Cultura
en el Meta: permeada por dudosa ortografía
Al menos por quienes dirigen los
principales cargos de la cultura en el Meta, y como lo hacen, no es difícil
concluir que estamos en manos de dudosa ortografía.
Personas que han llegado a los cargos que
orientan y dirigen las políticas culturales de nuestra región, no exactamente
por méritos, conocimiento pleno ni idoneidad en el tema cultural. Menos con una
visión clara de un asunto tan complejo, serio y definitivo para la suerte de un
país y un departamento como los nuestros.
Seamos claros: a la dirección del Instituto
de Cultura del Meta, de Corcumvi y de la Casa Departamental de Cultura del Meta
Jorge Eliécer Gaitán, han llegado
personas por directa palanca política.
Por supuesto que tienen los cartones y los
requisitos técnicos exigidos para esos cargos, pero jamás la idoneidad real
para desempeñarlos.
Y peor aún: se rodean de unos asesores que
francamente dan grima, en general, pena en otros y temor en casi todos los
casos.
En la Casa de la Cultura, por ejemplo, la
directora es una querida y amable señora, de buena familia, de padres
inmaculados, conocida en el club El Meta y en los círculos de la estrecha alta
sociedad villavicense, pero no tiene —en la práctica— mucha idea de qué es
dirigir una entidad como la que le ha encargado la señora Gobernadora. Mucho
menos qué son las políticas culturales, y cómo diseñarlas e implementarlas. Con
el agravante de que a la vez debe orientar la biblioteca pública más importante
del Meta (la Eduardo Carranza). Pero, eso sí, muy obediente con sus jefes.
En
este caso concreto de la Casa de la Cultura, donde caen goteras y a veces no hay siquiera para papel higiénico, ni agua ni
tinto, y les piden resmas de papel a los contratistas, sí tienen rubro
suficiente para tener dos asesoras que nos cuestan cerca de $100 millones al
año a los contribuyentes, es decir, ocho millones de pesos mensuales
($8.000.000). Ambas nombradas por el sistema de ‘politicracia’. La una para asesorar la parte jurídica, pero que es
el alter ego de la directora (y del anterior director), y —según testimonios—
es quien manda, hace y deshace en la institución; pero lo triste es su falta de
idoneidad profesional en el tema que le debe ocupar en realidad: el jurídico.
Reto a que revisen la clase de contratos que asesora y, se supone que redacta,
como el ya famoso contrato 080-2016 de esa entidad, publicado aquí en Agenda Hoy (Vea “Contratación a dedo enla Casa de la Cultura de Villavicencio”) que lo plantea como de prestación de
servicios pero cuyo objeto es la “compraventa de libros…”, entre muchas más
incongruencias contractuales, como que va dirigido a beneficiar un(a) solo(a)
proponente (el perfil exige que debe ser escritor regional pero también ¡biólogo
marino!), y que su proceso completo (cotización, estudio del sector para
prestación de servicios, estudio y documentos previos, y contrato) fue
realizado con una diligencia extrema: en un solo día (el 30 de septiembre de
2016). Para citar un ejemplo nada más, que ya está en manos de las entidades de
control.
La otra asesora, nombrada de idéntica
manera, está para apoyar la gestión de la dirección. Además, vale
mencionar, que la directora nos cuesta a los contribuyentes la suma de $120
millones al año. Eso, sumado a una llamada 'nómina paralela', por cuanto son OPS que cumplen funciones administrativas, la cual nos cuesta más de 100 millones de pesos al año.
Pobre Casa de la Cultura, que no solo tiene
que soportar ese tipo de manejos sino que se está acostumbrando a ser asaltada,
delante de los mismos vigilantes (Vea “Continúan los robos en la Casa de laCultura”).
En Corcumvi las cosas no son distintas.
