se embarcaron en un recorrido de 17 kilómetros, desde el
punto de salida, en puente Limón (Mesetas), hasta la finca La Resevera, en San
Juan de Arama, donde termina el trayecto. Son cinco horas de viaje a través del
majestuoso cañón y en botes con capacidad para seis personas.
Para la práctica del canotaje, el descenso
por el río Güejar está catalogado como nivel tres, siendo seis el de mayor
dificultad. Por estar en una categoría intermedia, los tripulantes deben tener
más de 12 años de edad. Todos reciben los implementos de seguridad necesarios,
casco y chalecos salvavidas, y una inducción antes del embarque. Uno de los
guías acompaña a los tripulantes en el mismo bote. Mientras todos reman, él se
encarga de darle dirección a la embarcación. Otro guía lo acompaña en un kayak,
que toma la delantera para identificar los puntos de mayor turbulencia y
alertar ante algún peligro.
La experiencia de remar en el Güejar es
mágica, en algunos puntos las formaciones rocosas, propias del escudo guyanés,
son tan altas que los rayos de sol no llegan al río, desde abajo se aprecian
los enormes tepuyes o formaciones de abruptas mesetas de paredes verticales y
cimas planas.
Uno de los sitios más atractivos para fotografiar fue bautizado
como El Titanic, por la similitud de una de esas gigantescas rocas con la forma
de un buque acorazado enclavado en el cañón. Sobresalen las playas de arena
blanca y nacimientos de agua que caen desde lo más alto de las montañas
formando bellas cascadas, cortinas de lluvia y vistosos arcoíris. El color de
sus aguas es verdoso, tienden a tomar un tono esmeralda en época de verano y
hay zonas en las que se permiten los baños recreativos.
Es una maravilla que apenas empieza a
mostrarse al mundo. “Para nosotros es nuevo el tema pero sabemos que se puede
convertir en un importante renglón económico para el territorio”, reitera
Everardo Álvarez Osorio, jefe de la Unidad de Desarrollo Agropecuario de
Mesetas, quien confiesa que solo hasta hace cuatro meses vivió la mágica
experiencia del canotaje en el cañón del río Güejar, “porque no estaban dadas
las condiciones de orden público”.
Pero ahora es el momento para embarcarse en
esta aventura y conocer otra de las maravillas que brinda el departamento del
Meta, cuyos destinos turísticos emergen en una época de posconflicto.
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