La
USTA: Luz de esperanza en una mal llamada ‘olla’
Junio 6 de 2018
Son cerca de las tres de la tarde de un día soleado pintado
de nubes. La lluvia amenaza tanto como algunos lobos con piel de oveja que se
camuflan en medio de la humildad. Están allá abajo, en la otra Villavicencio,
la marginada.
El sector del Guatiquía y sus alrededores han sido históricamente
lugares abandonados, el desplazamiento de cientos de familias tras el conflicto
armado en Vistahermosa, Mapiripán y Uribe, en el Meta, y de otras partes del
país, hicieron que poco a poco se fueran formando allí sectores marginales,
como Brisas del Guatiquía, Las Delicias, Lambada, Malvinas, Calamar, Vencedores
y Villa Suárez.
A través de una pequeña calle que baja desde la Avenida
del Llano, a 200 metros del Monumento al Coleo, se ingresa al sector de Las
Delicias, lugar estratégico para todo tipo de actividades ilegales, pero donde
también reina la esperanza de muchos de sus habitantes.
Para ingresar a la zona es necesario la compañía de la
Policía o de algún líder comunitario. Una vez allí, lo primero que resalta son
los colores, las casas se pintan repitiendo patrones tonales que intercambian y
combinan, pero que no se escapan del predominio del magenta, el azul cielo, el
verde lima, el naranja, el blanco y el amarillo pálido.
Los habitantes del barrio se asoman expectantes
mientras atravesamos aquella calle, luego de hacer contacto con la Policía que
nos sirve de guía en descenso a la zona. Advertimos el sonido de música que
estalla en alguna parte y nos acerca al destino. Llegamos. Allí a las afueras
de la caseta comunal baila un grupo de niños, disfrutan de su momento, celebrando
su día, hay música y alegría, concentrados siguen los pasos de su instructor.
Parqueamos cerca de la caseta. Un espacio donde se
pueden encontrar libros, instrumentos musicales y elementos de todo tipo.
Anteriormente quedaba allí una escuela de refuerzo para los niños del barrio.
Hay pequeños practicando con sus flautas, otros en sus
teclados, otros en sus tambores, los de afuera bailan y allí de un lado para
otro está Luz Mila Morales, la responsable de todo ello, la docente de la Universidad
Santo Tomás de Villavicencio, quien coordina el Centro de Proyección Social de
la Comuna 3, con la que la institución académica busca contribuir a la solución
de problemáticas sociales y mejorar la
calidad de vida de las personas y las comunidades de su entorno, todo, a través
de la cultura y el trabajo social.
Luz Mila trabaja allí desde 2014. Lo que vemos ahora
solo es una muestra avanzada de una situación que en sus inicios fue mucho más
complicada y difícil.
En ese tiempo primigenio de su labor, la zona era de
guerra. Integrantes de las pandillas del Industrial, de Brisas del Guatiquía, de
la Lambada y Las Delicias, donde hoy nos encontramos, se mataban entre ellas en
el polideportivo del sector, un asentamiento donde reina la miseria.
Los habitantes quedaban damnificados por el fuego
cruzado y la tensión era lo bastante alta como para que la policía interviniera.
Un plan de pacificación fue adelantado por la institución militar y es allí cuando
llega Luz Mila a colaborar.
Como diría el padre César Urazán, coordinador del área
de Proyección Social de la Universidad Santo Tomás, “Luz Mila inició haciendo
una quijotada”. Y en parte tenía razón, parecía una locura, alguien que
decidiera por cuenta propia intervenir en un barrio difícil y que estaba
viviendo ese tipo de violencia.
Sin embargo, su trabajo ha dado frutos, pero no fue en
una labor individual sino de cooperación y articulación. El presidente de la
Junta de Acción Comunal, Saúl Pérez, fue fundamental, como también la de los
miembros de la comunidad quienes confiaron en el proyecto cuando apenas era una
idea en construcción.
También ha sido fundamental la labor social de jóvenes
universitarios, psicólogos, profesionales en Negocios Internacionales y la
Unidad de Humanidades de la Universidad Santo Tomás de Villavicencio. Todos
han puesto un granito de arena.
