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Publican diagnóstico del sentido de pertenencia de los habitantes de Villavicencio y la influencia de la llaneridad

 Pertenencia y llaneridad en Villavicencio


Julio 9 de 2022

A través de la Encuesta de Ciudad (EC-2022), aplicada a 653 personas, se determinó que el sentido de pertenencia de los habitantes de Villavicencio está en un nivel aceptable, con una calificación de 74,8 sobre 100, mientras que la influencia de la llaneridad en Villavicencio fue medida con una calificación de 69,9/100 (poco satisfactoria). Sin embargo, el resultado quedó a una décima de alcanzar el rango de aceptable.

Villavicencio, Meta. Foto: Óscar Fabián Bernal Trujillo.


Lo anterior, con base en la siguiente escala:100-90 (excelente), 80-89 (satisfactorio), 70-79 (aceptable), 60-69 (poco satisfactorio), 59-00 (insatisfactorio).

Las preguntas estuvieron relacionadas con los factores patrimonio, espacialidad (espacio público y paisaje), oportunidades y participación.

Los resultados forman parte de un diagnóstico de aproximación al sentido de pertenencia y la influencia de la llaneridad en Villavicencio, bajo el título ‘Villavicensidad líquida’, una de las propuestas ganadoras del Plan municipal de estímulos e incentivos para la creación artística 'Villavicencio crea contigo' 2022, de la Corporación Cultural Municipal de Villavicencio (Corcumvi), en la categoría Investigación, de la línea Periodismo.

El trabajo, liderado por Andrés Molano Téllez, periodista y docente de la Corporación Universitaria Minuto de Dios (Uniminuto), fue complementado con el análisis de una serie de entrevistas realizadas a profesionales de Villavicencio, entre docentes universitarios, comunicadores, antropólogos, historiadores y arquitectos, con quienes se conversó acerca de temas relacionados con el sentido de pertenencia, la identidad y la llaneridad en la ciudad.


Sentido de pertenencia, aceptable

Según los resultados, la mayoría de la población (56,4%) tiene un nivel medio de sentido de pertenencia, el 9% demostró tener un grado bajo, mientras que el 34,6% evidenció un nivel alto. Es decir, solo un tercio de la población tiene un sólido sentido de arraigo.



Dentro de la variable Pertenencia se incluyeron algunas categorías, las de menor puntuación fueron: Mejor futuro en Villavicencio respecto a otras ciudades (insatisfactorio, con un puntaje de 57,9/100), vínculo afectivo con el espacio público (poco satisfactorio, 61,2/100), participación comunitaria (poco satisfactorio, 62,8/100), mientras que los mejores puntajes fueron para: Interés por continuar su descendencia en Villavicencio, es decir, porque sus hijos nazcan en esta ciudad (aceptable, 72,4/100); identificación con el patrimonio local (aceptable, 74,8/100); estabilidad de residencia en Villavicencio, entendido como el interés de permanecer en la ciudad (aceptable, 77,7/100) y el ítem mejor calificado fue el vínculo afectivo de los ciudadanos con el paisaje natural local, el cual logró un puntaje satisfactorio (85,2/100).



Al revisar el grado de sentido de pertenencia por rango de edades, se encontró que los mayores de 45 años tienen un mayor arraigo, mientras que los jóvenes de 13 a 24 un nivel más bajo.



Los estratos socioeconómicos con los índices más altos de sentido de pertenencia son el seis, el dos y el uno, respectivamente, pero los de menor grado son el cinco y el cuatro.



Según los años de residencia en la ciudad, quienes han vivido durante más de 20 años en Villavicencio y entre 6 y 10, son los de mayor grado de sentido de pertenencia, pero quienes han vivido menos de 1 año y entre 1 y 5 evidencian un menor grado.

 



Influencia de la llaneridad, entre aceptable y poco satisfactorio

Respecto a la influencia de la llaneridad en los habitantes de Villavicencio, se puede evidenciar de manera cuantitativa que el resultado es poco satisfactorio, con una calificación de 69,9/100. Sin embargo, este resultado quedó a una décima de alcanzar el rango de aceptable.



Los estratos socioeconómicos con los índices más altos de sentido de pertenencia son el seis, el dos y el uno, respectivamente, pero los de menor grado son el cinco y el cuatro.



Además, quienes tienen un rango de edad de 55 años en adelante y de 13 a 17 años demostraron un mayor grado de influencia de la llaneridad, pero aquellos entre los 18 y los 24 y los 45 y los 54, un menor porcentaje.



Las categorías que bajaron el puntaje general de la variable Llaneridad fueron las siguientes: Paisaje local asociado a la llanura tuvo una calificación insatisfactoria (56,6/100), porque la mayoría de la población coincide en que el paisaje de Villavicencio tiene más vínculos con la montaña que con la sabana.

