Poesía hecha
imagen
Abril 22 del 2020
Jinetes del paraíso, el largometraje
documental dirigido por Talía Osorio, forma parte del proyecto de comunicación
transmedia que incluye contenidos para televisión, cortometrajes, video clips y
estrategia web y cuya premier se realizó el 11 de abril en redes sociales.
La productora Hay-Doc
invirtió más de cinco años de investigación y seguimiento a los personajes en
fincas y hatos tradicionales de Arauca y Casanare, ese trabajo paciente queda
demostrado en el uso depurado de la imagen y el lenguaje documental.
La historia está dividida en capítulos que narran la
vida en el llano. Empieza con una
analogía entre la vida del potro y la vida del niño llanero, cómo los dos van
creciendo en la sabana. Plantea una reflexión emotiva sobre la ética del
trabajo donde las duras faenas en los hatos otorgan el respeto de la
gente.
En medio del paisaje extenso la vida del llano también
es libertaria. “Cuando no se conocía el alambre de púas, todo era rumbo”, dice
el Cholo Valderrama con esa voz criolla que canta la vida con sus anécdotas y
canciones. Él es uno de los narradores y personajes del documental.
Y junto al Cholo otras historias de campesinos
llaneros, los aguerridos jinetes que amansan potros, la pareja entrada en años
que tiene poco más que el amor mutuo y decide casarse para tener la bendición
de Dios, las mujeres llaneras que además de mantener la casa no se amilanan
para ensillar y montar una bestia.
Esas historias paralelas se van entretejiendo para
darnos un panorama de la cultura y la idiosincrasia del llanero, a veces
inocente, a veces recio y a veces conservador, “un llanero sin mujer no puede
existir”.
El relato hace énfasis en elementos de la cultura
material: el sombrero que sirve hasta para tomar agua, el estribo de pala para
montar descalzo, el lazo tejido con la crin y el caballo como otro
protagonista, pues sin caballo no hay llanero.
La virtud del documental es encontrar la poesía en el
relato de los protagonistas y convertirla en imagen junto al paisaje, el sonido
y la vida en el llano; por ejemplo, cuando el Cholo explica que el llanero no
necesita andar con zapatos ni botas como en la ciudad, porque andar descalzo es
“juntar la piel del pie con la piel de la sabana”.
El hilo conductor de Jinetes del paraíso es la
música que le canta al amanecer, a la vaca, al amor. En el joropo se resume en
los cantos de vaquería y las coplas para enamorar. En una apuesta arriesgada, el documental
incluye varios video clips de canciones a manera de entremeses en entre los
capítulos que logran darle ritmo y sazón a la proyección.
Finalmente, ese “man que canta joropo” se convierte en
una estrella de la música capaz de ganar un premio Grammy y de llenar grandes
teatros, “mi lucha es más por dar a conocer mi tierra que por darme a conocer
yo”, dice el Cholo Valderrama sin perder su humildad.
Thalía Osorio Cardona logra dirigir acertadamente un
gran equipo de producción, se destacan el diseño visual y sonoro, así como la
inclusión de tomas aéreas de una manera orgánica con el objetivo de mostrar la
vida de los jinetes en la inmensidad de la sabana.
Aunque la productora está realizando promoción
digital, en una pantalla casera se desaprovechan recursos de imagen y sonido
que fueron creados con gran calidad, ojalá pronto podamos disfrutar este
documental en la pantalla grande.
Jinetes del paraíso es un potente
retrato de una cultura auténtica que se niega a desaparecer, aunque pueda
convivir con la modernidad, es un canto al amor por la tierra y la vida en los
llanos orientales de Colombia.
Por:
Felipe Chávez G.
Licenciado
en Filosofía y Artes Plásticas
Magíster
en creación de guiones audiovisuales
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