“A través del
arte hay que contarle al Meta qué fue lo que pasó”: Jesús Abad Colorado
Agosto 2 de 2018
El periodista Jesús Abad Colorado cuenta a través de su
fotografía que los grandes perdedores de la guerra en Colombia son los
campesinos, quienes pese a sus sufrimientos no se han doblegado.
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Parte de su trabajo fotográfico ya está en
Villavicencio y será presentado hoy (2 de agosto) en la apertura de la
exposición ‘Geografías del dolor y la resistencia, soy testigo’, en el Teatro
La Vorágine de Villavicencio. Y este viernes participará en el conversatorio ‘Mirar
de la vida profunda’, a las 9:00 de la mañana en el mismo escenario.
Las actividades hacen parte del III Encuentro de
Narrativas de Memoria, un evento organizado por el Instituto de Cultura del
Meta.
Agenda
Hoy
habló con Jesús Abad Colorado acerca del retrato de una guerra y de la
importancia de rescatar la memoria del conflicto. El reconocido reportero de
guerra recordó además que en el departamento del Meta hay fotógrafos y
periodistas que como él ha congelado el dolor de la guerra e hizo un llamado a
la Gobernación del Meta para que jalone exposiciones y muestras de la mano de
muchos artistas, fotógrafos y periodistas locales para contar qué fue lo que
ocurrió en este territorio.
¿Qué significa ‘Geografías del dolor y la resistencia,
soy testigo?
‘Geografías del dolor y la resistencia, soy testigo’ es
un resumen de 25 años de trabajo en medios de comunicación y de trabajo
independiente desde hace 18 años caminando al pie de la gente. Es una
exposición que se hace para dar testimonio de quienes han sido los perdedores
en la guerra, pero también para hablar de la resistencia, este país no se
doblegó gracias a esos hombre y mujeres del campo, gracias a esos que siguieron
produciendo y resistiendo y que no dejaron caer el país. En Colombia hay hombre
y mujeres líderes que nos han permitido salir adelante, y para mi también es un
llamado de atención y, si se quiere, una bofetada para muchos gobernantes que
se dedicaron a saquear el país y no pensaron que Colombia merece un presente y
un futuro distinto. Hay imágenes desde el Putumayo hasta La Guajira, hay algo
de la zona del Meta y hay mucho del Chocó, y de Antioquia, hay fotos de actores
armados, que son hijos también de estos pueblos.
¿Quiénes perdieron en esa guerra que usted retrató?
En la guerra los que más perdieron fueron los campesinos,
fueron ellos los que pusieron los hijos para todos los ejércitos de derecha o
izquierda, fueron ellos los que tuvieron que abandonar la tierra y huir
desplazados, y los que muchas veces perdieron la vida, pero también tengo que
decir que son ellos los primeros en decir basta ya, reconciliémonos, construyamos
un país distinto en el que nuestros hijos y nuestros nietos merezcan vivir en
paz. Colombia todavía tiene la posibilidad de salir adelante sin tanto odio, si
nosotros nos reconciliáramos entenderíamos que una de nuestras grandes metas es
empezar a trabajar, pero defender sobre todo esa naturaleza que tenemos en esta
regiones del país, no para saquearlas desde la minería, que se hace a veces de
una manera irresponsable, sino para entender que Colombia, para mí y para
muchas personas, es un paraíso y hay mucha gente que está trabajando para
lograrlo pero hay otros que quieren destruirla.
¿Qué fotografías tiene del conflicto en el Meta?
Hay fotografías de Puerto Alvira, Caño Jabón
(Mapiripán), y pude haber traído más, pero traje de muchas otras regiones y yo
creo que ustedes tienen el reto, porque yo de acá he conocido muy buenos
fotógrafos, periodistas y poetas, algunos de ellos que han sido asesinados.
Quiero recordar a Julio Daniel Chaparro, periodista de El Espectador. Yo conocí
a su padre, que trabajaba aquí en el tema del deporte, y conocí también a una
familia de fotógrafos, que recuerdo de hace años y me encantaría verlos, que
era la familia Herrera, y eran unas personas que hacían un trabajo.
¿Pero las imágenes toman fuerza si solo llegan a medios
nacionales y poderosos?
