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Yimi Caney sacó la salsa a los barrios de Villavicencio

'La salsa en Villavicencio está desapareciendo': Yimi Caney 

Enero 16 de 2018

A Yimi Arango Escobar, de 42 años y nacido en Buenaventura, lo conocen en Villavicencio como Caney, por un pequeño bar salsero que tuvo en el barrio Vizcaya llamado Buenaventura y Caney, que luego se convirtió en Caney Salsa Bar. Eran seis mesas y una barra, los clientes llevaban las campanas, las maracas y se armaba la rumba, se tomaban el andén, incluso, en el 2003 cerraron la calle y armaron una rumba salsera que convocó a unas 800 personas. Así se gestó la idea de sacar la salsa a la calle.

Yimi Caney es uno de los promotores de salsa más reconocidos en Villavicencio. Fotos: Nicolás Mollina.


Los reyes salseros fue uno de sus primeros eventos y lo realizaba todos los diciembres como fiesta de fin de año. En una ocasión, la rumba, que solía extenderse hasta las cuatro de la mañana, se acabó a las dos, y la gente se tomó el parque, sacaron las cabinas y nació Salsa pa’l barrio, un evento masivo que reunía el último domingo de cada mes a colonias de vallunos, chocoanos, bogotanos y llaneros seguidores de la salsa en Villavicencio, pero desde que entró en vigencia el nuevo código de Policía, se paralizó la rumba salsera en la calle.

Antes de dar ese paso, Yimi ya era locutor de la emisora de la Policía Nacional. Junto con Pablo Quinto —del bar Quinto Mayor— hacía el programa Salsa y Control. Fue allí desde donde prepararon el Primer Encuentro de Salseros al Parque, que reunió a cuatro mil personas en el Parque Los Fundadores.

“Hemos luchado para que el género no muera, pero en este momento está pasando por un momento bastante difícil, la salsa en Villavicencio está desapareciendo”, dice Caney. Su bar ya no existe. Explica que el exalcalde de Villavicencio Juan Guillermo Zuluaga tuvo que ver con el cierre.

“Nosotros organizamos el evento (de salsa) y hablamos con el cuadrante (de la Policía), había unos pelados consumiendo droga, yo hablé con ellos, me dijeron que les regalara una paca de cerveza, yo se las regalé. Al final (de la noche) se armó una pelea”, recuerda. Al siguiente día, los medios de comunicación informaron sobre la muerte de un joven en el barrio Bochica por herida de arma blanc. “En esa época, como no teníamos apoyo, nosotros montábamos la tarima y la rumba, y no hacíamos los permisos, pues era algo mal hecho, no con mala intención, entonces no hacíamos una póliza, un plan de contingencia. El alcalde (Zuluaga) salió por los medios a decir que yo hacía eventos ilegales, yo tuve problemas con él. Yo salgo en emisoras y digo que le había hecho publicidad, entonces, por qué me buscó para que hablara de él cuando era candidato. A raíz de eso me cierra el negocio”.



Ya han pasado tres años desde entonces. Yimi intentó mantener un nuevo sitio en la Avenida Puerto López, donde hoy funciona El Cartel de la Pola, pero la sociedad no funcionó. Luego hizo lo mismo cerca al Siete de Agosto, pero por salud tampoco duró.  Hace ocho meses sufrió un preinfarto. Los médicos le prohibieron trasnochar. Sus pulmones no oxigenan lo suficiente, tuvo que reducirle a la comida, bajó de 88 a 75 kilos. “En este mundo uno no descansa bien, descuidé la salud, uno cree que nunca se va a enfermar, que es pelado y va a estar joven toda la vida”, dice Caney, quien lleva más de un año con un dolor en el pecho, sin que los médicos den un diagnóstico.

Sin embargo, dice que seguirá promoviendo la salsa y el entretenimiento hasta que Dios se lo permita. Continúa con sus eventos, organizando conciertos, esta vez con mayor madurez, con los requerimientos de ley. Ha traído a Los Hermanos Lebrón, a Luisito Carrión, a Max Torres, a Mariano Cívico, a Gabino Pampini, a Rey Calderón y hace poco presentó a Mauro Castillo, a Guayacán Orquesta y a Alci Acosta. También es un amante de la locución. Junto con Harold Lussio tuvo un programa salsero en la emisora de la Alcaldía de Villavicencio, pero nunca llegaron a un acuerdo con la administración. Crearon audiencia, pero nunca hubo un pago de por medio.

Cuando se le pregunta a qué atribuye el momento difícil por el que, según él, pasa la salsa, explica que el género popular se apoderó del país y las emisoras han dejado de poner salsa. “Uno va un sitio de música popular y está a reventar, uno ve los pelados jóvenes cantando, es más, cuando hay una rumba de salsa ya la gente casi no sabe ni bailar, los que bailan son los veteranos”, enfatiza. Además, es un defensor del trabajo de Pablo Quinto y Harold Lussio. “Pienso que nosotros hemos hecho una historia, nos hemos mojado, asoleado por el género, y pues ha venido gente a aportar, pero más suave”, agrega.

Yimmi Caney, de padres caleños, llegó a Villavicencio a los 14 años huyendo de la violencia. Su padre se había hundido en las drogas y empezaron las amenazas en Buenaventura. Provenían, recuerda, de ‘el justiciero implacable’, que para la época era quien hacía, según se escuchaba, la mal llamada limpieza social. “Nosotros llegamos acá, como el 90, con una mano adelante y una atrás, a hacer un mundo nuevo. Pero hoy, gracias a Dios, mi papá es un hombre de bien. Mis hijos son nacidos aquí, yo me separé en el 2012, quedaron mis dos hijos que son llaneros, mi hija Sara Sofia, de 11 años, es bailarina de joropo, y Juan Diego, de nueve, juega futbol”, cuenta con orgullo.

Lo más difícil en su carrera como promotor de la salsa en la ciudad ha sido el lamentable suceso del barrio Bochica y el concierto de Los Hermanos Lebrón. Pese al trabajo de promoción, la gente no respondió y perdieron unos 30 millones de pesos.

Caney, como lo llaman sus amigos, es un hombre de carácter fuerte, sus discusiones han traspasado las redes sociales. “Hay gente que critica el trabajo cuando sabes que lo que estás haciendo es bueno (…) Yo siempre he sido muy frentero, pero yo no sirvo para ser hipócrita, lo que no me gusta lo digo y eso me ha generado enemistades, pero hay gente que cree en mi trabajo y me apoya”. Incluso, por diferencias, hubo un distanciamiento con Pablo Quinto. Uno siguió con Salsa pa’l barrio y el otro, con Salsa Libre.

“Ahora volvimos a unirnos. Le dije, la sala está mal. Nos unimos y le dimos el nombre de Salseros al Parque, para no meter los otros nombres (…) Yo decía, yo me tengo que dar la oportunidad con Pablo, no es Pablo, ni Yimi, es la música, la salsa no está sonando en la ciudad, incluso hace poco estuvimos en el comando de la Policía, para volver con Salsa y Control. En este momento la salsa no se escucha, Quinto Mayor es espectacular, va la gente, pero ahora está suave. Pablo ha tenido baches duros. Yo cojo el micrófono y animo a la gente, pero duro sí está”, concluye.


Andrés Molano Téllez
Director Agenda Hoy




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