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El día que el joropo sonó en Estocolmo

 La música llanera acompañó a Gabo el día del Nobel


Abril 17 de 2018

Entre tiples del altiplano, tambores de la cumbia y acordeones del vallenato, aparecieron el arpa, el cuatro y las maracas. El llano se hizo presente aquel diciembre de 1982 en el ayuntamiento de Estocolmo, en Suecia, cuando Gabriel García Márquez recibió el Premio Nobel de Literatura.

Carlos Rojas, José Paredes, Luis Quinitiva y Glady Mendoza, el día que juntos le cantaron a Gabo.


Fueron cuatro los músicos llaneros afortunados: Carlos ‘Cuco’ Rojas, director de Cimarrón, José Paredes, cuatrista y bailador; Luis Quinitiva, bandolista y cantante; y Gladys Mendoza de Quinitiva, maraquera y bailadora. Pero en total, fueron 65 artistas representativos de las diversas regiones del país, incluidos Totó La Momposina, La Negra Grande, los hermanos Zuleta, el Ballet Folclórico de Barranquilla y Danzas del Ingrumá, de Riosucio (Caldas), quienes le cantaron a Gabo.

Carlos ‘Cuco’ Rojas recuerda con agrado aquel día histórico, no solo para Colombia, sino para la música llanera. La noticia de hacer parte de la delegación, explica, cayó de sorpresa, fue una decisión de Gloria Triana, directora de la entonces Oficina de Festivales y Folclor del Instituto Colombiano de Cultura (Colcultura), hoy Ministerio de Cultura.

Grupo Los Copleros del Tranquero, de Luis Quinitiva, durante el banquete de entrega del Nobel a Gabriel García Márquez en Estocolmo, Suecia. En el arpa, Carlos 'Cuco' Rojas. Autor: Nereo López. Año: 1982.



Tan solo unos pocos días antes de que el tan anhelado vuelo partiera, el arpista y compositor fue contactado, tenía 27 años y ya llevaba una trayectoria de diez años en el mundo profesional del joropo.

“Ya había hecho un recorrido por toda América del Sur e incursionado en el mundo del joropo de tiempo atrás”, recuerda el arpista, de 63 años, quien además era docente de música llanera en la Academia María Luis A. Calvo, en Bogotá, una de las escuelas de música folclórica más importantes del país en aquel entonces. Allí supo que haría parte de la delegación.

Aunque Rojas ya había tenido un acercamiento con otros países, como Brasil, Paraguay, Chile, Perú y Ecuador, así como toda una exploración de música en el sur del continente americano, la noticia fue de gran agrado para el llanero.



Rojas, también compositor, ya había trabajado con artistas destacados en la música llanera, entre ellos Orlando ‘Cholo’ Valderrama, Tirso Delgado y Manuel Orozco, además, realizaba grabaciones discográficas y conciertos con artistas de la región.

“Pude tener conciencia de que estaba integrando una delegación de artistas muy importantes y que íbamos a acompañar la entrega del Premio Nobel, lo cual constituía un acontecimiento transcendental para la cultura de Colombia y un momento histórico. Fue un orgullo muy grande y de sorpresa” explicó.

Gabriel García Márquez (liqui-liqui) junto a la princesa Christina Sra. De Mapruson (derecha) durante el banquete de la Academia Nobel en el Salón Azul del Ayuntamiento de Estocolmo. Foto: Nereo López.



Cada agrupación, músicos y bailadores iban con un mismo fin: exaltar los ritmos folclóricos de aquel Macondo de Gabo y, por supuesto, del  Nobel colombiano. La agrupación llanera tocó, cantó y bailó joropo en medio de la ceremonia.

Aunque en ese momento el joropo no tenía ninguna proyección internacional, los cuatro músicos llaneros, cada uno con sus respectivos instrumentos, visibilizaron el folclor de la tierra llana. De forma tradicional interpretaron cinco canciones y a su vez, mientras Carlos Rojas tocaba su arpa y Luis Quinitiva cantaba y hacia sonar la bandola, Gladys Mendoza y José Paredes mostraban un espectacular baile criollo.

“Los cuatro teníamos que resolver todo, la muestra folclórica en escena y tocar los instrumentos”, agregó Rojas.




Realizaron varias interpretaciones. Los temas clásicos fueron los protagonistas, sonó el pasaje ‘Llanero, siente y lamenta’ y los asistentes vibraron con un pajarillo, un gabán y un zumba que zumba. Siempre se alternaban al interpretar cada canción, pues solo eran cuatro para poder interpretar, cantar y al mismo tiempo bailar.

“No era tan fácil hacer todo al mismo tiempo, pero la delegación sabía que nosotros los cuatro teníamos la posibilidad de mostrar todas las facetas de la música llanera”, recuerda Rojas.

Pese a que el arpista no tuvo ese día un contacto directo con Gabo, estuvo cerca  a diferentes personajes que han ayudado a llevar el joropo a diferentes partes del mundo. Y es que para el artista, “este viaje de la agrupación llanera a Estocolmo constituyó la oportunidad de mostrar en un escenario muy particular al joropo y también, la enorme riqueza de la música colombiana”.


Paula Andrea Cuy Parra
Agenda Hoy





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