Un repaso por la historia
Abril 6 del 2020
El primer aterrizaje exitoso de un avión en
Villavicencio, la apertura del carreteable Bogotá-Villavicencio, la instalación
del puente sobre el río Guatiquía, la tragedia de Quebradablanca y la violencia
política en Villavicencio.
En la pesquisa de documentos que he realizado
para escribir este artículo, tales como el Eco de Oriente, La Revista
Trocha y Llano Siete Días, entre otros, saltan a la vista, entre otros,
cinco de los momentos históricos que los villavicenses nunca deben olvidar.
Están aquellos relacionados con la forma cómo
Villavicencio ha sorteado la dificultad que representa el paso por la
cordillera Oriental para comunicarse con Bogotá y el resto del país. Proyectos
de comunicación por vía terrestre y área que concitan en sus gentes alegría y
esperanza cuando se logran, pero también desesperanza y tristeza cuando se
frustran o diluyen en el tiempo retardando la incorporación del Meta,
Villavicencio y sus poblaciones a la Colombia moderna.
No podría faltar en este artículo la época de
la violencia política de Colombia, ocurrida entre 1948 y 1953 y en la cual
Villavicencio vivió uno de los momentos más aciagos de su historia local.
Estos son los cinco momentos de la historia
para no olvidar:
1. Un avión en los potreros de El Barzal
En marzo de 1928 un número extraordinario del
periódico Eco de Oriente describía así el momento en que aterrizó un avión en
Villavicencio:
“A las siete y cuarto de la mañana el pueblo
salía de la iglesia, después de haber celebrado con fe y devoción la fiesta de
la anunciación de Marie. Un grito se escuchó en la plaza ¡Daza, el avión!
Con gigantescos círculos armoniosos,
cerniase sobre Villavicencio, el ‘Aviador Nacional’, nuestro Lindbergh, el
conquistador del aire llanero. Voladores, vuelo de campanas, gritos, en menos
de media hora todo Villavicencio rodeaba el aparato y felicitaba a los ‘conquistadores
del siglo XX’, teniente Camilo Daza y coronel Fidel Abadía Santamaría”.
El señor intendente dio la bienvenida a sus
huéspedes ofreciéndoles una copa de champaña, mientras los secretarios
tecleaban telegramas extraordinarios para sus respectivos jefes civiles y
eclesiásticos. Desde entonces iniciose una peregrinación de toda la población
hacía el ave en cuyas alas relampaguean con orgullo los colores de Colombia.
Lo que significó este momento:
Para la Patria: La vigilancia de las
fronteras: Arauca, Maipures, Yavaraté y una ayuda oportuna y eficacísima a la
comisión demarcadora de los límites entre Perú y Colombia.
Para el Comercio: Correo rápido y eficiente
entre la capital y Arauca, Calamar, Puerto Asís; y en la misma Intendencia
entre Villavicencio y Restrepo, Medina, Cabuyaro, San Martin, Uribe; en fin, la
súper vigilancia fácil de los hatos.
Para la Iglesia: El auxilio pronto a los
misioneros de las citadas fronteras en caso de enfermedades, peligros,
catástrofes; y en cualquier momento, la conexión fácil y rápida con la
metrópoli.
Por esta razón este importante suceso de la
historia de la aviación en los Llanos orientales y que ocurrió aquí en Villavicencio en 1928 es desde todo punto de vista valioso; pues a
hoy 2020, es decir, 92 años después, Villavicencio brega por tener un aeropuerto
digno de su condición como capital
del Meta y puerta de entrada a los Llanos Colombianos.
2. El carreteable Bogotá-Villavicencio
Esta noticia se refiere al carreteable Bogotá
– Villavicencio, y describe que ocurrió una vez culminaron las obras y fue
posible el tránsito vehicular por el mencionado carreteable.
Sector de Buenavista. Foto: Horst Martin. |
Un artículo del 23 de febrero de 1936 en el
periódico Eco de Oriente, titulado ‘Es un hecho’, registra lo siguiente:
“Reventó el ultimo taco de dinamita, picas,
azadones y palas han parado y pasa la volqueta, se asoma el camión, luego los
camiones, buses automóviles, algunos de aristocrática y moderna factura, es un
alud”.
La celebración del acontecimiento tuvo lugar
en Villavicencio el día 24 de febrero y contó con la compañía del presidente
Alfonso López Pumarejo, el Ministro de Gobierno Alberto Lleras Camargo y demás
miembros de la comitiva.
“La carrera 3ª. desde el café de La Pampa
estaba colmada de gentes. A la entrada del puente Páez fue colocado un arco con
las insignias tricolores y un lienzo con esta leyenda: ‘Bienvenido. Viva el
Dr., Alfonso López. La ciudadanía del Meta’. La reunión se celebró en la casa intendencial,
siendo el intendente el Dr. Eugenio Campo Sarria. Los invitados se alojaron en
el Hotel Meta”, reza el artículo.