Ahora, Luz se enorgullece y puede mostrar una casa arrendada
desde hace un año por la institución tomasina y que funciona como escuela de
refuerzo para los niños de la comunidad, a los que de una u otra forma ve como
sus hijos.
En aquella casa de dos pisos, adecuada para ser un
instituto de capacitación y refuerzo, se dictan clases de lectoescritura,
matemática, inglés, formación en valores para los niños y sus madres, pautas de
crianza y liderazgo.
Además, el Centro de Proyección Social adelanta diferentes
actividades, como rumba aeróbica, zumba y fútbol sala, apoderándose de los
espacios que anteriormente eran escenarios de violencia y guerra. Ahora
convertidos en espacios de paz.
Blanca Ruth Bello, esposa del presidente de la Junta de
Acción Comunal, quien ha hecho parte también de esta labor dice que ha sido
arduo ayudar a los muchachos a salir adelante, utilizando el deporte y la
música.
“El tema de difícil acceso a nuestro sector se
evidencia, siempre lo han catalogado como una ‘olla’, pero aquí hay gente
trabajadora, luchadora, pujante, tenemos niños buenos, y es por ellos que la universidad
ha estado brindándonos el apoyo para que los pequeños vean otros modelos a
seguir.”
Y es que los niños cambiaron su visión de vida, pero en
un mismo contexto. Algunos meses atrás, cuando se les preguntaba por su futuro,
querían convertirse en ladrones, apartamenteros o pistoleros. Ahora sueñan con
ser abogados, para ayudar a salir de la cárcel a la gente del barrio; médicos,
para curar a quienes caen heridos en las batallas campales de sus barrios o
policías, para intervenir en las situaciones, como ellos mismos respondían.
Ana Lucía Florián Rodríguez es habitante del sector de Las Delicias, víctima de esa violencia que se gestó en su barrio cuando perdió a sus dos únicos hijos, de 16 y 19 años. Comenta sobre la labor que adelanta la organización: “Es muy bueno lo que están haciendo por los niños, por los abuelos, por todas las personas que viven en este barrio. Mucho lo bonito porque los niños se entretienen en cosas buenas, en las recreaciones que le están haciendo, en los aprendizajes, como también a las madres comunitarias en cómo tienen que enseñar y atender a sus hijos, en cómo tienen que ser con ellos.”
Ana Lucía Florián Rodríguez es habitante del sector de Las Delicias, víctima de esa violencia que se gestó en su barrio cuando perdió a sus dos únicos hijos, de 16 y 19 años. Comenta sobre la labor que adelanta la organización: “Es muy bueno lo que están haciendo por los niños, por los abuelos, por todas las personas que viven en este barrio. Mucho lo bonito porque los niños se entretienen en cosas buenas, en las recreaciones que le están haciendo, en los aprendizajes, como también a las madres comunitarias en cómo tienen que enseñar y atender a sus hijos, en cómo tienen que ser con ellos.”
El proyecto, titulado Construyendo Ciudadanos, cuenta
con 35 niños fijos y hasta 150 de una población infantil volátil y flotante,
quienes vienen y van, dependiendo del momento.
“Han mejorado su nivel académico”, cuenta Luz, quien
agrega que ella misma se encarga de recoger las fotocopias de los boletines para
saber cómo van y quiénes trabajan de manera articulada con los profesores.
“Hemos
avanzado bastante y los chicos responden. De hecho, tenemos chicos que están
haciendo capacitaciones en el Sena, otros están en la universidad. Eso es una
ganancia, porque el contexto les brinda un camino, pero les hemos demostrado
otro horizonte”, puntualiza.
En las calles de Las Delicias se nota el agradecimiento
y un leve optimismo. Se podría decir, incluso, que se respira un leve aire de paz,
pero entienden que deben seguir construyéndola. La gente es trabajadora y
humilde, la mayoría que compone este barrio pintoresco espera que se no se le estigmatice.
Nuestra visita termina, pero el trabajo social sigue
allí. De regreso volvemos por aquella escarpada colina que conecta con la
Villavicencio elevada y excluyente que prefiere pensar que esa gente no existe,
la de las mal llamadas ‘ollas'.
Ferney Ibarra
Agenda Hoy
El apellido del Padre Cesar es Urazán no Dussán y la Unidad de Humanidades y Formación Integral no es una Facultad.
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