¿Exaltando la llaneridad o encubriendo desigualdades?
Les compartimos una columna de opinión
que cuestiona la visión hegemónica y estereotipada que prevalece sobre la
llaneridad. Se abordan temas como la desatención de las desigualdades, la
manipulación de la cultura por intereses políticos y económicos, y la
complejidad cultural y social que se esconde tras el Torneo Internacional del
Joropo.
Juancho Polo, hincha de Llaneros F.C. Foto: Óscar Fabián Bernal. |
Recordemos que hace dos años la Gobernación del Meta destinó
más de 11.000 millones de pesos en el Torneo Internacional del Joropo, una de
las cifras más altas registrada en los últimos años, y que ya se vislumbra una
inversión similar para la próxima edición. Lo anterior ratifica que la
intención del exgobernador del Meta, Juan Guillermo Zuluaga, ha sido la de convencer
al pueblo de que la llaneridad está ciegamente localizada en el departamento y,
por ende, es un «orgullo llanero» para todos sus habitantes.
Esto me lleva a pensar que, tal como lo plantearon los
antropólogos Akhil Gupta y James Ferguson, se ha naturalizado la costumbre de
asociar a los ciudadanos de un Estado con los respectivos territorios. Los
académicos en mención ejemplarizan con la división de un mapamundi: los
maestros enseñan que quienes viven en Francia son franceses o quienes lo hacen
en Estados Unidos son estadounidenses. ¿Y entonces dónde quedan los migrantes?
En el departamento del Meta también se anunció en este gobierno, por ejemplo,
la creación de la cátedra Meta, «con el objetivo de fortalecer el sentido de
pertenencia, rescatar las tradiciones y conocer la cultura llanera en los
jóvenes», según publicó el medio de comunicación local Villavicenciodíaadía.com.
¿Somos entonces los metenses solo llaneridad, como también lo insinúa el
Gobernador cada vez que promociona el Torneo Internacional del Joropo?
Toma de posesión de Juan Guillermo Zuluaga como Gobernador del Meta. |
La justificación de los gastos en el Torneo, y seguramente
de la cátedra, se basaron en el Plan de Desarrollo que el equipo de trabajo de
Juan Guillermo Zuluaga redactó bajo sus órdenes para «promover el sentimiento
de arraigo e identidad del llanero» y para «dar a conocer al mundo entero las
riquezas culturales que este llano tiene». Además de ignorar la
interculturalidad, estas políticas dilataron en mayor grado los poros del
despilfarro y las desigualdades, amparadas en dichas premisas.
Desde el inicio de su Gobierno asumió que el departamento
del Meta estaba únicamente localizado sobre el llano, como un espacio desligado
de la cordillera, y que la única riqueza cultural era la enmarcada dentro de
esa sabana extensa, como si desconociera los procesos de colonización,
incluidos los originados a partir de un cruce de caminos, las misiones, la
Guerra de los Mil Días, la violencia partidista, el narcotráfico, la guerrilla,
los paramilitares y los Acuerdos de Paz, por citar algunos que han sido
documentados en investigaciones historiográficas de la colombianóloga
Jane M. Rausch y la antropóloga Nancy Espinel.
Ese discurso, heredado de gobiernos anteriores, ha
naturalizado el término de llaneridad, asociado únicamente a las prácticas,
tanto folclóricas como culturales, del hombre de a caballo, de ese ser recio
retratado en las letras del joropo y de la mujer trabajadora y vista en muchas
ocasiones como mujer sumisa, apropiado sin mayores críticas por varios individuos
que parecen habitar en el mundo del ‘nomeimportismo’.
Foto: Óscar Fabián Bernal. |
Ese proceso hegemónico ha producido y se ha reproducido con el pasar de los años, en gran medida y entre otras cosas, por el acaparamiento y la acumulación de tierras a favor de ganaderos y herederos de hatos. Aprovecharon la complicidad de los gobiernos de principios del siglo XX para llenar sus arcas, pasaron por encima de los colonos, destruyeron ecosistemas mediante la ganadería extensiva, sinónimo errado (y ‘herrado’) de desarrollo; luego vinieron el petróleo y los monocultivos, principalmente de palma africana. Esto genera lo que el geógrafo David Harvey llama «conflicto entre economistas y ecologistas acerca de cuál es el horizonte temporal adecuado para la explotación de un recurso o para tomar decisiones con relación al uso de la tierra», pero en el contexto local, pese a todo, siempre se han beneficiado los terratenientes y los políticos.