A partir de ese momento se desestimó el
transporte en mula y se activó el transporte automotor. La distancia entre Bogotá y Villavicencio era
de 122 kilómetros y además de las volquetas y los camiones que la transitaron,
se mencionan tres empresas de buses para pasajeros: La
Favorita, La Guayuriba y La Protectora.
El impacto
para el progreso de Villavicencio y de la región se percibe en el artículo
titulado ‘El Balcón de Oriente’, de la autoría de Fray Eugenio Ayape, quien
visitó a Villavicencio en 1938 y que fuera publicado en el libro titulado ‘Lo que
nos contó el abuelito’, del padre Mauricio Dieres Monplaisir y quien al
respecto dice: “Villavicencio ha prosperado de una manera extraordinaria y
prosperará cada día más. Es el balcón del oriente colombiano y la avanzada
civilizadora que habrá de redimir para la patria enormes extensiones de tierra
que permanecen aún muertas para Colombia”.
3. El puente sobre el río Guatiquía
La historia del insigne puente ‘viejo’ sobre
el río Guatiquía, como popularmente se le conoce, contiene dos momentos
históricos.
Puente Eduardo Santos, sobre el río Guatiquía. Foto: Fafo. |
La brega de los villavicenses, quienes de la mano
de los intendentes increpaban al Gobierno Nacional sobre la necesidad que tenía
la región de adquirir el puente, y el esfuerzo de los ingenieros Solano Oramas,
quienes idearon el sistema para poder transportar la gran estructura de hierro
con destino al ya citado puente sobre el río Guatiquía.
Según publicación del Eco de Oriente, de
marzo 30 de 1924, se conoce que en ese año el concejo municipal de Restrepo le dirige
al presidente de La República una proposición, que fue aprobada por unanimidad,
solicitándole la construcción del citado puente.
El clamor de los habitantes Meta no solo
tenía que ver con el bloqueo que sufría el comercio que se desarrollaba entre
Villavicencio, Cumaral y Restrepo,
durante el periodo invernal que azotaba la región, sino también con el peligro
que corrían las personas que ante la inseguridad de la tarabita, vadeaban el río
y se ahogaban, o al esfuerzo de los caballos por oponerse al ímpetu arrollador
de la corriente, o a centenares de reses hundidas en el caudal de aguas del
Guatiquía.
El puente se compró en los Estados Unidos, y
según se registra en información del Eco de Oriente (mayo 27 de 1934), “llegó a
Bogotá y dizque porque no se podía trasladar iba a ser utilizado en
Cundinamarca, a pesar de los reclamos de los intendentes del Meta”.
A pesar de que el puente llegó a Bogotá en
1934, los metenses tuvieron que esperar siete años para que finalmente la
armadura del puente del Guatiquia llegara a su destino final.
“A las 10 de la noche del domingo pasado,
llegaron a esta ciudad las primeras piezas de la armadura del puente que se va
a construir sobre el río Guatiquia, transportadas hábilmente por el mecánico
señor Hernando Solano en aparatos ideados por el mismo, y que necesitó varios
meses para construir”, puntualiza la noticia presentada en el Eco de Oriente el
9 de marzo de 1941.
4. Tragedia de Quebradablanca, viernes
28 de junio de 1974
Finalizaba uno de los meses más lluviosos de
la región y las autoridades departamentales y municipales programaban sendos
eventos para conmemorar 14 años de la
erección de la intendencia del Meta en departamento; coincidía esta
conmemoración con las fiestas de San Pedro y San Pablo y se esperaba un flujo
de turistas y visitantes procedentes de Bogotá y otras partes del país hacia la
capital del Meta.
La noticia de la tragedia se conoció en la tarde
del 28 de junio, la gente atemorizada salió a la calle ávida de la información que
se trasmitía en las emisoras de
Villavicencio, las ambulancias y el cuerpo de Bomberos se desplazaron hacia la
zona del desastre y el personal médico y paramédico se hizo presente en el
Hospital regional, cientos de ciudadanos se acercaron al hospital a donar
sangre, porque las reservas que tenía no alcanzaban para atender la urgencia. Villavicencio quedó paralizada por varios
meses y las pérdidas para la economía local y regional fueron millonarias.
La Revista Trocha recoge en
publicación del 2 de agosto de 1974 el comentario de Enrique Santo Calderón, que
se refiere a la magnitud de la tragedia y la responsabilidad del gobierno nacional
en el caso de Quebradablanca.
