“Celebraré siempre que desgraciados como Él sean visibilizados y castigados”: Claudia Morales
Enero 19 de 2018
La periodista
llanera Claudia Morales reveló en su más reciente columna de El Espectador —Una defensa del silencio—
que fue violada en un hotel por uno de sus exjefes, y aunque no dice su nombre,
asegura que es alguien relevante en la vida nacional, como lo era en ese
entonces.
Claudia Morales, periodista llanera. Foto: Archivo particular. |
A sus
44 años, esta llanera, nacida en Villavicencio, confiesa que aquel momento lo lleva
grabado como una foto, que no se arrepiente de haber guardado silencio y que el
nombre del violador es un secreto que solo lo sabe ella, su esposo y dos
colegas cercanos.
La
necesidad de escribir acerca de ese duro momento de su vida llegó impulsado por
la campaña #MeToo (#YoTambién), que invita a las mujeres a denunciar este tipo
de abusos y que inició en Estados Unidos luego de las denuncias sobre agresión
sexual de decenas de mujeres contra el productor de cine Harvey Weinstein.
Esta
fue la columna escrita para EL Espectador:
“Una
mujer joven termina su jornada laboral, llega a su hotel, se baña y se arregla
para salir a cenar con una pareja de amigos. Alguien golpea en su habitación.
Ella mira por el rabillo de la puerta, es su jefe. Abre, “Él” la empuja. Con el
dedo índice derecho le ordena que haga silencio.
“Le
hace preguntas rápidas mientras la lleva hacia la cama. Ella, que siempre tiene
fuerza, la pierde, aprieta los dientes y le dice que va a gritar. “Él” le
responde que sabe que no lo hará. La viola.
“La
protagonista de la historia soy yo y al violador lo seguiré llamando “Él”. No presenté
ni presentaré nunca una denuncia y voy a explicar por qué.
“Cuando
trabajé con “Él”, era un hombre relevante en la vida nacional. Ahora lo sigue
siendo y, además, hay otras evidencias que amplían su margen de peligrosidad.
Hoy, con 44 años, reviso el momento que tengo grabado como una foto y no me
arrepiento de haber guardado silencio.
“Para
salir adelante, apelé a mi mente, a mi espiritualidad, al pudor y unos años
después al abrazo de mi esposo y hace poco a los oídos solidarios de un par de
colegas amigos y otros dos amigos que no son periodistas. Con ellos mi secreto
está a salvo. No necesito más.
“Cuando
fui violada, además, vivía con mi familia una situación de dolor profundo, mi
papá estaba en una posición laboral que yo debía proteger y mi vida
profesional, una vez renuncié al lugar donde trabajaba con “Él”, era incierta.
No existían las redes sociales y sentirse empoderado no era algo tan usual como
lo es ahora gracias a esas plataformas.
“Desde
que empezó la campaña #MeToo revivió la necesidad de escribir sobre esto, pero
sentía temor. Un miedo distinto al que tuve cuando “Él” me violó y que se
transformó luego de ver los testimonios de mujeres que de forma valiente han
empezado a hablar con dignidad (bueno sería oír también a los hombres abusados).
Sin embargo, lo que más me motivó a escribir fue el caso de Marcela González,
pareja de un remedo de periodista nazi, agredida por él según su denuncia, el
pasado 27 de diciembre.
“Leí
tantas cosas horribles contra la mujer cuando a través de un video se retractó,
que no pude evitar una profunda ira. A mí también me hubiera gustado que
Marcela siguiera adelante con el caso, que no viviera más con el agresor y que
empezara una vida distinta acompañada de un entorno social amable. Se activan
mis miedos cuando la imagino en peligro y deseo que no tenga un final
lamentable.
“Pero,
¿quiénes somos para juzgarla? ¿Qué sabemos de ella? ¿Quién de los que opina en
su contra conoce su entorno familiar? Una campaña como #Me Too debería servir
para concientizar sobre la individualidad del ser, los matices de la
existencia, las diferencias culturales y, por qué no, para defender como válido
el silencio por el que algunos optamos. Los linchamientos en gavilla, cuando se
trata de un ser abusado, duelen, desestimulan la denuncia y también a muchos
los llena de vergüenza.
“Si
usted, hombre o mujer, tiene el coraje y está rodeado de un entorno solidario,
denuncie. Celebraré siempre que desgraciados como “Él” y otros abusadores sean
visibilizados y castigados. La revelación de mi historia es una defensa del
silencio y un llamado a entender que cada uno de quienes hemos sido abusados
tenemos mundos distintos. Este texto también es una forma de invitarlos a
callarse cuando no haya nada bueno por aportar y tengan la tentación de juzgar”.
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