No hay que estar en un gran medio de comunicación para
escribir la historia de una sociedad. Yo creo que en muchos rincones de la
parte oriental de Colombia y del Meta hay mucha gente que hizo testimonio, y no
solo para recoger testimonios del dolor, sino de la fuerza, la valentía, la
alegría y la resistencia de nuestra gente, y eso hay que contarlo y esa
exposición y esos libros tienen que hacerse para educar a las nuevas
generaciones. Nosotros tenemos que dejar ese testimonio y le pediría a la
Gobernación del Meta, al Instituto de Cultura, que por favor sean un epicentro
y un motor para jalonar esas exposiciones y muestras de la mano de muchos
artistas, fotógrafos, periodistas, quienes tienen que contarle al Meta qué fue
lo que pasó, no para odiar sino para generar una reflexión, que es lo que
necesitamos en Colombia. Es muy fácil señalar pero lo que necesitamos es
ponernos la mano en el corazón y amar al prójimo como a ti mismo
¿Cómo recuerda a Julio Daniel Chaparro, periodista y
poeta de Villavicencio?
Lo recuerdo más desde sus crónicas y desde sus poemas,
pero como no fui amigo de él, sí quiero recordar a su hijo, porque trabajé con
él en el grupo de memoria histórica, a Daniel, que ha estado tratando de
recuperar no solo la memoria de su padre sino de muchas otras personas de esta
región y del país que las necesitamos. Me da escaramuza pensar que en esta
región murieron muchos líderes, demasiados, a manos de muchas personas que
actuaron por señalamientos. Nos hacen mucha falta y serían necesarios para este
país, pero como no los tenemos, yo diría, por eso hay que honrar su memoria y
tendríamos que comprometernos en construir una patria distinta, no la patria de
las voces fuertes y de mandamases sino la patria en la que le demos valor al
que siembra la tierra o al que escribe y hace poemas o al que sale cada año o
todos los días a promover la cultura y las artes en estas calles del Meta.
¿Qué papel jugó el fotoperiodismo antes de los acuerdos
de paz?
Fotógrafos, camarógrafos, periodistas hemos jugado un papel
en contar una historia, en dejar unas memorias, cada uno dirá qué papel jugó,
si le dio la voz a los combatientes, a los políticos o si caminó para darle la
voz y la imagen a los campesinos. Eso, como si hubiera sido en la Segunda Guerra
Mundial o en la Guerra del Vietnan,
permite tener unos registros que son memoria y reflexión para una sociedad que
le ha dado pena mirarse en el espejo roto de la guerra.
¿Cuál es óptica como periodista del proceso de paz?
No es solamente una firma en un papel de una dirigencia
guerrillera con un presidente de turno, un proceso de paz es responsabilidad de
toda una sociedad, en el que tienen que
participar la academia, el empresariado, las distintas fuerzas políticas de una
sociedad, entendiendo que tenemos la posibilidad de salir adelante. Si nos
dedicamos a ponerle palos y meterle zancadilla al proceso de paz lo que podemos
propiciar es que el país con el paso de los años reviva toda esa guerra de
odios, que todavía muchos la disfrutan, porque hay que decirlo, la guerra deja
ganadores a unos que se enriquecen con las armas o con la tierra de los que se
desplazan, y perdedores van a dejar siempre a los mismos.
¿Cómo fotografiar o registrar esa realidad sin caer en
el amarillismo?
Yo le hago un llamado a mis colegas en general del
periodismo y digo que le hago un llamado es porque las fotografías o las
imágenes tienen que hacerse con ética y estética, no para banalizar el dolor de
los demás sino para entender que lo que le pasa a una persona en Mapiripán
(Meta), en el Putumayo o en el Chocó es como si me estuviera pasando a mí. Nosotros
acostumbramos a decir que somos hijos
casi de un mismo Dios, casi todos somos cristianos, evangélicos o católicos, y
deberíamos entender que por lo menos, y este es como un llamado que yo hago a
cumplir tres mandamientos, incluyendo la clase política, no robarás, no matarás
y amar al prójimo como a ti mismo. Si tú amas al prójimo como a ti mismo, tus fotografías
van a hablar de dignidad, de gente como tú que está sufriendo. Entonces es
aprenderse a poner no solo en los
zapatos de una persona sino en la piel de otro. Es entender que el que sufre,
porque no lo atienden en salud o en educación o el que está sin empleo o tiene
hambre, es una persona que tiene la atención mía como periodista, pero también
de un gobernante.