Primero porque se quiso imponer el nombramiento de un ingeniero sin perfil ni
experiencia, pero íntimo del mandatario de turno; y segundo, porque luego de su
frustrado intento, nombraron una abogada, tan querida, pero con el desconocimiento
profundo que requiere una persona que dirija los destinos de un tema neurálgico
e importante como el cultural; y no solo eso: que a la vez es la encargada de manejar
la biblioteca pública de la capital metense. Y su sueldo nos cuesta cerca de
$100 millones al año a los contribuyentes.
Y
está asesorada por otra expresa cuota política: un muchacho amable, acomodado, ex
candidato al Concejo de Villavicencio, con el único mérito en el medio, de
haber sacado un lujoso CD de música llanera sin mucho alcance estético ni
artístico, y que llegó sin idea de qué era una biblioteca pública por dentro. Y
menos de políticas culturales, por supuesto. Pero eso sí, devenga una suma
importante, que pagamos todos los contribuyentes.
En el Instituto de Cultura del Meta, el
nombramiento de su director, que nos cuesta a los contribuyentes cerca de $150
millones al año, sin contar todos sus asesores, es un reconocimiento político
de la Gobernadora a la región que le dio su triunfo: el Ariari. Si bien tiene
los títulos exigidos, llegó a manejar dos mundos (tipo bipolar): de un lado el
rostro público, donde aprendió rápido el discurso de la inclusión, de la participación
colectiva, de la transparencia, la equidad y la apertura del sector; pero de
otro, el real, donde, además de su lentitud y torpeza —que tiene atrasados
todos los procesos del Instituto, que apenas arrancaron en este final de año, y
no por falta de recursos sino de gestión y decisión—, todo lo ve y lo decide
desde la óptica de las decisiones políticas de sus dos jefes, además de ser
experto en marrullería, favorecer a unos pocos, y, de acuerdo con muchas
denuncias de la gente, a atropellar a gestores, empleados y colaboradores. A
imponerse al estilo ‘Patrón’ y no como jefe respetable,
pues le temen pero no lo quieren de verdad más que sus contratistas y
favorecido(a)s.
Y por espacio no profundizo sobre el
aberrante caso del programa de promoción de lectura del Instituto de Cultura
del Meta, y solo dejo estos datos: fueron nombrados a dedo y sin ningún tipo de
convocatoria pública de méritos, 50 promotores de lectura que al menos en un
80% no cumplen con los mínimos perfiles —pero vienen de la campaña—, y que nos
cuestan al mes $125 millones (sí, al mes), además de tres asesores para este
solo programa, nombrados ídem, que nos cuestan $12 millones al mes (sí, al mes,
hagan cuentas). Una asesora de las cuales tiene el mérito de haber sido esposa de
un político amigo de los gobernantes, así ignore en profundidad el tema que
coordina.
Esta es una breve reseña de la forma como
se están manejando las instituciones culturales del Meta, que entre las tres
mencionadas manejan más de $15 mil millones al año. Y uno se pregunta: ¿dónde
están? Por algo los entes de control nacionales han puesto los ojos sobre el
Meta. Esperamos prontos resultados.
Sin embargo, es triste decirlo, pero cada
pueblo se merece lo que tiene. Y más si juntamos dos elementos: el manejo non
sancto, de un lado, y el silencio cómplice que impera, del otro. Nos merecemos
este destino.
Andrés Molano Téllez
Director Agenda Hoy
Muy buena denuncia, deberían profundizar en ella y que concejales, cabildantes y ciudadanía exijan explicaciones porque la cultura es de las cosas más sagradas que tiene un pueblo como para que jueguen así con ella.
ResponderEliminarLO MAS CLARO..ES QUE ARMARON EL CONSEJO DEPARTAMENTAL DE CULTURA Y ADIVINEN QUIEN ESTA DETRáS DE TODO ESTO''????
ResponderEliminarOlga Malaver: La exclamación del vicepresidente de la República cuando visitó el Meta y tubo conocimiento
ResponderEliminarde algunos contratos sintetizan lo denunciado en su columna: "estoy mamado de la corrupción"