«Siempre seré…»
Noviembre 27 de 2024
Por generaciones, la salsa en Villavicencio tuvo un nombre: Harold Lussio. Empresario, visionario y amante incansable del género, dedicó su vida a encender las noches de la capital del Meta al ritmo de los grandes clásicos de Celina y Reutilio, La Sonora Matancera y El Gran Combo de Puerto Rico. Hoy, con profunda tristeza, despedimos a quien fue mucho más que un empresario del entretenimiento: un pilar cultural que marcó una época en la vida nocturna de la ciudad. El príncipe de la salsa ha partido.
Harold Lussio (q.e.p.d.). Fotos: Nicolás Molina |
Jhon Harold Lussio Vergara nació en Santiago de Cali, cuna de la salsa. Desde pequeño, su destino estuvo atado a la música y a la rumba. La vida nocturna corría por sus venas, heredada de su padre, Guillermo Lussio, propietario de la icónica discoteca La Noche, un hombre que pasó de dormir en el suelo y vender empanadas para levantar un imperio en el mundo del entretenimiento.
La historia de su padre fue su mayor inspiración. Harold
recordó en muchas ocasiones cómo lo vio enfrentarse a la adversidad, pidiendo
préstamos a diario para sostener el sueño de convertir su fuente de soda, Memo’s,
en una discoteca que fue pionera en traer la salsa a Villavicencio. «Mi papá
construyó cada pared de Memo’s, con esfuerzo y dedicación, y eso dejó una marca
que nunca se borrará», dijo Harold en una de sus últimas entrevistas en Agenda
Hoy.
Harold heredó el amor por la música y el compromiso con
la cultura salsera. Desde sus primeros trabajos en el Rancho Tolimense hasta
convertirse en disc jockey en discotecas como Discovery, El Escondite y Siboney,
su vida fue una constante búsqueda por ofrecer espacios donde la salsa no solo
se escuchara, sino que se viviera.
No se conformó con ser testigo de la evolución de la salsa, sino que también fue protagonista. Harold trajo a Villavicencio a figuras de talla internacional como Marc Anthony, Cheo Feliciano, Willy Colón y El Gran Combo de Puerto Rico, fortaleciendo la escena local con conciertos y festivales que lograron unir a toda la sociedad en torno a la música. «La salsa no tiene estrato», repetía con convicción. «Cuando la música suena, todos somos iguales».
Como su padre, Harold también enfrentó momentos
difíciles. Extorsiones, crisis económicas y noches sin dormir eran parte del
día a día en el negocio del entretenimiento. «Viví situaciones duras, vi a mi
mamá dormir en el baño por miedo, y a mis hermanos tener que huir. Nos quedamos
mi padre y yo enfrentando esas situaciones», confesó alguna vez. Pero a pesar
de las dificultades, jamás dejó de apostar por la cultura salsera en
Villavicencio.
Mantuvo siempre la esperanza de un futuro mejor para los
artistas locales, las academias de baile y los músicos que, como él, luchaban
por mantener vivo el espíritu de la salsa. «La cultura es un detonante para el
mejoramiento de la sociedad. Si los artistas recibieran más apoyo, su camino
sería menos difícil», reflexionaba.
Un adiós con sabor a salsa
Hoy Villavicencio pierde a uno de sus más grandes
referentes del entretenimiento y la cultura. Harold Lussio no solo dejó un
legado de música y baile, sino también de perseverancia, amor por la familia y
un profundo compromiso con su ciudad.
Sus amigos, familiares y la comunidad salsera lo
recordarán como un hombre que siempre creyó en el poder de la música para unir
corazones y transformar vidas.
Que el eco de sus fiestas siga resonando en cada rincón de Villavicencio y que la salsa, como él siempre dijo, continúe viviendo en cada acorde y cada paso de baile.
Descansa en paz, Harold Lussio. Tu legado vive.
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