El cáncer le quitó a su hija, pero no
el deseo de emprender
Marzo 8 de 2019
Sandra
Camacho empezó a producir yogures para salvar a su hija. Ahora el
emprendimiento sobrevive en su memoria.
Sandra Patricia Camacho trabaja desde su casa en la producción de yogures. Fotos: Óscar Bernal / Agenda Hoy |
Sandra
Patricia Camacho habita en el barrio 20 de Julio de Villavicencio y tiene tres
hijos. Eran cuatro hasta hace poco, pero un cáncer de ovario —común en mujeres
mayores de 50 años— le arrebató a Luisa
Fernanda Forero, de apenas 18 años. El sueño de la joven, recordada por su
alegría y entusiasmo, era convertirse en médico forense.
Ante
las dificultades económicas para costear esta carrera, Luisa decidió estudiar
Pedagogía Infantil en la Uniminuto, pero a finales del primer semestre de
formación, los médicos le diagnosticaron la enfermedad que se manifestó
inicialmente con caída de cabello y, posteriormente, con inflamación en el
abdomen.
Su
madre, entonces, vio una oportunidad de ingresos con la preparación de yogures y
fue así como consiguió los ingredientes, una olla e inició en casa su pequeño
negocio, siempre impulsada por su hija.
“Cuando
le diagnosticaron el cáncer de ovario a la niña, ya decidí hacer los yogures
para pagar los pasajes, la estadía en Bogotá y los medicamentos que necesitó
cuando la atendieron. Ella estuvo hospitalizada allá por temporadas”, relata,
mientras se le quiebra la voz por la nostalgia.
Pese a
que los especialistas le pronosticaron tres meses de vida, la joven batalló
durante dieciocho meses con la muerte. El 23 de noviembre del año pasado sus
ojos se cerraron para siempre.
Sandra,
de 41 años, recuerda la valentía de su hija hasta el último de sus días.
Incluso, la motivaba para que sacara adelante el proyecto. “Mami, tú puedes”,
le decía. El producto lleva por nombre Yogu-Luisa, en memoria a Milagros, como
bautizaron los médicos a la paciente.
Desde
entonces, el alimento es vendido a conocidos, en oficinas, centros médicos y
empresas de publicidad. Muchas personas conocen ya su historia de dolor y
sacrificio y la apoyan. La fundación Mujeres Trabajando por el Meta también le
ha tendido la mano y, por ejemplo, le regala las etiquetas para marcar los
tarros en presentaciones de un litro.
El
trabajo de esta madre no es nada fácil. En una maleta, que a veces queda
pesada, sale a pie, cada 15 días, a entregar los pedidos a sus clientes y
amigos. Si algo tiene claro es que está prohibido rendirse a pesar de las
sacudidas del destino.
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“Nunca
imaginé que algo así me podría pasar. Es muy duro perder a un ser querido de
corta edad, pero la vida se trata de caerse y volverse a levantar (…) Quiero
seguir adelante con la empresa hasta donde Dios me permita llegar. Quiero
registrarla, que tenga Invima, quiero llevar los yogures de mi hija a muchas
partes. Esto nos cambió la vida y nos unió como familia”.
Por
ahora, anda en busca de apoyo financiero para fortalecer su iniciativa empresarial
que carece de elementos, como una estufa industrial. Las personas que deseen
probar el Yogu-Luisa pueden hacer sus encargos en la línea de WhatsApp 314 433
0528.
Luis Fernando Charrupí Bonilla
Especial para Agenda Hoy
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