“Más de 300 personas quedaron sepultadas bajo
cientos de toneladas de roca y lodo en una tragedia que fácilmente hubiera
podido evitarse. No son las primeras y seguramente no serán las últimas
víctimas de la carretera a Villavicencio que hace años viene cobrando su cuota
sistemática de muertos. El desastre de Quebradablanca cuyo principal
responsable es el Gobierno ha pretendido escabullirse culpando al invierno, a
la geología y a los ‘choferes desobedientes’, es un nuevo y dramático llamado
de atención sobre el tipo de inversiones”.
El Gobierno Nacional, orientado por el
presidente Alfonso López Michelsen, presentó ante el Congreso de la Republica
la ley 9ª. de 1975 para la construcción de una vía Bogotá - Villavicencio con
especificaciones modernas de autopista. Han pasado 45 años y el sueño de la
autopista continúa en ciernes; al respecto sobra mencionar la estruendosa caída
del puente de Chirajara y los puntos
críticos que tiene la vía.
5. La violencia política en
Villavicencio (1948-1953)
Como ocurrió en todo Colombia, la noticia del
asesinato del liberal Jorge Eliecer Gaitán acaecida en Bogotá el 9 de abril de 1948,
fue el detonante para que la violencia
partidista (liberales-conservador), que ya se manifestaba en todo el país,
estallara de una manera violenta en todas las regiones de Colombia, y
Villavicencio no estuvo exenta de esos trágicos sucesos.
En el artículo de mi autoría titulado ‘Cristo
Rey Memoria Colectiva’, publicado en la edición No.2 de La Revista Samán, del Centro
de Historia de Villavicencio, se registran las siguientes impresiones de esta
dolorosa historia.
“La noticia del infausto acontecimiento se conoció
en Villavicencio más o menos a la 1.30
del mismo día; los gaitanistas en una demostración de dolor e indignación,
empezaron a recorrer las calles céntricas de la población, y al paso por el parque Infantil reclamaban de
la Empresa de Energía Eléctrica el restablecimiento del servicio, suspendido por los dueños de la empresa tan pronto se informaron de la trágica noticia, con la finalidad
de bloquear la transmisión
que desde Bogotá se hacía en todas las cadenas radiales.
“Más de un año vivió Villavicencio con toque
de queda que se extendía desde las 5 p.m. hasta las 5 a.m. En la noche salía un escuadrón de limpieza
integrado por conservadores, y de aquellas casas de familias liberales
previamente marcadas con una cruz roja y una calavera, se obligaba a salir a
los hombres para luego desde volquetas facilitadas por el municipio arrojarlos al
rio Guatiquía por la llamada ‘Loma del río’.
“También se recuerdan las famosas ‘Noches de
Pretelt’, conocidas así por que quien las patrocinaba era Pretelt Mendoza,
presidente del partido conservador en Villavicencio. Estallaban bombas que se
asimilaban a aquellos juegos artificiales, que el tío del citado Pretelt
Mendoza, alcalde de Bogotá, había organizado en Monserrate durante la novena de
aguinaldos en 1952. Otros las llamaban las noches de París por aquellos de la
ciudad Luz.
“La expedición de salvoconductos fue usual
durante este periodo y se recuerdan dos tipos de salvoconductos, el de
residencia que era expedido por los alcaldes que usualmente eran de filiación
conservadora, para la población liberal, y con el cual se les autorizaba el
tránsito por la población a cualquier hora del día. Ante esta situación muchos
liberales decidieron irse de Villavicencio y para tal efecto debían solicitar
otro salvoconducto que les permitía transitar por fuera de la ciudad”.
Por: Nancy Espinel Riveros, antropóloga
Docente
Investigadora Universidad del Meta
Estuve presente en la tragedia de QuebradaBlanca. No era mi dia.
ResponderEliminarEl anterior comentario fue escrito por Jorge Enrique LLanes Nieto.
ResponderEliminarHika Nancy, soy Alejandro Benavides, hijo de "Motas Benavides", contamos con varios salvoconductos de la época, expedidos por los Generales Matallana, y Matamoros en aquella época siendo Tenientes, autorizaban a mi padre para poder traer ganado desde Arauca a Villavicencio, dime como puedo hacerte llegar uno, donde se le autoriza a traer ganado de Don Manuel Sarmiento del Hato Venecia a Villavicencio
ResponderEliminarAyy que bueno fuera conocer, para nuestra ilustración, uno de dichos salvoconductos. Quedamos a la espera :)
EliminarTenía tres años cuando íbamos para Bogotá con una tía y se vino abajo el derrumbe de quebrada blanca nos tocó pasar caminando por la montaña y hacer trasbordo.De regreso nos tocó en avión DC3 mi primer viaje en avión.
ResponderEliminarGracias por permitirnos conocer la historia de nuestro municipio. A los más jóvenes nos da luces para proyectar el futuro de la ciudad y del Meta.
ResponderEliminarMe pareció de película de terror la parte de las cuadrillas de limpieza y el hecho de marcar las casas con cruces y calaveras.