Así
nació la amistad entre Eduardo Carranza y Pablo Neruda
Julio 23 de 2018
Pese a tener ideologías políticas distintas, el poeta llanero
Eduardo Carranza, de derecha y tendencia franquista, y el chileno Pablo Neruda,
de pensamiento comunista y estalinista, fueron dos grandes amigos. ¿Seremos hoy
capaces de seguir ese ejemplo? No lo sabemos, pero recordemos porqué existió ese
extraño lazo de amistad que solo las letras pueden lograr.
Durante el gobierno colombiano de Alfonso López
Pumarejo, Eduardo Carranza fue enviado a Chile como agregado cultural de
Colombia durante un año. Transcurría
1946 y el poeta, joven y delgado, llegó al país austral con su bella
esposa Rosita Coronado y su hija María Mercedes, de seis meses de nacida.
Una vez en Santiago,
donde además nació su hijo Juan, fue recibido una noche, días
después, con una gran velada: Neruda fue
el anfitrión y pronunció el discurso
de esa noche.
Entre otros poetas, estuvieron presentes Pedro Prado,
Jerónimo Lagos Lisboa, Víctor Domingo Silva, Nicanor Parra, Chela Reyes, Olga
Acevedo y Vicente Huidobro. De éste último adquiere el seudónimo de ‘Altazor’
(poema cumbre del escritor chileno), con
el que Carranza firmaría un sinnúmero de poemas, la mayoría traducciones. Ese
nombre también quedó tallado a la entrada de su finca de veraneo,
improductiva, de 16 fanegas rodeadas de
una pequeña vega y lomas con pastos naturales y artificiales, en jurisdicción de Quetame (Cundinamarca). Un lugar en Colombia que se convirtió en el
último lazo físico de Carranza con el Llano.
Además del seudónimo de ‘Altazor’, Carranza se llevaría
de Chile la gran amistad de Pablo Neruda, también un compadre —su hijo, Juan,
fue apadrinado por el poeta chileno—. El
lazo de fraternidad se hizo cada vez más grande, ni siquiera las ideas
políticas los distanciaron; el poeta llanero, de derecha y tendencia
franquista, y Neruda, de pensamiento comunista y estalinista, siempre fueron
amigos.
“Tú eres Eduardo Carranza, poeta del aire, yo soy de la
tierra, tenemos ideas políticas diferentes pero jamás tendremos una
controversia política”, fueron las palabras de Neruda que recordó el poeta y
escritor José Luis Díaz-Granados, durante
la ‘Semana Carranza’, organizada
en mayo de 2013 por la Fundación
Gilberto Alzate Avendaño, en Bogotá.
Ese día, también se llegó a la conclusión de que, pese
a su ideología política, a Carranza lo querían mucho en Chile los comunistas
colombianos. La razón: luego de la victoria de las fuerzas militares encabezadas por el general
Francisco Franco que, no sólo puso fin a
la guerra civil española, arrojó al
exilio durante los siguientes años a gran cantidad de hombres que se vieron obligados a emigrar a otras
tierras en busca de asilo y refugio. Una de ellas, Chile. Allí, Carranza, a quien todo el mundo
distinguía de tendencia franquista, “salvó muchas vidas asilando en la embajada
colombiana a tantos dirigentes perseguidos por la dictadura”, agregó
Díaz-Granados.
Eduardo Carranza vivió en una casa en los alrededores
de la Plaza de Valdivia, en Santiago,
algo bohemia, y que se convertiría
en un centro de reunión poética. Allí confluían escritores, “vates
voraces y sedientos poniendo en peligro de zozobra el presupuesto de Carranza y
su alacena”, escribió Héctor Fuenzalida,
como recuerdo de su amistad con el pidracielista, durante un reencuentro en
Venezuela en 1963, y agregó: “Todos colombianizábamos con un furioso misticismo
etílico”, antes de recordar que en
Chile, el Soneto a Teresa fue identificado también como “himno nacional
de su melancolía”.
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