En algunos casos, ese proceso ha puesto en evidencia al
llanero de mercenarios y paramilitares, que no nos representa, el que heredó a
los suyos el gusto por el dinero fácil, el que pasó del hato al narco avión o
el que terminó haciendo politiquería en los gobiernos locales estableciendo
sociedades (suciedades) con los nuevos ricos contratistas, mediante coimas y
demás artimañas, y administrando territorios como si fueran hatos, ‘vendiendo’
la idea del ser llanero como raza superior, gritando a los cuatro vientos que
quienes vivimos en el Meta «somos una misma raza».
El coliseo del parque Las Malocas ha sido el escenario
principal del Torneo Internacional del Joropo y es la síntesis de ese panorama.
Recuerdo que hace dos años un gran número de periodistas locales, como caja de
resonancia oficial, aplaudían que la zona de palcos estaba ubicada en la parte
posterior del escenario para ser más incluyentes, pero en realidad la
espacialidad siguió siendo la misma. Aunque se pasó de adelante para atrás, ya
no estaba a la misma altura de los de a pie, sino por encima de la multitud, como
en un segundo piso, en un evidente significado de verticalidad, de superioridad.
Contratistas, funcionarios y periodistas nacionales, entre
ellos Vanessa de la Torre, paradójicamente la misma que expuso humildemente la
coquita del almuerzo en plena emisión del noticiero, se codeaban en ese momento
con el Gobernador del Meta, mientras los locutores anunciaban, una y otra vez,
que los líderes de opinión, como de La Torre, habían elegido a Juan Guillermo
Zuluaga como el mejor gobernador del país, según la empresa de consultoría
Cifras y Conceptos. En palabras de Pierre Bourdieu, esta sería una estrategia
interesada de manipulación simbólica con inversión de intereses y presupuestos.
Es evidente que la llaneridad es entonces un signo de poder
con un sólido discurso, de lazos estrechos con instituciones socioeconómicas y
políticas, tal como lo sugiere Edward Said en su concepto de orientalismo. Y
aunque aquí no se elabora una representación despreciativa del Llano, como lo
hace el orientalismo hacia Oriente, sí desprecia de alguna manera a quienes
viven en ese llano y no se sienten llaneros, incluso quienes han adoptado otras
‘llaneridades’ en los mismos espacios.
Pero las desigualdades producto de las espaciales también han
sido evidentes en el Joropódromo de Villavicencio, un evento inspirado en el Sambódromo de Río de Janeiro y en el Salsódromo de Cali, pero a ritmo de joropo. De las 1.127 parejas que
participaron aquel año, una minoría de 78 fue registrada en la categoría
‘Joropeando por la inclusión’, entre ellos las comunidades afrodescendientes,
indígenas y víctimas del conflicto armado. Las ubicaron en las primeras líneas
de salida, como si fueran los otros, una otredad. Con base en una de las tesis
de Diana Bocarejo, antropóloga colombiana, el asunto se podría analizar como
una formación de alteridad generada por las élites e incorporada en narrativas
difundidas por el Estado. En ese sentido, «el multiculturalismo no es el
reconocimiento de las múltiples formas de diversidad presentes en las
sociedades contemporáneas, sino el reconocimiento político». Pero esto no
ocurre en el departamento del Meta, por el contrario, aparece una y otra vez lo
que el investigador brasilero Rogério Haesbaert llama «nuevas-viejas
desigualdades regionales», que deben ser atacadas por políticas efectivas, más
allá de la ‘llaneridad’ y sus esencialismos.
Andrés Molano Téllez
Director Agenda Hoy
Es acaso la cultura llanera solo el torneo ? Que sucede con las otras áreas de la cultura ,las bibliotecas de la Red de bibliotecas Públicas del Meta y sus recurso ,que no se ven la real inversión en la comunidad,muchos de estos recursos económicos sirven para el pago de favores de campaña.
ResponderEliminarParadojicamente, La llaneridad deberá transformarse a ondulanteridad, por el cambio climático, mantener un modelo de negocio explotador y desigual e insostenible deberá darla permiso a la selva para qur cresca por pura condición vital global.
ResponderEliminar