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La guacamaya más famosa de Colombia es llanera

La guacamaya se convirtió en un atractivo 

Febrero 13 de 2019

Conozca la historia de Lola, la guacamaya que se ha convertido también en una impulsora del turismo en Lejanías (Meta).

La guacamaya es la guardiana de los petroglifos de Piedra Gorda, en Lejanías (Meta). Fotos: Óscar Bernal / Agenda Hoy

Alrededor de los misteriosos petroglifos de Piedra Gorda, en Lejanías (Meta), se ve volar a diario una singular y colorida guacamaya: la conocen como Lola y es quizá la única ave domesticada que vuela con toda la libertad.

Pertenece a la vereda La Cristalina, y aunque los mayores atractivos de la zona son la gigantesca roca cubierta de petroglifos y un par de cascadas, ella es quien se roba el show frente a los turistas. Posa para las cámaras, juguetea con los niños, vuela de un lado a otro llamando la atención del foráneo y cuando toca suelo se contonea, saluda y parlotea su nombre: “Hola, Lola, hola, Lola”, repite una y otra vez.




Lola llegó hace dos años y medio cuando apenas era una cría. Nació en La Julia y el frondoso árbol en el que vio la luz fue talado tras la instalación de las líneas de energía eléctrica del pueblo. El nido cayó al piso y casi que a botes rodó por el suelo. Así lo narra Luz Argenis Romero, quien la recibió en adopción cuando todavía no volaba. Ella es la presidenta de la junta de acción comunal de la vereda La Cristalina y vive a unos 10 minutos de Piedra Gorda, en el sector conocido como ‘4 caminos’, nombre dado por ser este un cruce de vías.

Uno de sus familiares, residente en La Julia, encontró el nido junto a un árbol talado enfrente de su casa. Allí no solo estaba la pequeña guacamaya, sino también otra cría. Al macho lo llamaron Santi, como uno de sus sobrinos, y a ella Lola.




Las dos aves fueron enviadas a casa de una de las cuñadas de Argenis, en el centro de Lejanías.  Pero un día, la esposa de su hermano prefirió que fuera ella quien se hiciera cargo de las aves, no quería tenerlas encerradas por más tiempo. Llegaron con las alas rotas, cortadas y en sus primeros vuelos chocaban con árboles, piedras y paredes, o caían al suelo.


Argenis fue la persona que cuidó a Lola cuanod llegó a Lejanías.


Lola y Santi crecieron en libertad, pero con la confianza hacia su dueña. Iban por comida y luego volaban, algunas noches dormían en la casa y otras en el árbol de al frente. De allí, precisamente, cayó Santi. Argenis cree que un rayo lo mató en una noche de tormenta.




“Cuando se murió el lorito, a Lola le dio pena moral y tocó darle un tratamiento especial”, recuerda Argenis, quien también narra cómo Lola, después de recuperarse, sufrió el cautiverio. Fue robada y desaparecida por varios días, pero luego de enviar una cadena de mensajes el ave apareció. Llegó envuelta en una lona, de nuevo con las alas rotas. La traían dos jóvenes en moto, quienes por la presión de los lugareños no tuvieron otra opción que devolverla.



A vuelo de pájaro esa es la historia de Lola, exótica guacamaya, enamorada y traviesa con los niños, amante de los turistas, guardiana de los petroglifos y una viuda que se rehúsa a partir, quizá, porque sigue a la espera de ese amor que se le cayó del árbol.



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