A través de un proceso de formación en instituciones educativas, siete mil niños y
jóvenes aprenden el baile tradicional llanero
La propuesta del gobierno
departamental, `Volver a las raíces´, abarca no solo la actividad
económica, como la agroindustria y la ganadería, sino que va más allá, se
extiende hasta el sector cultural, rescatando nuestras costumbres y tradiciones
a través del folclor llanero, especialmente aquellas manifestaciones propias de
nuestros antepasados como el joropo tradicional y los cantos de trabajo de
llano, entre otros, esencia de nuestro patrimonio.
En este orden de ideas, a
través del Instituto Departamental de Cultura del Meta, se implementó el
programa ‘Formación en danza tradicional llanera’, que en la administración de
Marcela Amaya García ha llegado anualmente a más de 7.000 niñas, niños y
adolescentes, entre 7 y 17 años.
Sobre el
programa, la mandataria de los
metenses, Marcela Amaya García, expresó: “estoy feliz de dar a conocer que en el Meta Somos joropo”, y destacó
el trabajo del Instituto de Cultura del Meta en el fortalecimiento de la
cultura y el folclor, llegando a 59 instituciones educativas del departamento,
además del amor con que los niños y niñas bailan joropo.
“Se
acabaron las disculpas, porque a pesar de que les gustaba bailar joropo, los
menores no tenían los trajes y, a la fecha, los planteles del programa de
formación en danza tradicional llanera y Casas de Cultura tienen los vestidos
entregados por el Instituto, y están felices de mostrar lo que saben y seguir
fortaleciendo el folclor”, señaló
la Gobernadora.
Es por eso, que “con orgullo podemos decir que el
enamoramiento hacia la danza tradicional es una ganancia, porque se deja un
legado importante a esta población, que este año supera los 7.000 alumnos,
formados por 33 instructores en 59 instituciones educativas en los 24
municipios donde la entidad hace presencia y que día a día los niños,
niñas y jóvenes siguen avanzando en el proceso de formación que los conduce a
fortalecer la identidad llanera, incluida población con discapacidad auditiva´, dijo
su director Luis Horacio Vasco Suárez.
Este año, el proceso de formación
inició a la par con el calendario escolar, lo que ha permitido presentar
niveles muy altos y profundizar el amor al folclor y la cultura llanera, de
forma notable y contundente.
El programa, además de transmitir el
conocimiento, el enamoramiento y la destreza en la ejecución del joropo, apoyó
también a las instituciones educativas y las familias de los estudiantes con la
dotación de 5.800 trajes para la interpretación de nuestro baile tradicional,
lo que se constituyó en una herramienta importante para ampliar sus
opciones de participación en eventos, semanas culturales y otros
acontecimientos locales, departamentales y nacionales, ya que anteriormente
significaba una erogación importante que, en la mayoría de los casos, los
padres de familia no estaban en condiciones de asumir el gasto de alquiler de
trajes.
Para Nidia Cuesta, madre de uno
de los adolescentes beneficiarios del programa, bailar los aleja de las malas
compañías, del alcoholismo o la drogadicción, y los incentiva a querer el
folclor. Además, agradeció el apoyo permanente a los menores y la entrega de
los trajes para las diferentes presentaciones.
El impacto de la iniciativa incide no
solamente en el crecimiento sustancial en la cantidad de beneficiarios, sino en
calidad, especialmente en la participación en el máximo evento del baile del
joropo, como se reconoce al Joropódromo, tanto en los eventos de lanzamiento y
expectativa del Torneo Internacional del Joropo “Miguel Ángel Martín” que se
desarrollan en la capital de La República, sino también en el concurso como
tal, demostrándose así el despertar de la pasión por el baile criollo desde
temprana edad y el fortalecimiento de la identidad llanera.
Es indudable que este programa aporta
un valor adicional y es la contribución al uso adecuado del tiempo libre, a la unión
y sano esparcimiento en familia, porque donde el niño o el adolescente
participan, sus padres, familiares y amigos siempre están en primera fila. De
manera complementaria y de gran trascendencia, es preciso resaltar que las
huellas de este proceso se encuentran también en municipios y regiones rurales,
anteriormente azotadas por la violencia y que hoy son un escenario de diálogo,
de paz y solidaridad, comprobándose que la cultura
es un instrumento para la inclusión, reconciliación y equidad.
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