El otro ítem con más baja calificación fue el que afirmaba que la llaneridad era la esencia de Villavicencio, el cual fue medido como poco satisfactorio (64,2/100); algo similar ocurrió con la influencia de la llaneridad en las subjetividades o, en otros términos, si los sujetos de Villavicencio son el reflejo de esa llaneridad, lo que arrojó un resultado poco satisfactorio (67,7/100).

Las calificaciones más altas fueron para: Interés por políticas culturales locales asociadas a la llaneridad (aceptable, con 79,1/100) y la contribución de la llaneridad en la querencia por Villavicencio (satisfactorio, con 81,9/100).



 

Entrevistas

Además de la Encuesta de Ciudad, se analizaron ocho (8) entrevistas realizadas a profesionales radicados en Villavicencio, entre docentes universitarios, comunicadores, antropólogos, historiadores y arquitectos, con quienes se conversó acerca de temas relacionados con el sentido de pertenencia, la identidad y la llaneridad en Villavicencio.

 

Amor sin participación

Aunque la mayoría de los entrevistados coincidió en anotar que un alto porcentaje de los habitantes de Villavicencio demuestra un cariño por la ciudad y la defiende cuando se refieren a ella en términos inadecuados, el sentido de pertenencia, consideran, va en deterioro porque los ciudadanos no participan en acciones colectivas ni se interesan por el cuidado de los espacios públicos, sumado al olvido del Estado.

Hay una percepción de orgullo por la ciudad, de oportunidades, pero cuando un alto porcentaje de los ciudadanos es convocado en sus núcleos comunitarios se fractura la conexión con las comunidades. No basta con querer la ciudad; la participación comunitaria es débil, emergen en mayor medida los individualismos frente al trabajo en comunión, hay pocas luchas políticas desde los barrios, prima el desinterés.

El sentido de pertenencia, sugieren, va en detrimento en comparación con décadas anteriores; este se recrudeció después de los años 70 con el aumento de la población que, para 1973 rondaba los 151.905 habitantes, cifra que se duplicó en un periodo de 15 años al alcanzar los 476.046. De la misma manera, se produjo un mayor número de asentamientos informales, producto de las migraciones colaterales de las violencias sistemáticas que ha vivido el país, asunto que ha aumentado las brechas de desigualdad, inequidad y pobreza, es decir, se infieren debilidades de cohesión social, un concepto que incluye varias dimensiones de esa problemática social, como son las ya mencionadas inclusión/exclusión, inequidad/igualdad (de oportunidades), movilidad social y desigualdad de la distribución de ingresos.

Asimismo, algunos entrevistados perciben que no hay un claro sentido de pertenencia a causa del deterioro del ambiente construido, por el abandono del espacio público, de algunos inmuebles, por la falta de políticas de intervención de los valores paisajísticos, arquitectónicos y urbanos.

También, falta mayor reflexión acerca de la construcción de los ciudadanos como sujetos, a partir de una retrospectiva histórica, social y cultural, hacer memoria.

 

Ciudad multicultural

Los entrevistados, al referirse a Villavicencio, coinciden en el uso de términos como multicultural, multiétnica y diversa. Entienden la importancia de analizar la ciudad desde un contexto social con unos conflictos de territorialidad no resueltos, producto de las olas de migraciones que en diferentes momentos se han producido en la ciudad y que han generado un alto número de asentamientos informales, lo que alinea a la ciudad con el contexto nacional.

Ese símbolo de diversidad está también presente en los encuestados, quienes, al sugerirles que describieran a Villavicencio en una sola palabra, respondieron en mayor número con las siguientes expresiones: bella, hermosa, llano, cultura, paraíso, oportunidades, acogedora, progreso, diversidad y puerta. Es decir, entienden al municipio como una ciudad receptora y, por consiguiente, diversa en términos culturales. También, se reafirma la influencia de la llaneridad, porque, de alguna manera, la ciudad ha sido entendida como un portal hacia el llano. Pero esa llaneridad, expresan algunos, debería mostrarse como una etapa de la historia, pues la han intentado imponer por ordenanza.

Es evidente que, al ser una ciudad con un alto porcentaje de migrantes, la población carga consigo las marcas de sus pueblos de origen, sus costumbres, su idiosincrasia, algunas innatas y otras trasmitidas por sus padres, pero, aun así, tras la interrelación político y sociocultural generada en el territorio que habitan, la asumen como propia sin desprenderse de un pasado.

Así como coinciden en una Villavicencio multicultural, la mayoría de entrevistados considera que se genera, por momentos, desigualdad: equidad y reconocimiento desaparecen y brotan las minorías.

Las respuestas coinciden en entender que las identidades se transforman, se construyen y deconstruyen, aunque en las instituciones gubernamentales prevalece un concepto clásico, es decir, apuntan casi a una única identidad, pero que, en la cotidianidad, y apoyado por la globalización, lo que se evidencia es una multiplicidad de identidades. Se ratifica la importancia de entender los cambios epistémicos, las carencias y los defectos, las violencias y las migraciones. Es determinante ver el asunto de la identidad de una manera heterogénea. Las diferentes generaciones piensan la identidad de formas disímiles.