¿Por qué asistir a sus exposiciones?
Cuando uno mira estas fotografías en su conjunto
entiende que el dolor que hemos vivido es muy grande pero también vamos a
entender que la resistencia de esos hombres y mujeres del campo merecen un
presente y futuro distinto, entre todos podemos sacar a Colombia adelante y los
periodistas tenemos mucho para aportar. Yo quisiera plantearte a ti, a las
personas de Villavo y el Meta, que ojalá venga acá a ver esta exposición que se
inaugura mañana jueves (2 de agosto) en el Teatro La Vorágine de Villavicencio y
que el viernes en la charla vengan para que entendamos un poco qué es lo que
nos ha pasado.
¿Cómo aporta la fotografía a la memoria?
Yo aquí quiero hacer un planteamiento, los que hemos
construido el relato de un país desde la palabra o la imagen tenemos una
responsabilidad para que las nuevas generaciones ojalá no vayan a repetir esa
historia que muchas personas han vivido, pero también es un llamado para decir que
hay muchas personas, y estoy seguro que aquí en el Meta las ahí, no solo con
fotografías, con palabras, con poesía, con música, con tejido, o con la danza,
que lo que han hecho es construir una historia distinta. Esas imágenes y esos
relatos desde el arte son las que le posibilitan a una sociedad encontrarse a partir
de una obra de arte, encontrarnos ahí es lo que necesitamos para no repetir,
para no olvidar, para luchar contra el olvido, en donde muchas personas quisiéramos
que olvidáramos. Estas imágenes no son para que nos revolquemos en el dolor,
sino para que entendamos que hacemos parte de un proceso de educación para esas
nuevas generaciones que nosotros esperamos no repitan lo que muchos más
vivieron.
¿Cómo lograr reconstruir la memoria cuando hay personas
en el poder a quienes no les conviene?
Estamos en un momento y coyuntura en Colombia muy
particular, porque tenemos hoy una Justicia Especial para la Paz (JEP), que fue
producto de la forma de los acuerdos, como lo fue también la Comisión de la Verdad,
hay muchas personas que no quieren a la JEP porque saben que va a haber relatos
de qué fue lo que pasó y quiénes participaron,
y entonces muchas personas se
pueden sentir afectadas porque participaron de la guerra pero lo niegan, y
entonces uno dice, qué hacer. Yo creo que es la posibilidad de poder decir yo patrociné
a un grupo de autodefensa porque me estaba sucediendo esto y porque el estado
no me protegió. Eso es una manera de decir perdón porque actué también, contar
por qué lo hizo. Yo creo que la Justicia Especial para la Paz no es para la
venganza, es una justicia para la reconciliación. Yo creo que es mucho más acto
de grandeza y nobleza reconocer qué sucedió y de qué manera yo actué, que
negarlo y ver el mal solo como si fuera el de los actores armados. Es muy fácil
señalar al que tiene un arma, pero en Colombia hay personas que sin tener armas
y teniendo poder político y económico actuaron o patrocinaron y se lavan las
manos con jabón Poncio Pilato diciendo, nada tuvimos que ver.
¿Cuál es la responsabilidad de las nuevas generaciones?
Si nosotros contamos esa verdad es para no repetir, es
un proceso de educar y decir que no se repita, pero es una forma también de
sanar el corazón y el alma, para que emprendamos la construcción de un país, que
lo he repetido a lo largo de muchos escenarios, en este país cabemos todos,
dejemos de mirarnos como descendientes de españoles y mirémonos más bien como
la gran riqueza que somos, como una mezcla de un país que es pluriétnico y
multicultural, en donde solo la región del Vaupés tiene 14 lenguas, es un país
con afros e indígenas, con mestizos y gente blanca, y eso no solo es lo rico de
Colombia sino su territorio, tenemos un país maravilloso pero lo estamos
acabando, y la responsabilidad que tienen las nuevas generaciones es hacer de
este país algo bonito, con honestidad y ética, que es lo que muchas veces no
encontramos en sus dirigentes, pero en Colombia es posible si nos damos la mano
y nos reconciliamos, porque creo que lo merecemos.
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