Duperly, el coleccionista de corbatas
Diciembre 5 de 2018
Cerca de 100 de
corbatas han sido pintadas al óleo por artistas del departamento del Meta,
incluso algunos pintores nacionales han puesto su marca allí, para que Duperly
Martínez, el llamado hombre de las corbatas, continúe con su alma anudada al
arte.
Duperly Martínez. Fotos: Santiago Molina. |
Pese a que es
propietario de una empresa de eventos y lidera la realización de mercados
campesinos en Villavicencio, Duperly siempre ha estado muy ligado al arte. Ha
organizado diferentes exposiciones y es uno de los pocos martillos de subasta
que existen en la ciudad.
Su primera
corbata intervenida con arte fue un obsequio hecho en 1997 por Lucía Ayala de
Pabón. La artista ajustaba detalles para exponer en la Cámara de Comercio de
Villavicencio, donde el hoy coleccionista se estrenaba como auxiliar del área
cultural.
“Cuando
terminamos el montaje de la obra, Lucía volvió con una caja de regalo y la
corbata adentro. Yo tuve que haber hecho una cara de espanto cuando me mostró
la prenda”, recuerda Duperly mientras sostiene en sus manos la corbata número
uno de su colección. Es de color azul y tiene la figura de una mujer pintada al
óleo, algo deteriorada por el pasar de los años.
Desde entonces
cada vez que asiste a una exposición trata de lucir alguna que haga referencia
a la obra en exhibición. Y cuando le preguntan por la pintura de su corbata,
desenfunda de su garganta esa voz de pregonero que lo caracteriza desde que fue
locutor de ‘La voz de la cultura’, una emisora del municipio de Restrepo
(Meta): “Mi nombre es Duperly Ariel Martínez, el señor de las corbatas, y hoy
traigo encima una obra del maestro…”. Y entonces lanza una retahíla acerca del
artista.
Hoy, por
ejemplo, viste una corbata intervenida por su amigo José Wilson Castañeda, la
cual hace juego con una de las pinturas que adornan la sala. La toma entre sus
manos y hace remembranza. Explica que Alfredo Vivero fue maestro de Castañeda y
por esa razón las dos obras están alineadas en la pared.
El cajón donde
guarda sus más preciadas corbatas, que no es más que un mueble en madera con
puertas de vidrio, está atornillado a una pared justo a la entrada de la sala
de su casa en barrio La Esperanza, en Villavicencio. Además de las corbatas
pintadas con las que se podría vestir durante tres o cuatro meses sin repetir
una, hay otras 20 o 30 que cuelgan de una esquina. Son como un lienzo virgen a
la espera de la mano de un artista.
Todas las
corbatas de su colección, excepto una a la que prefiere no señalar, han sido
obsequios. A simple vista y a través del vidrio del cajón de corbatas se leen
los apellidos Castañeda, Tessarolo, Hoyos, Gamboa, Castellanos, Monroy, Daza y
Cadavid.
Algunos artistas
también lo han convertido en caricatura y han llevado esa imagen a una corbata,
una de ellas fue intervenida por el rumano Christian Diculescu. Dejó de usarla
por un tiempo luego de que muchos hallaron en ella una similitud física con
Hugo Chávez, expresidente de Venezuela. No le perdonaban su parecido impregnado
en óleo.
También hay
corbatas que resaltan la sensualidad de la mujer, como un semidesnudo pintado
por el artista y fotógrafo Gerardo Cadavid. “Esta, en particular, afirma
Duperly, la utilizo para hacer los cobros, porque es la de entrar y generar
distención en el ambiente. Este loco, se preguntaran, cómo se coloca una
corbata con una mujer ligera de ropas”.
Por ese tipo de
corbatas fue vetado hace algunos años en la Cámara de Comercio de
Villavicencio, fue señalado por un directivo, quien además es periodista y algo
vago en cultura. Lo trató de inmoral y de vestir prendas morbosas. “Tuve una
bronca con ese personaje, decía que me iba hacer pasar la vida a cuadritos,
entonces tomé la decisión de no colocarme algunas”.
No todas sus
corbatas son pintadas. Duperly guarda una serie de la obra del pintor y
escultor Alfredo Vivero. No es óleo, son imágenes sublimadas, las últimas que
fueron producidas por el artista. También guarda una corbata con un pequeño
trozo de madera con la firma de Macosta tallada sobre la figura, y otra
firmada, a manera de autógrafo, por el pintor colombiano Carlos Jacanamijoy, y
que se convirtió en la más reciente de su colección.
Sin llegar a ser
una galería, la casa de Duperly en Villavicencio es además un pequeño espacio
para el arte. En el zaguán están acomodados unos rollos de cartón que suelen
ser usados para enrollar telas, pero que uno de sus hijos convierte en
accesorios a partir de un trabajo de reciclaje.
Varias pinturas
cuelgan de las paredes con las firmas de Castañeda, Milo (Camilo Lozano), Al
Vivero y Ardila. Hay esculturas en el piso y en el suelo, de Luis Eduardo
Álvarez, quien trabaja la terracota, y una obra que pareciera salida de las
manos de Manuel Acosta (Macosta), pero que en realidad fue tallada en madera
por una de las primeras alumnas del escultor llanero.
Pero lo que más
llama la atención de su hogar, además de un mural de cuatro metros del artista
Alfredo Vivero y que instaló en el patio de la casa junto a una pequeña huerta
casera, es que el único lugar donde quizá los artistas plásticos locales están
más unidos, es el cajón de corbatas de Duperly Ariel Martínez.
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