Conozca la verdadera historia de los curiosos zapatos
Abril 2 de 2021
En redes sociales circula la foto de unos zapatos cuya
suela es un par de pezuñas de res. La imagen que se ha hecho viral está
acompañada de un texto en el que se le atribuye su diseño a una mujer que los
usaba para esconder sus huellas al huir de furtivos encuentros amorosos. Los curiosos
zapatos, dice el mensaje, reposan ahora en la Casa de la Cultura de San Martín
de los Llanos, en el departamento del Meta.
Esta es la historia del curioso caso de abigeato en un
rancho en Nevada:
Apoyándose en una rodilla y mirando al suelo, el vaquero se quitó un sombrero maltrecho y se rascó la cabeza. Él y su compañero intercambiaron miradas de desconcierto mientras volvían a subirse a sus monturas. Comenzaron a seguir un rastro de huellas de vacas.
Faltaba un par de vacas que llevaban la marca del Rancho UC.
No era la primera vez. Varias cabezas de ganado, una o dos a la vez, habían
desaparecido en los últimos meses. Los jinetes sospechaban que un ladrón andaba
suelto, pero solo encontraron huellas de vacas cuando investigaron. Un par de
veces descubrieron restos sacrificados a una milla de donde habían desaparecido
los animales. No se encontraron huellas humanas. Mucha gente se rascaba la
cabeza por el misterio de las vacas desaparecidas.
Siguiendo un nuevo rastro, dos cazarrecompensas se
enlistaron en la búsqueda. Uno era William Van Eaton, más conocido como
Sanitary Bill, el tipo más sucio del binomio. El otro era Cold Water Bill
quien, cuando se le preguntaba qué quería beber, siempre respondía que le sirviera
un poco de agua fría. Trabajaban para el enorme rancho de Utah Construction
Company (UC), en el noreste de Nevada. El sendero que seguían los dos estaba a
unos sesenta kilómetros al norte del condado de Wells.
«No
puedo entenderlo», comentó Sanitary.
Cold Water negó con la cabeza. «Yo
tampoco»,
respondió. «Esas
criaturas simplemente se han ido. No hay señales de ellas, solo huellas de
cascos».
Siguieron las huellas alrededor de una milla y las
perdieron en el lecho de un arroyo seco. Comenzaron a dar vueltas por el área
hasta que Cold Water detectó un tenue rastro de huellas de vacas que se
dirigían al norte.
En la cima de una colina cubierta de artemisas del tamaño
de un caballo, Sanitary agarró el brazo de Cold Water y señaló. «¡Mira!
¡Son ellas! Y hay un tipo a pie conduciéndolas». Ambos caballos sintieron el
pinchazo de las espuelas y llevaron a los vaqueros pendiente abajo.
El ladrón de carne asustado vio a los vaqueros y echó a
correr. Tropezó y cayó. Los hombres se detuvieron en una nube de polvo y
apuntaron con sus armas al ladrón de ganado.
Era Crazy Tex. Pocas personas lo conocían por su
verdadero nombre, J.R. Hazelwood. De todos modos, nadie hubiera preguntado.
Aunque fue a fines de la década de 1920, un hombre podía matar a otro si lo
encontraba invadiendo un terreno. La tradición de privacidad del Viejo Oeste
todavía se respetaba.
La gente del condado de Elko conocía muy bien los hábitos
de Tex. El tipo, como lo describió un vaquero, estaba «a una
curva de ser redondo». Durante años había vagado por la vasta propiedad de los
ranchos de la UC viviendo como un animal salvaje en cuevas o en toscos refugios
que construía con sauces. A nadie le agradaba. Nadie lo contrataba. Su
comportamiento errático le impidió trabajar en algún sitio.
De espaldas, miró a sus captores. «¡Hola,
amigos!»,
dijo mientras desmontaban las bestias. «No pensé que un rancho
grande como el de ustedes extrañarían un par de vacas. Necesitaba un poco de comida.
No pensé que enviarían a nadie por mí».
Cold Water amartilló sombríamente su pistola y gruñó: «¡Cállate,
Tex! Hemos desperdiciado casi medio día contigo. ¡Oye! ¿Qué demonios son esas
cosas en tus pies?»
Sanitary agarró uno de los pies de Tex y lo levantó. «¡Maldita
sea! ¿Alguna vez has visto algo como esto?»
Atado a la bota dle tacón de Tex había una tabla. En su parte inferior había dos cascos de res firmemente sujetos. La otra bota estaba adornada de igual manera.
Zapatos de Crazy Tex, ahora en un museo en Nevada. |
Mientras los vaqueros inspeccionaban los zapatos, Tex les
dijo que había practicado caminar como una vaca durante largas horas en sus
cascos. De hecho, se jactó, había perfeccionado su andar hasta tal punto que
los rastreadores experimentados pensaron que era la de una vaca andante.
Durante más de seis meses había robado ganado y atracado trampas para coyotes,
siempre saliendo impune.
Riendo, Cold Water comentó que no era de extrañar que no
hubieran encontrado huellas humanas en las escenas del delito.
Tex tuvo suerte de no haber sido capturado treinta años
antes. En aquel entonces, solían colgar a un ladrón del árbol más cercano. En
cambio, Sanitary and Cold Water lo llevaron a la sede del rancho donde el jefe
de vaqueros telefoneó al alguacil Joe Harris en la sede del condado de Elko.
Harris lo condujo hasta la UC para recoger al ingenioso ladrón.
Tex fue condenado y pasó un par de años en prisión.
Cuando fue liberado, se dirigió de regreso al noreste de Nevada y siguió siendo
una molestia durante varios años más. Murió en 1953 a los 72 años. Estaba
sentado en su camioneta cuando un vecino en disputa se acercó y lo mató a
balazos.
Es dudoso que Tex se diera cuenta o incluso pensara que
estaba robando ganado usando uno de los métodos más singulares jamás ideados.
¿Crees que esta historia es una mentira? Los zapatos están en exhibición en el
Museo del Noreste de Nevada en Elko.
Joe Harris, alguacil del condado de Elko, sostiene los zapatos de vaca luego del arresto de Crazy Tex. |
Nota: Este artículo fue escrito por Howard Hickson
para Nevada Magazine, en febrero de 1990. Más tarde, en el mismo año,
fue publicado en el Northeastern Nevada Historical Society Quarterly.
Los hechos del caso fueron resumidos en el libro Only the Mountains Remain,
de Nora Linjer Bowman, esposa del gerente del rancho de la UC en ese momento.
John Moschetti, exasesor del condado de Elko, proporcionó información
adicional.
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