“Todo
esfuerzo de paz sin un compromiso sincero de reconciliación siempre será un
fracaso”: Papa Francisco, en misa campal.
Septiembre 8 de 2017
En la misa campal realizada en Villavicencio, el sumo Pontífice explicó que todo esfuerzo de paz sin un compromiso sincero de reconciliación siempre será un fracaso, pero aclaró que el recurso a la reconciliación no puede servir para acomodarse a situaciones de injusticia. Lea aquí todo su sermón.
"Tu nacimiento, Virgen madre de Dios, es el nuevo amanecer
que ha anunciado la alegría a todo el mundo, porque de ti nació el sol de
justicia, Cristo, nuestro Dios, la festividad en el nacimiento de María
proyecta su luz sobre nosotros así como se irradia la mansa luz del amanecer
sobre la extensa llanura Colombiana, bellísimo paisaje del que Villavicencio es
su puerta, como también en la rica diversidad de sus pueblos indígenas, María
es el primer resplandor que anuncia el final de la noche, y sobre todo la
cercanía del día. Su nacimiento nos hace intuir la iniciativa amorosa, tierna,
compasiva del amor con que Dios se inclina a nosotros y nos llama a una maravillosa
alianza con él, que nada ni nadie podrá romper.
"María ha sabido ser trasparencia de la luz de Dios y ha reflejado
los destellos de esa luz, en su casa, la que compartió con José y Jesús, y
también en su pueblo, su nación, y en esa casa común a toda la humanidad, que
es la creación.
"En el evangelio hemos escuchado la genealogía de Jesús,
que no es una simple lista de nombres sino historia viva, historia de un pueblo
con el que Dios ha caminado y al hacerse uno de nosotros nos ha querido
anunciar que por su sangre corre la historia de justos y pecadores, que nuestra
salvación no es una salvación aséptica de laboratorio sino concreta, una
salvación de vida que camina, esta larga lista nos dice que somos parte pequeña
de una extensa historia y nos ayuda a no pretender protagonismos excesivos, nos
ayuda a escapar de la tentación de espiritualismos evasivos, a no distraernos
de las coordenadas históricas concretas que nos toca vivir.
"También integra en nuestra historia de salvación aquellas
páginas más oscuras o tristes, los momentos de desolación y abandono comparables
con el destierro.
La mención de las mujeres, ninguna de las aludidas en la genealogía
tienen la jerarquía de las grandes mujeres del antiguo testamento, nos permite
una cercamiento especial, son ellas en la genealogía las que anuncian que por la venas de Jesús corre sangre
pagana, las que recuerdan que historias de postergación y sometimiento en comunidades
donde todavía arrastramos estilos matriarcales y machistas es bueno anunciar
que el evangelio comienza subrayando mujeres
que marcaron tendencia e hicieron historia, y en medio de eso, Jesús, María y José.
María, con su generoso sí, permitió que Dios se hiciera cargo de esa historia.
José, hombre justo, no dejó que el orgullo, las pasiones y los celos lo arrojaron
fuera de esa luz. Por la forma en que está narrado, nosotros sabemos antes que
José, lo que le ha sucedido a María y él toma decisiones mostrando su calidad
humana antes de ser ayudado por el ángel y llegar a comprender todo lo que sucedía
a su alrededor, La nobleza de su corazón le hace supeditar a la caridad lo
aprendido por ley. Y hoy, en este mundo, donde la violencia psicología, verbal
y física sobre la mujer es patente, José se presenta como figura de varón respetuoso,
delicado, que aún no teniendo toda la información se decide por la fama, dignidad
y vida de María, y en su duda de cómo hacerlo mejor, Dios lo ayudó a optar
iluminando su juicio.
"Este pueblo de Colombia es pueblo de Dios, también aquí
podemos hacer genealogías llenas de historias, muchas de amor y de luz, otras, de
desencuentros, agravios, también de muerte, cuántos de ustedes pueden narrar destierros
y desolaciones, cuántas mujeres desde el silencio han perseverado solas, y cuántos
hombre de bien han buscado dejar de lado enconos y rencores queriendo combinar
justicia y bondad, cómo haremos para
dejar que entre la luz, cuáles son los caminos de reconciliación, como María,
decir sí a la historia completa, no a una parte, como José, dejar de lado
pasiones y orgullos, como Jesucristo, hacernos cargo, asumir, abrazar esa
historia, porque ahí están ustedes, todos los colombianos, ahí está lo que
somos y lo que Dios puede hacer con
nosotros si decimos sí a la verdad, a la bondad, a la reconciliación, y esto solo
es posible si llenamos de la luz del evangelio nuestras historias de pecado,
violencia y desencuentro.
"La reconciliación
no es una palabra que debemos considerarla como abstracta, si esto fuera así,
solo traería esterilidad, traería más distancia, reconciliarse es abrir una puerta a todas y
cada una de las personas que han vivido la realidad del conflicto, cuando
las víctimas vencen la comprensible tentación de la venganza se convierten en
los protagonistas más creíbles de los procesos construcción de paz. Es necesario que algunos se animen a dar el
primer paso en tal dirección sin esperar que lo hagan los otros, basta una persona buena para que haya
esperanza, no lo olviden, y cada uno de nosotros puede ser esa persona,
esto no significa desconocer o disimular las diferencias y los conflictos, no
es legitimar las injusticias personales o estructurales, el recurso a la reconciliación concreta no puede servir para acomodarse
a situaciones de injusticia, más bien como ha enseñado san Juan Pablo II es un encuentro entre hermanos dispuestos
a separar la tentación del egoísmo y a
renunciar a los intentos de hacerlo justicio, es fruto de sentimientos fuertes
y generosos que conducen a instaurar una convivencia fundada sobre el respeto
de cada individuo y los valores propios de la sociedad civil, la reconciliación, por tanto, se concreta y
se consolidad con el aporte de todos, permite construir el futuro y hace crecer
esa esperanza, todo esfuerzo de paz sin un compromiso sincero de reconciliación
siempre será un fracaso.
"El texto evangélico que hemos escuchado culmina llamando
a Jesús ‘el Emmanuel’, traducido ‘el Dios con nosotros’, así es como comienza y
así es como termina Mateo su evangelio, yo estaré con ustedes todos los días
hasta el fin del mundo, Jesús es el Emmanuel que nace y el Emanuel que nos acompaña
en cada día, el Dios con nosotros que nace y el Dios que camina con nosotros
hasta el fin del mundo, esa promesa se cumple también en Colombia, Monseñor Jesús
Emilio Jaramillo Monsalve, obispo de Arauca y el sacerdote Pedro María Ramírez,
mártir de Armero, son signos de ello, expresión de un pueblo que quiere salir
del pantano de la violencia y el rencor, en ese entorno maravilloso nos toca decir
a nosotros sí a la reconciliación concreta, que él sí incluya también a nuestra
naturaleza. No es casual, que incluso sobre ella, hayamos desatado nuestras
pasiones posesivas, nuestro afán de sometimiento, un compatriota de ustedes lo
canta con belleza. Los árboles están llorando, son testigos de tantos años de
violencia, el mar esta marrón, mezcla de sangre con la tierra.
"La violencia que hay en el corazón herido por el pecado también
se manifiesta en síntomas de enfermad que advertimos en el suelo, en el agua,
en el aire y en los seres vivientes, nos toca decir sí como María y cantar con
ella las maravillas del Señor, porque lo ha prometido nuestro padre, él auxilia
a todos los pueblos, y auxilia a cada
pueblo, y auxilia a Colombia, que hoy quiere reconciliarse y a su descendencia
para siempre".
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