Los discursos desde la oficialidad, aseguran algunos de los consultados, se conectan más con las generaciones mayores, quienes vivieron su juventud en las décadas de los 50 a los 80, hasta que el fenómeno de la globalización empezó a generar cambios en las relaciones con el territorio.

Los jóvenes no tienen el tiempo de pensar de la manera clásica, como aquellas generaciones que mantienen los esfuerzos en la reivindicación de lo llanero, las juventudes no poseen la añoranza ni el romanticismo pregonero de la llaneridad, aunque los niños y los adolescentes han tenido una mayor influencia por el auge de las academias de joropo.

 

Imaginario llanero

Los entrevistados creen que, desde afuera, perciben a un villavicense llanero y a una ciudad como epicentro de la llaneridad, con alto flujo de dinero, de sujetos que viven en fincas, que montan a caballo y que visten de sombrero y cotiza, algunos consideran que ese llanero está más asociado al texano estadounidense, pero es un imaginario alejado de la cotidianidad. Un alto porcentaje de la población no tiene relación con las costumbres del llano, aun así, ciertos sectores los consideran como llaneros urbanos, dicen, es un asunto idílico, la mayoría de la población no tiene descendencia llanera.

Primero fue la carranga antes que el joropo. Hay más relación con la cordillera, sus barrios silenciosos, no comparables con los de una ciudad tropical. Esos imaginarios se han proyectado a través de los medios de comunicación, de producciones televisivas y literarias, según plantean algunos de los entrevistados. Coinciden en que Villavicencio fue una ciudad Andina hasta las décadas de los 40 o los 50, pero la saca de ganado desde Arauca, que pasaba por Villavicencio antes de cruzar la cordillera a la capital de país, impulsó el arraigo de las tradiciones e idiosincrasia llanera, que luego sería impulsada por la institucionalidad.

Cuando el Meta se convierte en departamento toma fuerza la idea de construir una identidad de lo llanero, pero es una idea tardía que aparece con el surgimiento de los festivales de joropo en el departamento, los cuales aparecen casi de manera simultánea. Pero lo llanero se ha complejizado con el tiempo, el territorio cambia con el paso de los años, por intervención del hombre y la economía.

Sugieren observar al municipio como una ciudad de piedemonte, ecológica, ambiental, diversa, como un crisol de la colombianidad, incluso, entre las diez palabras más mencionadas al preguntar por la descripción de la ciudad aparecen cultura y diversidad.

 

Institucionalidad en busca de identidad

En las entrevistas se pudo evidenciar la coincidencia de opiniones a través de las cuales señalan que algunas instituciones políticas con injerencia en Villavicencio han utilizado el concepto de llaneridad, asociado a las prácticas de la ganadería y al folclor llanero, para influir en la construcción de una identidad territorial; se ha percibido, además, como una herramienta de dominio, de reconocimiento nacional y de estrategia turística y comercial.

Pero hay quienes ratifican que las acciones y las políticas en torno a la llaneridad no se ajustan al contexto local, se hace necesario que desde las instituciones entiendan la identidad como un asunto más diverso.

Los gobiernos locales y departamentales han impulsado esa imagen como estrategia de marketing, rodeada de un romanticismo que busca la diferencia frente a otras regiones, un error gravísimo para los entrevistados por considerar que ahí se alimenta el imaginario colectivo de una ciudad asociada a la llaneridad, cuando Villavicencio es el reflejo del crisol de la colombianidad.

La promoción de esa expresión de la llaneridad se ha visto, también, reflejada en la decoración arquitectónica de ciertos lugares o establecimientos comerciales de Villavicencio, principalmente restaurantes, que adoptan construcciones tipo malocas indígenas.

Las acciones institucionalizadas no solo han sido promovidas desde la ciudad o el departamento, también han surgido acciones políticas ancladas al Gobierno Nacional. Los entrevistados sugieren, por ejemplo, todos los cambios que se produjeron a partir de la designación de Villavicencio como capital del Meta y los intereses políticos y económicos que a partir de ellos se empezaron a gestar, como la construcción de la carretera Bogotá-Villavicencio.

La mayoría considera que los gobiernos locales necesitan de la institucionalidad para materializar ese discurso y relato a través de eventos, lo que aumenta la burocracia y esa narrativa se convierte en usufructo económico. Otros han señalado que no todo es producto de la institucionalidad pública, sino también producto de iniciativas privadas, como la creación de colectivos relacionados con la llaneridad. Uno de esos casos, es el colectivo Somos del Meta Somos llaneros, cuyos integrantes en su mayoría están afincados en Villavicencio y sus negocios tienen injerencia en la capital del Meta.

 


Archivos anexos:

 

1. Diagnóstico: Descargar (clic)

2. Microdatos de encuesta: Descargar (clic)

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